La Playa

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Cuando salió de trabajar aquella tarde, Freddy decidió visitar la pequeña tumba donde habían enterrado a su hermano como si fuera un cualquiera, no era una tumba en sí, si no una cajonera donde depositaban las cenizas de las personas sin recursos y de cuyos gastos se ocupaba el ayuntamiento.

Ir allí le recordaba el porqué de seguir adelante y con el Superintendente de vuelta todo era mucho más sencillo porque no tendría que buscarlo, lo tenía en bandeja. Le quedaba trabajar duro para hacer contactos y buscar aliados, dinero y poder. Ya era casi de noche cuando al abandonar el lugar, oyó unos gemidos a lo lejos, no le dio importancia hasta que al observar vió una cabellera rubia sentada al lado de una tumba. Intentó acercarse sin hacer ruido para confirmar, era quien pensó en un principio, Gustabo. Parecía que hablaba consigo mismo, no lograba entender muy bien lo que decía, pero si pudo darse cuenta de que estaba hundido de dolor y llorando. Se mantuvo observándolo unos minutos y justo cuando había decidido irse, Gustabo se levantó y Freddy se escondió para no ser visto.

-Te juro por mi vida que lo va a pagar Horacio, ese maldito viejo nos las va a pagar así termine muerto en el intento. No volverá a escapar, te lo prometo.

Siguió escondido mientras el rubio abandonaba el cementerio y por pura curiosidad se acercó a la tumba que Gustabo visitó "Horacio Pérez" la tumba estaba descuidada por completo, hacía tiempo que nadie la visitaba, no le importaba a nadie excepto a Gustabo pero ¿porqué? ¿quien era ese Horacio? ¿Por el odiaba tanto a Conway? ¿Por eso abandonó la policía? Eran demasiadas las preguntas que le vinieron a la cabeza y ninguna respuesta. Pero lo que vió fue a un hombre fuerte y sin miedos completamente hundido por el dolor, sus palabras solo le demostraron que Gustabo buscaba venganza contra la misma persona que él; por separado era difícil, sobre todo para el que no tenía nada en ese momento, pero con tiempo .... ¿quien sabe?

Los días fueron pasando de una forma bastante monótona para Freddy. Atracos y taller, quería ganar dinero para lograr un buen coche para las carreras, el masacro era un buen coche pero el quería más por lo que trabajo horas extras y se apuntaba a cada atraco que surgía. Gustabo iba y venía sin horario fijo, y tampoco es que hiciera mucho en el taller, Oliver era el único y verdadero encargado. Poco a poco se fue llevando mejor con todos, a excepción de Remi que seguía manteniendo las distancias ya que claramente no se fiaba de él. Bo seguía desaparecido a vista de Freddy, aunque un día que salió el último del trabajo a excepción de Cholo, le pareció ver a alguien saliendo de una zona del taller que no debería salir. Es decir, había una puerta donde aparentemente solo había una pared; no era nadie conocido por lo que dió por supuesto que se trataba de Bo, aunque no le dijo nada ni mencionó nada sobre aquella puerta. Un viernes, estaban en la zona de descanso hablando y riendo, hacían planes para el fin de semana ya que mayoría se lo tomaban de descanso. Realmente, eran la mayoría unos críos; si bien eran serios cuando debían ser, no desperdiciaban un momento de diversión. Cuando menos lo esperabas, ponían música y se dedicaban a bailar sin sentido, como en ese momento. Solo él y Gustabo permanecían sentados.

-He tenido suficiente por hoy, me largo de aquí.

-¿Dónde vas neno?

-Fuera he tenido suficiente, quizás me tome un helado. ¿Vienes?

-Suena mejor que seguir aquí haciendo el tonto.

- Voy a cambiarme y nos vamos.

Gustabo se levantó sin más y quitándose la camiseta se fue a los vestuarios. Freddy no le quitó ojo en ningún momento. Observó cada centímetro de su espalda musculada y tatuada y cuando quiso darse cuenta ya le estaba mirando el culo. Cuando se dio cuenta cerró los ojos y negó con la cabeza para ordenar de nuevo sus pensamientos, apenas había podido hablar con Gustabo desde la visita del viejo y ese era un buen momento para acercarse un poco más a el.

Doble CaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora