Capítulo 20: Voces del Pasado

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El grupo avanzaba a través de la niebla, que parecía desvanecerse a medida que caminaban juntos. La atmósfera seguía cargada de tensión, pero la presencia de todos juntos traía una sensación de seguridad. Inosuke, recuperado de sus heridas, iba en la delantera, cortando el aire con sus movimientos exagerados.

—¡Este lugar no es rival para mí! —gritó Inosuke con su habitual arrogancia, mientras sacudía sus espadas de un lado a otro.

Zenitsu, por otro lado, caminaba con una expresión nerviosa, mirando alrededor como si algo pudiera saltar en cualquier momento. Mitsuri y Iguro caminaban uno al lado del otro, en silencio, pero sus miradas se cruzaban de vez en cuando, llenas de una tensión no dicha.

Tanjiro, sin embargo, tenía la mente en otra parte. Desde que había escuchado la voz de Kanae, no podía sacarse de la cabeza la sensación de que algo más profundo estaba en juego. No era solo el laberinto o las sombras que enfrentaban. Sentía que una verdad oculta estaba a punto de revelarse.

—Tanjiro —llamó Mitsuri, rompiendo su concentración—. ¿Crees que esto es una prueba? Como si alguien o algo nos estuviera observando.

Tanjiro asintió lentamente.

—Lo he sentido desde que entramos. Pero no sé quién o qué podría estar detrás de todo esto.

Iguro intervino, su voz tranquila pero firme.

—Sea quien sea, sabe lo que hace. Nos ha dividido y probado nuestros límites. Pero no podemos dejarnos intimidar.

Justo en ese momento, un murmullo suave comenzó a resonar en el aire. Era como si el viento estuviera trayendo voces desde lejos, pero no era un sonido cualquiera. Tanjiro frunció el ceño, concentrándose en las palabras que parecían desvanecerse antes de que pudiera entenderlas.

—¿Escucharon eso? —preguntó Zenitsu, su tono tembloroso—. No me gusta nada. ¡Siento que es un mal augurio!

Tanjiro levantó una mano para que el grupo se detuviera. El murmullo se hizo más fuerte, pero ahora había algo más claro: eran voces conocidas.

—¡Es Shinobu! —exclamó de repente, con los ojos muy abiertos.

El corazón de Tanjiro se aceleró al reconocer la voz de Shinobu. Se lanzó hacia adelante, siguiendo el sonido que parecía provenir de una estructura que comenzaba a formarse entre la niebla.

Los demás lo siguieron rápidamente. A medida que la niebla se disipaba, revelaba lo que parecía ser una antigua casa, con ventanas oscuras y una puerta de madera medio abierta. La voz de Shinobu provenía de dentro, aunque sonaba distante, como un eco lejano.

—Tanjiro, ten cuidado —advirtió Iguro—. Podría ser una trampa.

Tanjiro sabía que tenía razón, pero la preocupación por Shinobu era demasiado grande. No podía ignorar la posibilidad de que ella estuviera en peligro.

—Voy a entrar —dijo con determinación—. Si es una trampa, debo saberlo.

Mitsuri dio un paso al frente.

—Te acompañaré. No deberías ir solo.

Iguro y Zenitsu también asintieron, preparándose para lo que fuera que los esperara dentro de esa casa.

Al cruzar el umbral, el ambiente cambió de inmediato. El aire se volvió pesado, y una sensación de nostalgia invadió a Tanjiro. La casa parecía familiar, como si hubiera estado allí antes, pero al mismo tiempo, era completamente desconocida.

Las voces de Shinobu y otras más resonaban en los pasillos, pero no podían ver a nadie. El grupo avanzaba con cautela, con Tanjiro liderando el camino.

De repente, en una pequeña sala al final del pasillo, una figura apareció de espaldas, su cabello negro caía suavemente por su espalda. Era inconfundible.

—¡Shinobu! —gritó Tanjiro, corriendo hacia ella.

Pero justo antes de alcanzarla, la figura se desvaneció como humo en el aire. Tanjiro se detuvo en seco, sus ojos llenos de confusión.

—¿Qué está pasando aquí? —murmuró Zenitsu, claramente asustado.

Antes de que alguien pudiera responder, una risa suave resonó en la sala, seguida de una voz femenina.

—¿Buscabas a Shinobu? —preguntó la voz—. Quizás debas buscar en el lugar correcto.

Tanjiro sintió un escalofrío recorrer su espalda. La voz pertenecía a Kanae. Pero ella había muerto hace mucho tiempo. ¿Cómo podía ser posible?

—Esto es una ilusión —dijo Iguro, dando un paso adelante—. Están jugando con nuestras mentes.

Pero Tanjiro sabía que había algo más en juego. La presencia de Kanae no era solo una trampa. Había algo que ella intentaba mostrarle.

—Quiero verla —susurró Tanjiro, casi como una súplica—. Quiero entender lo que está pasando.

La risa suave de Kanae volvió a escucharse, pero esta vez no era burlona. Era cálida, como un recuerdo lejano.

—Si realmente deseas verla, tendrás que enfrentarte a ti mismo primero —respondió la voz—. La verdad siempre está en el corazón.

De repente, la casa comenzó a desmoronarse a su alrededor. Las paredes se agrietaban, y el suelo temblaba bajo sus pies. El grupo se preparó para lo peor, pero Tanjiro cerró los ojos, tratando de concentrarse en las palabras de Kanae.

En un destello de luz, todo desapareció, y Tanjiro se encontró de pie en un campo abierto, con flores de colores brillantes bajo sus pies. Frente a él, estaba Shinobu, sonriendo suavemente, como si todo lo que acababan de experimentar hubiera sido solo un mal sueño.

—Te estaba esperando —dijo Shinobu con su voz suave y tranquilizadora.

Tanjiro corrió hacia ella, pero antes de que pudiera decir algo, Shinobu le tomó la mano.

—No es el final, Tanjiro. Lo que has visto hasta ahora es solo el comienzo. Pero quiero que sepas algo —dijo, mirándolo a los ojos—. Pase lo que pase, siempre estaré a tu lado.

El corazón de Tanjiro latía con fuerza. Sabía que el camino que tenía por delante no sería fácil, pero con Shinobu a su lado, sentía que podía enfrentar cualquier cosa.

Cicatrices del Corazón: Amor en la Edad ModernaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora