En un mundo de sombras y secretos, Seungmin, un ladrón huérfano con un pasado turbulento, y Christopher Bahng, el despiadado líder de la mafia más poderosa de Corea, están destinados a enfrentarse. Seungmin y sus amigos planean el golpe perfecto: ro...
Mientras el caos reinaba en el cuartel de la mafia tras el ataque, Jisung y Félix se encontraban lejos del conflicto, en su escondite habitual. Las luces eran tenues, y el lugar estaba lleno de documentos y mapas estratégicos, además de algunos dispositivos que parecían improvisados. El ambiente entre ellos era tenso, aunque no por el peligro inmediato, sino por la creciente presión de que algo grande se acercaba.
—No me gusta esto —murmuró Jisung mientras pasaba una mano por su cabello. Estaba inquieto, caminando de un lado a otro mientras observaba el plano de un edificio en la mesa—. Seungmin ha estado desaparecido demasiado tiempo.
Félix, sentado en el borde de la mesa, revisaba un pequeño dispositivo en sus manos. Sus cejas estaban fruncidas en concentración, pero miró a Jisung con una expresión preocupada.
—Tienes razón —respondió Félix—. Pero no podemos hacer mucho hasta que tengamos más información. Sabíamos que este trabajo iba a ser complicado desde el principio. Christopher no es cualquier jefe.
Jisung soltó un suspiro pesado y golpeó la mesa con frustración. —¡Lo sé! Pero no esperábamos que Seungmin fuera atrapado tan rápido. Está solo ahí dentro, y ni siquiera sabemos si sigue vivo. ¿Y si lo han descubierto? ¿Y si está...? —Su voz se quebró ligeramente al pensar en las peores posibilidades.
Félix dejó el dispositivo y se levantó, apoyando una mano en el hombro de Jisung, obligándolo a detenerse. —Hey, no pienses así. Seungmin es más fuerte de lo que creemos. Ha salido de situaciones peores. Pero necesitamos ser inteligentes en esto. Si nos lanzamos a lo loco, solo empeoraremos las cosas.
Jisung cerró los ojos por un momento, intentando calmarse. Sabía que Félix tenía razón, pero la incertidumbre lo estaba carcomiendo. Finalmente, tomó una respiración profunda y se forzó a pensar con más claridad.
—Bien. Entonces, ¿qué hacemos ahora? —preguntó, dirigiendo su mirada al mapa que tenían en la mesa.
Félix esbozó una leve sonrisa, señalando una zona del mapa que había marcado previamente. —Ya he estado trabajando en algo. Este lugar aquí... es uno de los almacenes más importantes de la mafia. No está tan vigilado como su cuartel principal, pero tiene información clave. Si logramos infiltrarnos y conseguir algunos archivos, podríamos descubrir qué está pasando realmente. Y tal vez incluso encontrar una forma de sacar a Seungmin de ahí.
Jisung lo miró con renovada determinación. —Entonces es hora de ponernos en marcha. No podemos dejar a Seungmin en sus manos más tiempo. Si hay una oportunidad de sacarlo, la tomaremos.
Félix asintió, ya preparándose mentalmente para lo que vendría. Sabía que la próxima jugada sería decisiva, no solo para salvar a su amigo, sino también para cambiar el rumbo de su plan original. Estaban entrando en un territorio peligroso, pero no pensaban retroceder.
Mientras tanto, Seungmin, ajeno a los planes que sus amigos estaban ideando, seguía enfrentándose al dilema en el que Chris lo había puesto. La tensión entre los dos grupos solo estaba comenzando a intensificarse.
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