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𝐓𝐍 𝐆𝐀𝐌𝐄𝐙

9:30 p.m.

La música a mi alrededor no era tan fuerte como mis pensamientos en ese momento. No me sentía bien, no sabía qué hacía allí.

César llegaba hoy. Hace tres días se fue a unas tocadas fuera de la ciudad, y lo hizo aún enojado conmigo. Solo quería esperarlo en casa y hablar.

Hace una semana fue nuestra pelea, y los días antes de irse los pasó todo el tiempo en el estudio, regresando muy tarde. Algunos días yo tenía trabajo y lograba distraerme, pero otros solo me los pasé llorando y odiándome.

—¡Tn! Prueba esto, chica, deja todo de lado y disfruta —dijo Andrea, acercándome un vaso rojo. Lo tomé, pero no bebí.

—Gracias, Andy —intenté sonreír, pero fue más una mueca que otra cosa.

Pareció notar mi esfuerzo. Más bien, notó mi intento de participar en la convivencia.

Originalmente, ellas solo me habían invitado a cenar, pero terminaron trayéndome a un antro y no quisieron llevarme de vuelta a casa. Por "ellas", me refiero a Valentina, Andrea y Lillian.

—¿Qué pasa, Tn? Deberías dejar esa cara y disfrutar —dijo Lillian mientras levantaba la mirada, encontrándome rodeada por las tres.

Solo quería irme a casa.

—Hermana, olvídate del tonto de mi cuñado al menos por unas horas. Él también ha salido a tomar y disfrutar con sus hermanos, haz lo mismo —comentó Valen.

Sí, los días que llegaba tarde del estudio era porque, al salir, iban a algún bar o antro. Llegaba a casa oliendo a alcohol.

—Yo tuve la culpa de que nos peleáramos, no él. Tiene derecho a distraerse —me encogí de hombros.

—¡Tú también! Ya le pediste perdón y no lo aceptó. Que se friegue si su orgullo es más grande que su amor por ti —gritó Andrea debido a la música—. Tú también necesitas despejarte.

—Quiero irme a casa, chicas. Debe estar por llegar y no me va a encontrar. Quiero hablar bien con él.

—Pues que llegue. Que no piense que te tiene como tonta esperándolo nomás. Tú también puedes salir a tomar —dijo Lillian mientras bebía de su vaso de martini.

—Lillian tiene razón, hermana. Ya lo esperaste toda la semana. Los días que ha estado fuera solo has estado pegada al teléfono —Valen señaló mi celular—. Olvídate de sus problemas por unas horas.

Es cierto. Toda la semana sus mensajes solo habían sido para decirme dónde estaba, que iba a subir al escenario o que iban a ir a cenar, a algún bar o a descansar.

—Tienen razón. Ya le pedí perdón y si no lo acepta, es su problema. Yo también puedo disfrutar mi noche como él lo ha hecho —dije, y de un trago bebí el contenido de mi vaso.

¿Qué es esto?
¿95% alcohol y 5% agua o qué?
Bueno... me gusta.

—¡Esa es mi prima! Que se joda mi primo —celebró Andrea.

—¡Vamos a bailar! ¡Esa canción me encanta! —dijo Valen, jalándonos a todas al centro de la pista.



1:00 a.m.

Gasolina de Daddy Yankee resonaba en todo el lugar. Movía mi cuerpo al ritmo de la música, sin la intención de llamar la atención de nadie, solo disfrutando. Las chicas a mi alrededor bailaban igual que yo. Había más personas a nuestro lado, pero tratábamos de mantenernos juntas. Con algunas copas encima, nos soltamos más, pero sin perder de vista a las demás.

Cerré los ojos cuando empezó a sonar Bebé de Yng Lvcas y Peso Pluma. Me gustaba todo tipo de música, y este tema en particular me encantaba.

—Ya no me basta con escuchar a Peso Pluma, necesito besármelo o algo —gritó Andrea mientras íbamos a nuestra mesa por más tragos—. ¡Y a Gabito Ballesteros también!

—A mí con el Ashe —respondió Valen, y todas reímos, asintiendo.

Claramente, estábamos pasadas de copas ya.

—¿Ya estamos borrachitas, hermosas? —preguntó Lillian juguetona, y todas asentimos—. Solo nos escuchan los tóxicos.

—No vayan a aparecer Gabito, el Ashe y el Peso a besarnos —dijo Valen exagerando, y todas soltamos una carcajada.

—Si así fuera, ellos lo creerían más que nosotras mismas —dije, rellenando mi vaso de vodka.

—Pues ojalá a mí sí, yo sí estoy soltera —respondió Andrea levantando su vaso—. ¡Salud! Por los preciosos que queremos que nos besen.

Reímos, chocamos vasos y bebimos todo de un solo trago antes de regresar a la pista.

Los problemas desaparecieron después del tercer trago. Ya no llevaba la cuenta de cuántos llevaba, pero los problemas seguían sin aparecer.

Todo estaba bien... o eso pensaba, hasta que me di cuenta de que algo me faltaba.

—Oigan —llamé su atención. Se acercaron—. ¿Han visto mi celular?

—Me lo diste a mí. Está bien guardado, no te preocupes —respondió Andreay,  continuamos disfrutando de la música.


2:30 a.m.

No sabía qué hora era, pero llevábamos bastante tiempo aquí, bailando y tomando. Solo parábamos para rellenar los vasos o ir al baño, como cuando acompañamos a Valen hace un rato. Incluso tomamos algunas fotos antes de volver a la pista.

No había revisado mi celular en toda la noche. No sabía si César ya había llegado o si me había escrito, aunque lo más probable es que no lo hubiera hecho.

¿Me duele? Claro que me duele. En todo nuestro primer año de casados nunca habíamos estado así de distanciados. Supongo que es parte del matrimonio. Pero siendo sincera, cuando nos casamos pensé que nunca pasaríamos por esto.

Me recuerda a mis noviazgos antes de César, donde siempre era yo la culpable, la que tenía que pedir perdón aunque no lo fuera. Esta vez sí fue mi culpa, pero... pensé que nunca volvería a sentirme así.



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𝙎𝙞,𝙎𝙞 𝙚𝙧𝙚𝙨 𝙩𝙪 {𝘾𝙚𝙨𝙖𝙧 𝙋𝙖𝙧𝙧𝙖 𝙮 𝙏𝙣}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora