El laberinto parecía interminable, sus paredes de piedra se alzaban altas, bloqueando cualquier posibilidad de escapar. Tanjiro, Mitsuri, y Iguro avanzaban cautelosamente, con la mirada alerta, pero el ambiente estaba cargado de tensión. Cada paso resonaba como un eco distante, un recordatorio de que no estaban solos.
—Debemos encontrar una salida pronto —dijo Iguro, con su tono habitual de preocupación, pero manteniéndose firme—. No me gusta la sensación de este lugar.
Mitsuri asintió, aunque su mirada seguía posada en Tanjiro, quien, a pesar de su determinación, parecía estar sumido en pensamientos profundos desde que había despertado de aquella experiencia extraña. Tanjiro caminaba en silencio, su mente regresando a lo que acababa de enfrentar. Sabía que, para seguir adelante, debía confrontar sus miedos, pero también sentía que una decisión importante se acercaba.
—¿Estás bien, Tanjiro? —preguntó Mitsuri, acercándose a él con una sonrisa cálida—. Has estado muy callado desde que despertaste.
Tanjiro la miró, esbozando una sonrisa forzada.
—Sí, estoy bien —respondió—. Solo estaba pensando en todo lo que hemos pasado hasta ahora.
Mitsuri asintió comprensivamente.
—Ha sido difícil, lo sé. Pero no estás solo, Tanjiro. Todos estamos aquí para apoyarte.
Iguro, que caminaba unos pasos por delante, se detuvo repentinamente, levantando una mano en señal de alerta.
—Silencio —ordenó en voz baja—. Hay algo... o alguien más aquí.
El grupo se detuvo en seco. Un suave susurro resonaba en el aire, como si el viento estuviera trayendo voces lejanas desde más allá del laberinto. Tanjiro afiló sus sentidos, intentando descifrar de dónde venía el sonido.
De repente, una sombra apareció a lo lejos. Al principio, parecía solo una silueta difusa, pero conforme se acercaba, se revelaba como una figura familiar.
—¡Zenitsu! —gritó Tanjiro al reconocer a su amigo.
Zenitsu corría hacia ellos, su expresión reflejando una mezcla de alivio y miedo.
—¡Chicos, al fin los encuentro! —exclamó, deteniéndose frente a ellos, jadeando por el esfuerzo—. ¡Este lugar es una pesadilla! Estuve perdido durante lo que parecieron horas. ¿Han visto a Inosuke? Me separé de él hace un rato.
Tanjiro negó con la cabeza.
—No, no hemos visto a Inosuke todavía. Pero me alegra que estés bien.
Iguro entrecerró los ojos, desconfiando de la situación.
—¿Estás seguro de que no te ha seguido nadie? —preguntó, su mirada fija en los alrededores.
Zenitsu sacudió la cabeza rápidamente.
—No, no vi a nadie más... aunque sentí como si algo me estuviera observando todo el tiempo. No quiero volver a estar solo.
El grupo retomó la marcha, ahora con Zenitsu a su lado. La presencia de su amigo ofrecía cierto alivio, aunque la incertidumbre seguía pesando sobre ellos. Tanjiro sabía que, aunque estaban juntos, cada uno enfrentaba sus propias luchas internas.
Después de varios minutos de caminar, llegaron a una bifurcación en el laberinto. Dos caminos se extendían ante ellos: uno oscuro y estrecho, y el otro más amplio pero cubierto de una niebla densa que apenas dejaba ver unos metros adelante.
—¿Cuál tomamos? —preguntó Mitsuri, mirando a Tanjiro.
Antes de que pudiera responder, una suave brisa los envolvió y, junto con ella, una voz familiar llegó a sus oídos. Era una voz suave, pero cargada de autoridad. Era la voz de Kanae, la hermana de Shinobu.
—Debes elegir bien, Tanjiro —susurró la voz—. El camino correcto no siempre es el más fácil.
Tanjiro se congeló. La presencia de Kanae siempre le había brindado paz, pero ahora, esas palabras añadían más peso a la elección que debía hacer. Miró los dos caminos y recordó lo que había aprendido en su encuentro anterior: debía enfrentar sus temores para poder avanzar.
—Tomaremos el camino cubierto de niebla —dijo con firmeza—. No importa cuán difícil parezca, es el que nos llevará a la verdad.
Iguro frunció el ceño, pero asintió, confiando en la decisión de Tanjiro. Mitsuri y Zenitsu también lo siguieron sin dudar. Mientras se adentraban en la niebla, una sensación de inquietud se apoderó de ellos. La visibilidad era casi nula, y cada paso que daban los sumía más en la incertidumbre.
De repente, un grito desgarrador rompió el silencio.
—¡Inosuke! —gritó Zenitsu, reconociendo la voz de su compañero.
Tanjiro sintió que su corazón latía con fuerza. Sabía que Inosuke estaba en peligro, pero también entendía que debían proceder con cautela.
—¡Rápido! —dijo Tanjiro, apretando su espada—. ¡Tenemos que encontrarlo!
El grupo aceleró el paso, corriendo a través de la densa niebla, guiados únicamente por los gritos lejanos de Inosuke. La tensión en el aire era palpable, y el miedo a lo desconocido se cernía sobre ellos.
Finalmente, llegaron a un claro en el laberinto. En el centro del espacio, vieron a Inosuke, herido pero aún luchando, rodeado por figuras oscuras que parecían alimentarse de su energía.
—¡No me rendiré tan fácilmente, malditos! —gritaba Inosuke, blandiendo sus espadas con ferocidad.
Sin pensarlo dos veces, Tanjiro se lanzó al combate, seguido de Iguro, Mitsuri, y Zenitsu. Las sombras eran rápidas, pero el equipo trabajaba en perfecta sincronía, eliminando a cada una de ellas con precisión.
Inosuke, a pesar de sus heridas, sonrió al ver a sus compañeros.
—¡Finalmente llegaron! —exclamó, con su típica arrogancia—. Estaba a punto de derrotarlos yo solo, pero supongo que necesitaba algo de ayuda.
Tanjiro le devolvió la sonrisa.
—Nunca te dejaríamos solo, Inosuke.
Con las sombras derrotadas, el grupo se reunió alrededor de Inosuke, quien parecía estar recuperando su energía rápidamente.
—Gracias, chicos —dijo, mirando a cada uno con gratitud—. Aunque podría haber manejado esto por mi cuenta... —añadió, aunque todos sabían que su orgullo le impedía admitir lo contrario.
El grupo, ahora completo, avanzó nuevamente, sabiendo que juntos eran más fuertes. Pero Tanjiro seguía pensando en las palabras de Kanae. Sabía que cada decisión que tomaba los acercaba más a un destino incierto, y que pronto, la verdad que tanto temía saldría a la luz.
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Cicatrices del Corazón: Amor en la Edad Moderna
RomanceEn un mundo alternativo donde la batalla contra Muzan ha quedado atrás, Tanjiro Kamado y sus amigos intentan adaptarse a la vida en una era moderna. Pero incluso en tiempos de paz, nuevos desafíos emergen. En una escuela secundaria, Tanjiro descubre...