Capítulo 9: Confesiones y Consecuencias

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El sol de la tarde caía sobre los pasillos de la escuela, teñido de un color dorado que bañaba todo a su paso. Tanjiro caminaba con calma, sus pensamientos aún girando en torno a los eventos recientes. Entre la confesión de Obanai a Mitsuri y su propia situación con Shinobu, las emociones estaban a flor de piel, y sentía que todo estaba a punto de cambiar.

En ese momento, Inosuke y Zenitsu aparecieron de repente, interrumpiendo sus pensamientos.

—¡Tanjiro! —gritó Zenitsu mientras corría hacia él—. ¡Estás en problemas, amigo! ¡Escuché que Mitsuri estuvo llorando por ti!

—Sí, sí, ¡y Obanai estaba cerca de ella! ¡Seguramente va a pelear contigo! —añadió Inosuke, siempre con un tono agresivo.

Tanjiro, con una sonrisa un tanto cansada, negó con la cabeza. —No va a haber ninguna pelea. Obanai le confesó sus sentimientos a Mitsuri, y creo que ellos tienen cosas que resolver entre ellos. No es necesario que yo intervenga.

Inosuke frunció el ceño, decepcionado por la falta de acción. —¡Bah! Siempre evitas las peleas. ¡Qué aburrido!

Zenitsu, por otro lado, parecía aliviado. —¡Menos mal! Estaba empezando a preocuparme. Las cosas ya están bastante tensas con todas estas emociones volando por aquí. ¿Y tú? ¿Cómo estás con lo de... ya sabes, con Shinobu?

Tanjiro se quedó pensativo un momento. Aunque había hablado con Shinobu, aún no había llegado a una conclusión definitiva sobre sus propios sentimientos. Sabía que le importaba profundamente, pero también sabía que debía ser honesto consigo mismo y con ella.

—No lo sé, Zenitsu. Todavía estoy intentando descifrarlo. —Su voz era tranquila, pero Zenitsu detectó la preocupación detrás de sus palabras.

Antes de que pudieran continuar la conversación, una figura conocida apareció frente a ellos. Era Shinobu.

—Tanjiro, ¿puedo hablar contigo un momento? —preguntó, con su habitual sonrisa tranquila, aunque sus ojos mostraban una leve inquietud.

Tanjiro asintió. Inosuke y Zenitsu se apartaron, dándose cuenta de que era mejor dejarlos solos. Shinobu condujo a Tanjiro a un lugar más apartado, lejos de la vista de los demás estudiantes.

—Quería preguntarte algo, Tanjiro —dijo Shinobu mientras ambos se sentaban en una banca cercana—. Después de nuestra última conversación, he estado pensando mucho en lo que dijimos. Y creo que mereces saber algo más... algo que he estado guardando para mí.

El corazón de Tanjiro se aceleró. No sabía qué esperar, pero el tono de Shinobu indicaba que lo que estaba a punto de decir era importante.

—La verdad es que... —comenzó Shinobu, bajando la mirada por un instante—, siempre me ha costado abrirme con los demás. Después de lo que pasó con mi hermana Kanae, construí un muro a mi alrededor. No quería perder a nadie más, no quería volver a sentir ese dolor. Pero, de alguna manera, tú has sido capaz de derribar ese muro.

Tanjiro la miraba con atención, sintiendo la profundidad de sus palabras.

—Tú me haces sentir algo diferente, algo que nunca pensé que volvería a experimentar... —continuó Shinobu, con la voz temblorosa—. Lo que quiero decir es que, tal vez, me asusta tanto porque sé que podría ser real.

El silencio entre ellos se hizo palpable. Tanjiro sabía lo difícil que era para Shinobu hablar de sus emociones, y valoraba enormemente su honestidad.

—Shinobu... —dijo él finalmente, con una voz suave—. Yo también he estado pensando mucho en nosotros. No sé si tengo todas las respuestas todavía, pero sé que quiero seguir adelante contigo, paso a paso.

Shinobu levantó la vista, sorprendida pero aliviada por sus palabras. La sonrisa que se formó en su rostro fue sincera y llena de esperanza.

—Eso es suficiente para mí —dijo, soltando un suspiro de alivio.

Antes de que pudieran profundizar más en su conversación, escucharon una voz conocida interrumpiendo el momento.

—¡Ahí están! —gritó Mitsuri, corriendo hacia ellos con una energía renovada—. ¡No van a creerlo! ¡Obanai me confesó su amor!

Tanjiro y Shinobu intercambiaron miradas de sorpresa antes de volver su atención a Mitsuri, que ahora estaba radiante, aunque también parecía un poco nerviosa.

—¿Y qué le dijiste? —preguntó Shinobu con curiosidad.

Mitsuri se sonrojó. —Le dije que no sabía qué sentir todavía... pero que lo apreciaba muchísimo. No sé si mis sentimientos por él son los mismos, pero... estoy dispuesta a intentarlo. ¡Al menos quiero darle una oportunidad!

Shinobu sonrió cálidamente, mientras que Tanjiro también sintió un alivio silencioso al ver a su amiga más tranquila.

—Eso es lo mejor que podías hacer, Mitsuri —dijo Shinobu—. Ser honesta con tus sentimientos y dar una oportunidad es algo muy valiente.

Mitsuri asintió emocionada, pero entonces su expresión se volvió seria.

—Aunque... eso no significa que me haya olvidado de ti, Tanjiro. Sé que solo me ves como una amiga, pero quiero que sepas que siempre estaré aquí para ti, pase lo que pase.

Tanjiro, aunque conmovido, asintió. Sabía que la situación con Mitsuri era complicada, pero estaba agradecido por su sinceridad.

—Gracias, Mitsuri. Eres una amiga muy valiosa para mí —respondió con una sonrisa.

Mitsuri sonrió de vuelta antes de darse la vuelta y regresar con una energía renovada. Mientras se alejaba, Tanjiro y Shinobu se quedaron en silencio por un momento, procesando todo lo que había pasado en tan poco tiempo.

—Las cosas están cambiando muy rápido, ¿no? —dijo Shinobu suavemente.

—Sí, pero creo que es para mejor —respondió Tanjiro, con una sonrisa tranquila.

El atardecer comenzaba a pintar el cielo con colores naranjas y rosados, y mientras caminaban juntos por los pasillos de la escuela, ambos sabían que, aunque aún quedaban muchas pruebas por delante, estaban listos para enfrentarlas.

Cicatrices del Corazón: Amor en la Edad ModernaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora