En un mundo de sombras y secretos, Seungmin, un ladrón huérfano con un pasado turbulento, y Christopher Bahng, el despiadado líder de la mafia más poderosa de Corea, están destinados a enfrentarse. Seungmin y sus amigos planean el golpe perfecto: ro...
El frío aire nocturno rodeaba a Christopher mientras esperaba en la penumbra. Seungmin estaba a su lado, su cuerpo tenso después de todo lo que había sucedido en las últimas horas. La confrontación con la mafia Choi estaba a punto de desatarse, y lo único que Christopher quería era mantener a Seungmin a salvo, pero sabía que no sería fácil.
Una risa baja resonó desde las sombras, interrumpiendo el silencio.
-¿Así que este es el famoso Christopher Bahng? -la voz de Soobin llegó con una calma peligrosa, su tono cargado de un veneno contenido.
Christopher giro la cabeza lentamente, encontrado al joven de la mafia Choi, parado a pocos metros. Soobin estaba vestido impecablemente, su expresión tranquila pero sus ojos traicionaban una intención oscura. Tras él, un grupo de hombres armados aguardaba, listos para atacar a la mínima señal.
-Parece que finalmente decidiste dar la cara -dijo Christopher con frialdad, su mano tocando la pistola en su cinturón sin apartar los ojos de Soobin.
-No tenía otra opción, ¿verdad? Después de todo, tu pequeño amigo aquí ha estado causando algunos problemas. -Soobin hizo un gesto hacia Seungmin, sonriendo de lado-. Dime, ¿cómo te sientes sabiendo que tu nueva "alianza" está colapsando?
Seungmin intentó mantener una expresión neutral, pero el peso de la mirada de Soobin era sofocante. Sabía que esto no se trataba solo de poder; era personal, y estaba en el centro de ello.
-¿Qué quieres, Soobin? -preguntó Christopher, directo, sin dejarse intimidar.
-¿Qué quiero? -Soobin soltó una pequeña risa, como si la pregunta hubiera sido divertida-. Quiero lo que siempre he querido: el control. El poder. Y tú, Bahng, estás en mi camino.
Un silencio cargado siguió a sus palabras. Los hombres de ambos lados tensaron sus armas, esperando el momento de actuar.
-No estoy aquí para negociar contigo, Soobin -dijo Christopher, su voz baja pero amenazante-. Si crees que puedes intimidarme o jugar con mis aliados, estás muy equivocado.
Soobin levantó una ceja, claramente divertido por la respuesta de Christopher. Dio un par de pasos hacia adelante, rompiendo la distancia entre ellos. Cuando habló, su tono era casi amable.
-Christopher, no me malinterpretes. Todo esto... no es más que una oportunidad para mí. Y tú... -Soobin se giró ligeramente hacia Seungmin, sus ojos llenos de una astucia calculada-. Tú solo eres una pieza más en el tablero. Una pieza interesante, pero prescindible.
-Cállate -gruñó Seungmin, pero Christopher lo detuvo con un gesto rápido Antes de que pudieran reaccionar, el sonido de disparos llenó el aire.
Los hombres de Soobin abrieron fuego sin previo aviso, desatando el caos. Christopher y Seungmin se lanzaron a cubierto detrás de un muro cercano, las balas chisporroteando a su alrededor.
-¡Seungmin, quédate aquí! -gritó Christopher mientras sacaba su pistola y comenzaba a devolver el fuego.
El caos era total, las luces de los disparos iluminaban brevemente la noche mientras ambos lados se enzarzaban en una violenta batalla. Seungmin intentaba mantener la calma, pero su corazón latía con fuerza. A su lado, Christopher estaba concentrado, disparando con precisión letal a cualquiera que intentara acercarse.
De repente, Seungmin sintió una presión extraña detrás de él. Se giró demasiado tarde. Un brazo fuerte lo rodeó por el cuello, tirándolo hacia atrás. Intentó luchar, pero la fuerza del agarre lo dejó sin aire.
-¡Seungmin! -gritó Christopher al verlo siendo arrastrado hacia uno de los vehículos negros que había llegado en la confusión.
Un hombre de la mafia Choi lo había capturado, llevándolo a la fuerza hacia la camioneta. Seungmin pateaba y forcejeaba,pero el tipo era demasiado fue Sintió un golpe en la cabeza, y su visión se volvió borrosa.
-¡No! -Christopher disparó, eliminando a uno de los hombres, pero no fue suficiente. Otro de los secuaces de Soobin cubrió la retirada, y la camioneta arrancó a toda velocidad, llevándose a Seungmin con ellos.
Christopher maldijo en voz baja, corriendo hacia el lugar donde el vehículo desaparecía en la distancia, su corazón latiendo con una furia que no podía controlar.
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