Nuevos comienzos

333 22 2
                                    

Los recuerdos de su hermano volvían a su mente ahora que se encontraba frente a ese lugar. Años atrás; ambos gobernaban la ciudad a su antojo, policía o mafias, daba igual; ellos tenían ojos y manos en todas partes. Nada se movía sin que ellos lo supieran con anticipación, nadie se atrevía a enfrentarse a ellos. Distribuían las drogas y las armas a toda la ciudad, decidían quien vivía y quien moría.

Pero todo ese poder les llevó a su propia destrucción, se confiaron en exceso y eso les llevo al mismo infierno. El Superintendente logró de alguna forma infiltrar a alguien entre sus filas, este fue ascendiendo poco a poco y cuando estuvo cerca de ellos.... los terminó. Ni que decir tiene, que otras bandas los traicionaron al ver la más mínima oportunidad de deshacerse de ellos; al fin y al cabo si ellos desaparecían, otros podrían ocupar su lugar y su puesto en la cima era demasiado jugoso. Poco a poco aquel infiltrado fue minando sus fuerzas; acabo primero con sus proveedores de armas y con las bandas que aún les temían. Fue acorralándolos poco a poco, se vieron obligados a esconderse hasta que, finalmente, los encontraron. Tras horas de enfrentamiento su mafia calló y el terminó en la cárcel. Su hermano tuvo un destino peor, ya que fue malherido y su destino fue la muerte tras dos meses en coma. Ni siquiera le permitieron acudir a su entierro y tampoco le dieron una tumba digna.

La estancia en la cárcel fue todo lo dura que puede ser cuando apenas tienes apoyos allí, entró sin poder y tubo que ganárselo a base de golpes y nuevas alianzas. Siempre guardando su espalda ya que en ese lugar las traiciones estaban a la orden del día, solo ganaba el que tenía mas contactos, mas poder y más fuerza. Lo único que le hizo mantener la cordura fueron sus deseos de venganza contra el superintendente. Nunca llegó a saber quien era el infiltrado pues todos, a su parecer, cayeron como fichas del dominó, pero también lo encontraría. Todos pagarían por la muerte de su hermano y sus años en la cárcel.

Fueron necesarios 10 años para que eso ocurriese; de alguna forma le dieron la condicional a pesar de estar condenado a perpetua pero no se iba a quejar. Pasó sus primeros días en libertad, buscando información sobre las bandas y lo que se movía en ese momento en la ciudad. Todo se había ido a la mierda, por lo que nadie tenía un gran poder y nadie poseía gran cosa. Parecía que los planetas se habían alineado a su favor para volver a crear su imperio. Comenzó trabajando como pescador, sacándose el dinero como bien podía y conociendo gente para lograr contactos de nuevo.

Pero todo cambió en un atraco a un badulaque, él terminó siendo un rehén más pero gracias a su facilidad de palabra hizo muy buenas migas con el atracador. Tampoco dejemos de lado el echo de que él era un delicuente más en esa ciudad aunque no estuviera en su mejor momento. Era solo un niño a sus ojos, pero había algo en él que le hacía peligroso. De alguna manera, terminó el atraco con él en el coche como conductor. Pocos minutos fueron suficientes para perder a la policía a pesar de no tener un gran coche, pero sus dotes como conductor no se habían visto mermadas después de tantos años. El no tenía máscara por lo que si la policía era un poco avispada no tardarían en localizarlo; por lo que, tras intercambiar teléfonos abandono a su nuevo amigo y se ocultó en su apartamento durante un par de días.

Todo siguió su rumbo con normalidad hasta que, una semana después aquel atracador se puso en contacto con él para llegar a un acuerdo. No lo dudó un instante y quedaron en un lugar público pero discreto a la vez. No se puso máscara, ya que el atracador lo conocía y al ser un lugar publico no temía que le hiciera daño, más bien el conocería el rostro de su nuevo amigo. Llegó al lugar acordado unos 15 minutos antes de la hora para hacer un perímetro del lugar y comprobar que no se tratara de algún tipo de trampa, pero todo parecía en orden por lo que se sentó a esperar mientras se fumaba un cigarro.

-¿Freddy verdad?

-¿Como dices neno?

-Perdona, ¿debo llamarte Caín acaso?

- ¿Y tu quien eres pavo?

-Luisito, me estás esperando a mí.

No se equivocó al pensar que era un crío, realmente lo era. Pero también era más listo de lo que esperaba, supo su identidad real desde que lo llamó por teléfono y eso le intrigaba. El no era nadie en la ciudad pero tuvo los medios para encontrarlo y saber quien era antes de contactarlo.

-Bueno pavo ¿y que es lo que quieres de mí?

-Quiero llegar a un acuerdo contigo

- Sigo esperando a que abras esa boca neno, el tiempo es oro y no quiero perderlo con tonterías.

-Mira Caín, no te pongas tonto porque doy media vuelta y no vuelves a saber de mi.

-¿Y eso que me importa? Eres tú el que me llamaste neno.

-Quiero contratarte

-¿ A mi? ¿Para qué y porque voy a estar interesado?

- Eres un buen conductor y no creo que pescar y andar buscando chatarra sean tu trabajo soñado.

-Continúa.

-Sencillo, cuando te llame vendrás donde te diga. Si escapas te llevas un tanto por ciento del botín, si no lo haces te pagaré 500 dólares. Es un win win para ti.

-No si me detienen.

-Yo pago la multa en tal caso, pero estando con la condicional algo me dice que no va a pasar.

-Me parece un buen trato, por ahora.

-Hazlo bien y te garantizo que no te vas a arrepentir. Vamos, empecemos por una joyería. Demuéstrame que no fue pura suerte.

-Tengo tiempo.

Sin lugar a duda, ese crío escondía mucho más de lo que parecía a simple vista. Por supuesto, el atraco a la joyería salió perfecto y se llevó a casa el porcentaje acordado. Las llamadas fueron incrementándose poco a poco y su cartera fue creciendo, nunca lo atrapaban y así iba a seguir siendo. Sabía que Luisito no trabajaba solo, pero hasta ahora solo trabajaba con él, cuidaba muy bien sus espaldas.

-Además de saber usarlos, ¿se te da bien la mecánica?

-No tienen ningún misterio para mi pavo.

-Tengo otro trabajo para ti, trabajarás para mi a tiempo completo desde ya.

-¿Y porque eso iba a interesarme?

- Hasta ahora a sido así ¿no? Vamos, voy a presentarte a unos amigos.

Esta vez le tocó sentarse en el asiento del copiloto. Luis condujo rápidamente por la ciudad; realmente no lo hacía nada mal, no es tan bueno como él pero no se le daba mal. Llegaron a un taller que no conocía en la ciudad, tampoco es que tuviera coche para moverse por lo que no le extrañó demasiado; el Pit stop. Había varias personas allí, en cuanto Luis salió del coche todos fueron a informarle de diferentes cosas con discreción hasta que lo vieron a él.

-Chicos, este es Freddy, ya os hablé de él. Desde ahora trabaja con nosotros en el taller.

-Yo soy Oliver y ella es Remi. Aquel de el fondo es Cholo, adoptado. ¿Lo sabe Bo?

-No tengo que pedirle permiso, hago lo que me da la gana igual que él. ¿Donde están los demás?

-Se fueron con Bo a otros asuntos.

-Perfecto, enseñarle el taller a Freddy.

-Llamarme Caín.

Todos eran bastante amigables, pero notaba que guardaban las distancias y eran desconfiados. Observé el taller todo lo que pude, parecía completamente legal todo. Pero aquí hay demasiado dinero invertido para el estado en el que estaba la ciudad. Un taller así, solo puede mantenerse de una manera y no es la manera legal.

Doble CaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora