Rogelio

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Freddy utilizó la excusa de trabajar con el Abuelo para apartarse tanto del taller como de las carreras durante unos días. Lo ocurrido con Gustabo y con Dan era algo que no podía sacarse de la cabeza, no sabía que le estaba ocurriendo y antes de enfrentar a cualquiera de los dos, decidió apartarse lo más posible. No se engañaba a sí mismo, en poco tiempo Gustabo se había ganado su confianza y se sentía pleno a su lado; era divertido y desenfadado, pero serio en los momentos necesarios, tenía un aire de misterio a su alrededor que lo atraía. Dan por otro lado era todo lo contrario; solo lo había visto un par de veces pero se denotaba su autoridad y confianza en sí mismo, era un buen piloto, pero sus ojos lo habían atrapado desde el primer día, esa mirada intensa y penetrante parecía que leía todo de el con solo un vistazo.

-Haber pituko, ¿hiciste lo que te pedí?

-La duda ofende pavo. Limpio y sin problemas, la policía es una inútil y yo soy mejor piloto.

-Solo pregunto Rogelio, ¿algún contacto de confianza?

-Puse a un par a trabajar, a ver que tal se les da y a partir de ahí vamos viendo. ¿Esos amigos tuyos no pueden echarnos una manos en eso?

-Ya les debo bastante, nos buscamos la vida pavo.

-Solo pregunté. ¿Tienes más para mí?

-Donde siempre ¿y el dinero?

-¿Tu que crees?

-Freddy, estás muy raro últimamente. No dejas de trabajar, pero tu cabeza está en otra parte ¿alguna pituka te tiene tonto o que pasa?

-No me busques las cosquillas Rogelio, haz lo que sabes y a lo tuyo.

Rogelio no era el primero en haberle comentado eso. Se refugiaba en el trabajo con el Abuelo para escapar de aquellos dos hombres que invadían sus pensamientos, pero también para intentar sacarlos de su cabeza. Su esfuerzo hizo que el Abuelo y Bo confiaran en el y lo llevaran rápidamente a las plantaciones que tenían, de ese modo el podía directamente ir a recoger y preparar todo para la venta sin necesidad de molestarlos. Era lógico que llamaría a Rogelio, ya que este era su único amigo en la ciudad y el único en el que confiaba fuera del grupo del Pit Stop. Nadie le decía nada por no ir al taller, pues todos sabían que se estaba centrando en los demás negocios pero muy adentro reconoció para sí mismo que echaba de menos aquellos momentos en el taller. Tras una venta de droga que salió mal, Freddy tuvo que iniciar una huida de dos patrullas de la policía; se libró fácilmente de ellos pero su coche empezó a fallar, por lo que fue al taller. Era tarde y no debería encontrarse allí a nadie, o al menos no a Gustabo.

 Como predijo, no había nadie por lo que pudo reparar rápidamente el fallo en su coche. Cuando iba a irse, notó una luz saliendo de aquella falsa pared de dónde una vez había visto salir a Bo; pensó en ignorarlo e irse hasta que oyó una voz que le resultaba familiar. Su cuerpo venció a su cabeza y cuando quiso darse cuenta estaba asomado y observando a Gustabo. Éste se encontraba trabajando en su Jester, sin camiseta y escuchando música con sus audífonos distraído, por lo que no se dió cuenta de que estaba siendo observado. Freddy se quedó en la puerta observando a aquel rubio trabajar; se fijó en cada centímetro de su espalda desnuda, cubierta en su totalidad por un tatuaje de un ave fénix. Era un tatuaje imponente, un ave negro rodeado de llamas en color rojo y amarillo, pero lo que más destacaba de este eran los ojos azules que tenía dibujados. Inconscientemente, estudió cada centímetro de su cuerpo; sus fuertes bíceps, sus manos.... su mirada fue bajando lentamente hasta que se posó en su culo.

Gustabo por su parte, estaba hundido en sus pensamientos; reparar coches le relajaba y los últimos días había tenido demasiado trabajo. Escuchar música le ayudaba a meterse en su propio mundo, hasta que la alarma del taller saltó en su teléfono y se puso alerta. Observó la cámara y al ver que se trataba de Freddy sonrió para sí mismo, dejó la puerta secreta un poco abierta y continuó como si nada en su trabajo. No pasó mucho tiempo, cuando notó la mirada del moreno sobre él, pero este no se acercaba. Gustabo siguió con su trabajo como si no supiera que estaba siendo observado, tarareaba la canción que estaba escuchando y movía un poco su cuerpo al compás de la música mientras seguía con lo suyo. Cuando decidió que fue suficiente, y ya que el moreno no hacía nada más; se puso disimuladamente sus gafas de sol y tomó un arma que tenía en su cintura. Arma en mano, se dió la vuelta y se sorprendió al ver al moreno a pocos pasos de el, pero mantuvo su actitud y le apuntó con el arma sin ningún atisbo de duda en el. Freddy se sorprendió ante el acto del rubio, pero rápidamente levantó las manos y trató de tranquilizar al contrario, que parecía sorprendido con su presencia.

Doble CaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora