Capítulo 3: Confesiones y Corazones en Conflicto

137 7 2
                                    

El ambiente en la escuela se volvía cada vez más denso. Las clases continuaban, los estudiantes reían y hablaban, pero para Tanjiro, cada día era una lucha interna. Las palabras de Shinobu seguían resonando en su mente, y aunque trataba de mantenerse enfocado, la confusión sobre sus propios sentimientos lo atrapaba.

Después del entrenamiento, Mitsuri, Inosuke y Zenitsu se quedaron un rato más en el gimnasio, pero Tanjiro decidió irse temprano. Necesitaba pensar. Mientras caminaba hacia su casa, la fresca brisa nocturna acariciaba su rostro, pero en su corazón, todo estaba en caos.

Cuando llegó a casa, encontró a Nezuko en la cocina, preparando la cena.

-¡Onii-chan! -dijo Nezuko con una sonrisa-. Llego tarde hoy. Pero ya casi está listo.

Tanjiro sonrió, siempre aliviado por la presencia de su hermana. Ella era su ancla, alguien que lo entendía sin necesidad de palabras. Pero incluso en ese momento de calma, no podía dejar de pensar en Shinobu y la confesión que casi había hecho.

-Nezuko... -comenzó Tanjiro, sentándose en la mesa-. ¿Alguna vez has sentido que no sabes qué hacer con tus propios sentimientos?

Nezuko se detuvo, algo sorprendida por la pregunta, y se sentó frente a él. Su expresión cambió de juguetona a seria.

-¿Es sobre Shinobu, verdad? -preguntó Nezuko, leyendo a su hermano como solo ella podía hacerlo.

Tanjiro la miró sorprendido, pero luego soltó una leve risa. -Sí... no sé qué hacer. Me importa mucho, pero no sé si es solo eso o algo más.

Nezuko asintió, escuchando con paciencia. -Es normal sentirse así,Onii-chan. El amor es complicado... pero si realmente sientes algo por ella, deberías ser honesto, tanto contigo mismo como con ella.

Las palabras de Nezuko lo hicieron pensar profundamente. Aunque era su hermana menor, siempre sabía qué decir.

Al día siguiente, Tanjiro decidió que necesitaba resolver las cosas. No podía seguir así, atrapado entre lo que sentía y lo que debía hacer. En el recreo, buscó a Shinobu, y la encontró sola en la biblioteca, leyendo tranquilamente.

-Shinobu, ¿puedo hablar contigo? -preguntó Tanjiro, nervioso, pero decidido.

Ella levantó la vista de su libro, con su típica expresión calmada, aunque sus ojos mostraban una leve curiosidad.

-Claro, Tanjiro -respondió, cerrando el libro.

Los dos salieron al jardín detrás de la escuela, un lugar tranquilo donde apenas había estudiantes. El viento soplaba suavemente, agitando las hojas de los árboles.

-Ayer, cuando hablamos... -Tanjiro comenzó, nervioso-. No supe cómo responder. La verdad es que... yo también he estado pensando mucho sobre nosotros. No estoy seguro de lo que siento, pero sé que... cuando estoy contigo, todo parece más claro.

Shinobu lo miró en silencio, pero había una leve sonrisa en su rostro. -Tanjiro, no tienes que tener todas las respuestas ahora. Yo solo quería que supieras cómo me siento. Y si algún día descubres tus verdaderos sentimientos, estaré aquí.

Tanjiro sintió un alivio en su pecho, como si una gran carga hubiera sido levantada. Pero antes de que pudiera responder, una voz interrumpió el momento.

-¡Tanjiro! ¡Shinobu! -era Mitsuri, corriendo hacia ellos con una gran sonrisa-. ¡Vengo a invitarlos a una reunión que estoy organizando! ¡Todos están invitados! Va a ser genial, y podremos relajarnos después de tantos exámenes.

El momento que había compartido con Shinobu se desvaneció, y Tanjiro, aunque algo decepcionado, sabía que aún había tiempo. Pero al mirar a Mitsuri, notó algo más. Su alegría desbordante no ocultaba la leve tristeza en sus ojos, una tristeza que solo él parecía notar.

-Claro, Mitsuri, cuenta con nosotros -respondió Shinobu con su típica amabilidad, sin dar señales de lo que acababan de hablar.

Mientras Mitsuri se alejaba, Tanjiro se quedó mirando cómo ella se iba, y el conflicto en su corazón creció aún más. Sabía que Mitsuri sentía algo por él, pero no podía corresponderle de la misma manera. Aún así, le dolía pensar en herirla.

Shinobu, percibiendo el dilema de Tanjiro, colocó suavemente su mano sobre su brazo.

-No te preocupes demasiado, Tanjiro. Algunas batallas no se ganan con una espada... pero eso no significa que no puedas encontrar la paz.

Sus palabras le dieron consuelo, pero Tanjiro sabía que la verdadera batalla apenas comenzaba. Entre sus propios sentimientos y los corazones de quienes lo rodeaban, el camino por delante sería más complicado que cualquier enfrentamiento que hubiera tenido en el pasado.

Cicatrices del Corazón: Amor en la Edad ModernaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora