Boosting

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Las semanas pasaron bastante rápido. Fue más satisfactorio de lo que esperaba trabajar en ese taller, no había demasiado trabajo y todos eran bastante divertidos. Poco a poco se fueron fiando más de él y empezó a atracar con otros miembros del taller. Si él no era el conductor, se encargaba de los posibles bloqueos a la policía. En poco tiempo pudo comprarse un Masacro y prepararlo como él quería.

Las carreras habían comenzado, pero el no sabía quien se ocupaba de eso. Echaba de menos demasiado esa sensación, esa adrenalina que solo las carreras le daban. Todos en el taller tenían buenos coches en realidad, todo venía de donde venía y debían blanquear de alguna forma el dinero. Creía que los chicos tenían o sabían algo del tema, pero tampoco quiso forzar la situación por lo que solo se dedicó a esperar. Conocían sus habilidades y podría traerles fama y dinero fácilmente.

El tal Bo, siempre entraba a trabajar cuando el no estaba al igual que otros que trabajaban directamente con él. Aunque eso daba igual, nadie en ese taller hacía nada sin la aprobación de Luisito o de Bo. Con él, había creado una buena relación; era divertido pero frío, nadie se atrevía a contradecir nada de lo que decía. En cierto modo se sentía incluso protector con él. Tras un atraco al banco de Paleto, Luisito lo llamó a su oficina justo cuando iba a abandonar el taller.

-Caín, tenemos que hablar.

-¿Que pasa neno? ¿Algún problema?

-No, pero quiero que empieces a trabajar en otras cosas. Con esta tablet y el usb que te voy a dar podrás empezar a hacer Boosting. ¿Sabes de que va no?

-Claro neno, no soy ningún principiante.

 -Por ser tu, te la doy en préstamo. Me debes 10 mil pavos ¿entendido? Puedes vender los coches, quedártelos, lo que te de la gana. Pero tienes dos semanas para pagarme y no la pierdas ni hables de esto con nadie.

-Sin problema, puedo pagarte ya mismo. ¿Transferencia?

-Vaya, espera te hago una facturita del taller y me pagas

-¿Algo más?

-Observa la tablet, desde ahí también se van a lanzar las carreras de la ciudad. Algo me dice que te encanta.

-No sabes cuanto neno.

-Créate un nombre y prepárate, en media hora tenemos una.

En media hora, todos los del taller estábamos listos para acudir a la carrera. Nos separamos hasta el lugar de salida para no levantar sospechas con la policía. Como no, la salida era en el Observatorio de la ciudad. Había unos 20 coches y bastante gente; se puso su máscara y salió del mismo. Le encantaba aquel ambiente, habló y conoció a muchas personas, nadie relevante por lo que parecía hasta ahora, pero contactos al fin y al cabo. Luisito le hizo una señal y se acercó al grupo con el que estaba.

-Caín, estos son el Emperador y Dan.

-Hola Caín, un gusto.

-¿Vas a correr? No tienes pinta de saber condusir, mas bien pareses un mofetelo.

-A mi no me vaciles pavo, no sabes quien soy. Cierra la boca y habla en la carrera ¿me entiendes o no?

- Mira mofetelo, si tan seguro estás, hagamos una apuesta.

-Mira niñato, no me toques las pelotas y déjame divertirme tranquilo.

-Pasa de él, le gusta provocar. ¿Todo listo Luisito?

-Si, todos a los coches. En cinco minutos salimos.

Por ser el último en llegar, salía casi al final de la carrera. Mientas que el maldito chino y su amigo estaban en las primeras posiciones; Luisito y otros del taller estaban hacia la mitad, poco le importaba, sabía que los adelantaría muy rápido. Cuando se lanzó la carrera no dudo ni un segundo, adelanto a los primeros coches a su alcance sin ninguna dificultad. Los minutos pasaban y terminó la primera vuelta en mitad de la tabla. La adrenalina corría por su cuerpo como hacia años que no sentía y eso lo envalentonaba aún más en la carrera. Hizo la segunda vuelta en un tiempo récord y sin casi ningún problema para adelantar. Cuando la tablet avisó de que daba comienzo la última vuelta el ya se encontraba en tercer lugar, tras el chino y su amigo. El puñetero chino sabía defenderse bien; el tal Dan intercambiaba posiciones con él, era bueno si, pero él era mejor.

Estaban a punto de terminar la carrera, cuando empezaron a oír las sirenas de la policía. Por la radio empezaron a avisar de perderlos e ir separándose pero permanecer cerca para ayudar a los que lo necesitasen. Un interceptor se puso tras el, por habilidad era capaz de perderlo pero el patrulla era más rápido por lo que le recuperaba la distancia rápidamente. Escuchaba en la radio como todos se iban librando y abandonando la carrera. Su coche ya tenía varios golpes e iba a comenzar a fallar, por lo que pidió ayuda por radio a Luisito. Este no podía ayudarlo ya que estaba librándose de otro patrulla pero entonces, el coche de Dan apareció detrás del Interceptor que le perseguía.

-Caín, ve hacia la zona rica. Yo me ocupo del patrulla, intenta ganar algo de distancia.

-Haré lo que pueda neno, el coche no va a tardar en fallar.

-Tu déjame a mi.

Tal y como Dan le dijo, fue a la zona rica. Su coche tenía mejores giros que el Interceptor y eso le daba un poco de ventaja. Cuatro curvas fueron suficientes para lograr el espacio que necesitaba. El interceptor se acercó de nuevo y entonces Dan salió de una calle paralela haciéndole un bloqueo al patrulla. Aprovechó esos segundos para escapar y metió su coche en un garaje que encontró escondido saliendo ya de la zona rica.

-¿Caín? Se han ido de la zona, puedes irte.

-¿Y tu pavo?

- En un par de curvas estoy, pero mi coche....

-Vete a algún garaje y pásame ubicación.

Salió del garaje y condujo hasta la ubicación que Dan le envió por la tablet. En realidad no estaba tan lejos de él, pero ya no se oían patrullas. En cuanto llegó, Dan se subió a su masacro y le marcó en el gps el taller. Freddy intentó no mostrar ninguna reacción ante ese simple hecho, pero ese simple gesto le daba más información interesante. Dio un par de vueltas y finalmente llegó al taller justo cuando su teléfono comenzaba a sonar, no se molestó en contestar puesto que en cuanto metió su coche Luisito colgó su teléfono.

-Ya pensé que no la librabas.

-Porque este pavo me ayudó, tengo el coche a punto de romper neno.

-Suerte que trabajas en un taller, quítate la máscara anda que estamos en confianza.

-Buena carrera gallego, si me disculpáis yo me retiro.

-Vamos Dan, quédate a divertirte un rato.

-El emperador me espera, y no le gusta esperar ya lo conoces. Me robo un coche ¿vale?

- Un placer Caín, nos vemos pronto.

El tal Dan no se quitó la máscara en ningún momento al igual que él. Al despedirse le dio un golpe amistoso en el hombro y entonces fue cuando lo vió. Sus ojos, azules como el mar, claros pero intensos; le miraban y el se quedó hipnotizado durante breves segundos. ¿Como no lo vió hasta ese momento? Al mirarlo, notó como sus ojos azules intensificaban su color y sus pupilas se dilataban levemente. Ese simple gesto, lo hizo salir de su ensoñación y una pequeña sonrisa salió de su boca. Dan cerró brevemente los ojos y se fue sin decir nada más. Ya no le miraba, pero seguía notando la intensidad de su mirada dentro de su cuerpo. Solo pudo quedarse allí parado viendo como se iba del taller, hasta que Luisito lo sacó de su ensoñación.

-¿Quien es ese pavo?

-Un amigo, quizás algún día se fíe de ti para presentarse formalmente jajajajajaja.

- Es bueno, pero el chino ese es un poco faltoso.

-Creí que lo tuyo eran las pelirrojas Freddy.

-¿Pero qué dices neno? Déjate de tonterías porque aún te llevas un puñetazo en la boca anda.

-Lo que tu digas, arregla tu coche. Yo me voy ya, mañana nos vemos.

-Mañana me lo tomo de descanso ¿O hay algo importante que hacer?

-Tranquilo, nos arreglamos. Descansa Freddy


Doble CaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora