El día después de la conversación entre Shinobu y Tanjiro, el ambiente en la escuela parecía más tenso. Aunque habían acordado tomarse su tiempo, los sentimientos no podían simplemente quedarse en silencio. Tanto Shinobu como Tanjiro sabían que la decisión de avanzar o no tendría un impacto en todos los que los rodeaban.
Tanjiro se encontraba caminando por el patio, perdido en sus pensamientos, cuando de repente escuchó una voz conocida detrás de él.
—¡Tanjiro! —era Nezuko, su hermana—. Estás actuando raro, ¿pasa algo?
Tanjiro sonrió suavemente al ver la preocupación en el rostro de su hermana menor. Aunque Nezuko había recuperado su forma humana, su conexión con él no había cambiado en lo más mínimo. Siempre estaba ahí para preocuparse por él, y eso lo reconfortaba.
—No es nada, Nezuko. Solo... estoy pensando en algunas cosas —respondió, rascándose la nuca.
Nezuko entrecerró los ojos, sospechando que había algo más. —No te creo. Siempre te veo pensando últimamente. Tiene que ver con alguna chica, ¿verdad? —dijo ella, con una sonrisa pícara.
Tanjiro se sonrojó de inmediato. —¡No es eso! Bueno... tal vez... —admitió finalmente, sintiendo que no tenía sentido mentirle a Nezuko.
Nezuko se rió suavemente antes de cruzar los brazos. —Tanjiro, siempre has sido alguien que piensa en los demás antes que en ti mismo. Pero si realmente sientes algo por alguien, no deberías tener miedo de seguir lo que dicta tu corazón.
Tanjiro la miró sorprendido por lo maduro de sus palabras. Su hermana había crecido, no solo en lo físico, sino también en su manera de ver el mundo. Estaba a punto de responder cuando alguien más apareció en escena.
Zenitsu corrió hacia ellos, claramente alterado. —¡Tanjiro! ¡Nezuko! ¡Es Mitsuri! ¡Está llorando!
El corazón de Tanjiro dio un vuelco. Sin pensarlo dos veces, salió corriendo hacia donde Zenitsu le indicaba. Llegó al pequeño jardín de la escuela, donde encontró a Mitsuri sentada en un banco, con las lágrimas cayendo por sus mejillas. Obanai estaba cerca, observando con una expresión de preocupación, pero claramente sin saber qué hacer.
Tanjiro se acercó lentamente, con el corazón apretado. —Mitsuri... ¿qué pasó?
Mitsuri levantó la mirada hacia él, y por un momento, pareció dudar si debía hablar o no. Finalmente, se limpió las lágrimas y habló con una voz temblorosa.
—Lo siento, Tanjiro. Sé que te dije que estaba bien, que entendía que solo me veías como una amiga... pero no puedo evitar sentirme así. Mis sentimientos por ti no desaparecen... y es tan difícil verte todos los días y saber que nunca me amarás de la misma manera.
Tanjiro sintió una punzada de dolor en el pecho. Sabía lo difícil que debía ser para ella, y aunque no podía corresponderle de la manera que ella quería, su amistad era algo que valoraba profundamente.
—Mitsuri, yo nunca quise lastimarte —dijo con suavidad, sentándose a su lado—. Eres una persona increíble, y valoro nuestra amistad más de lo que puedes imaginar. No quiero que sufras.
Obanai, que había estado en silencio hasta ese momento, dio un paso adelante. —Mitsuri, no necesitas pasar por esto sola... —dijo con una voz suave, su habitual timidez haciéndose evidente.
Mitsuri levantó la vista hacia él, sorprendida por sus palabras.
—Obanai... —murmuró.
El corazón de Obanai latía con fuerza en su pecho. Siempre había querido decirle a Mitsuri cómo se sentía, pero nunca había encontrado el valor para hacerlo. Ahora, al verla tan vulnerable, supo que no podía seguir guardando silencio.
—Mitsuri, yo... siempre he estado a tu lado porque... te amo. Desde hace mucho tiempo. —Las palabras finalmente salieron, y por primera vez, Obanai no desvió la mirada.
Mitsuri lo miró con los ojos abiertos de par en par, sorprendida por su confesión. El silencio entre ellos era abrumador. Finalmente, Mitsuri bajó la mirada, sus lágrimas fluyendo nuevamente.
—Obanai... yo... no sabía... —dijo ella, su voz entrecortada—. No puedo prometerte que siento lo mismo, pero... gracias. De verdad.
Obanai sonrió débilmente, aunque el dolor en su corazón era evidente. Sabía que no podía forzar los sentimientos de Mitsuri, pero al menos, finalmente había sido honesto con ella.
Tanjiro, sintiendo que la situación ya no requería su presencia, decidió darles algo de espacio. Se levantó y se apartó lentamente, dejando que Obanai y Mitsuri resolvieran las cosas a su manera.
Mientras se alejaba, sus pensamientos volvieron a Shinobu. Había mucho que procesar, tanto sobre Mitsuri como sobre sus propios sentimientos. Sabía que no sería fácil, pero estaba decidido a ser honesto consigo mismo y con los demás.
De vuelta en los pasillos de la escuela, Tanjiro se encontró nuevamente con Shinobu. Sus ojos se encontraron por un breve instante, y aunque no dijeron nada, ambos sabían que la conversación que habían dejado pendiente tendría que continuar pronto.
Tanjiro tomó una profunda respiración. El camino hacia el amor nunca era fácil, y aunque aún quedaban muchos obstáculos por delante, estaba dispuesto a enfrentarlos. Después de todo, había aprendido que los sentimientos, al igual que las batallas, requerían valentía.
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Cicatrices del Corazón: Amor en la Edad Moderna
RomansaEn un mundo alternativo donde la batalla contra Muzan ha quedado atrás, Tanjiro Kamado y sus amigos intentan adaptarse a la vida en una era moderna. Pero incluso en tiempos de paz, nuevos desafíos emergen. En una escuela secundaria, Tanjiro descubre...