En un mundo de sombras y secretos, Seungmin, un ladrón huérfano con un pasado turbulento, y Christopher Bahng, el despiadado líder de la mafia más poderosa de Corea, están destinados a enfrentarse. Seungmin y sus amigos planean el golpe perfecto: ro...
El rugido del motor llenaba el silencio de la noche mientras Christopher aceleraba por la carretera, sus manos aferradas con fuerza al volante. La camioneta en la que se habían llevado a Seungmin estaba a varios metros delante, apenas visible a través del parabrisas sucio por el polvo y la velocidad. Los faros delanteros cortaban la oscuridad como cuchillas, pero su mente estaba nublada con una mezcla de furia y preocupación.
"Vamos, no me hagan esto ahora...", murmuró entre dientes, pisando aún más el acelerador. Sabía que cada segundo que pasaba alejaba más a Seungmin de él, y con cada metro que la distancia crecía, la posibilidad de recuperarlo intacto se hacía más pequeña. De repente, sus ojos captaron algo en el espejo retrovisor. Luces brillantes acercándose a toda velocidad. Antes de poder reaccionar, un fuerte impacto lateral lo sacudió. Un auto negro embistió con fuerza el costado de su vehículo, haciendo que las ruedas traseras patinaran sobre el asfalto.
El chirrido de los neumáticos y el crujido del metal llenaron el aire mientras luchaba por mantener el control. Giró el volante bruscamente, tratando de evitar volcarse, pero otro golpe lo lanzó fuera de la carretera, haciendo que su coche girara violentamente antes de estrellarse contra un árbol en la cuneta. Los airbags se desplegaron con un estruendo, cubriendo la visión de Christopher por un instante. Aturdido y con un zumbido en los oídos, Christopher intentó moverse, pero el cinturón de seguridad lo mantenía firmemente en su lugar. Golpeó el volante con frustración, sus manos temblando. "Maldita sea..." masculló. Los hombres de Soobin habían planeado esto cuidadosamente. Sabían que iría tras Seungmin y estaban dispuestos a detenerlo a cualquier precio.
Respirando con dificultad, logró desabrocharse el cinturón y empujar la puerta para salir del coche destrozado. Sabía que no podía rendirse. No ahora...
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La cabeza de Seungmin palpitaba de dolor cuando sus ojos comenzaron a abrirse lentame Lo primero que sintió fue el frío las cadenas metálicas contra su piel desnuda y el dolor agudo en sus muñecas. Estaba atado a una silla en una habitación oscura y mal iluminada. Las luces parpadeaban tenuemente sobre él, y el aire estaba cargado de humedad y miedo.
Trató de moverse, pero las ataduras eran demasiado fuertes. Respiró con dificultad, sus pensamientos desordenados mientras intentaba recordar lo que había pasado. Habían llegado los hombres de Soobin, había disparos, caos... y luego, nada.
El sonido de pasos resonó en la distancia, y Seungmin sintió cómo su corazón comenzaba a latir más rápido. Sabía que estaban acercándose. Intentó mantenerse firme, pero el miedo era palpable. ¿Qué querían de él ? ¿Qué harían para sacar la información que buscaban?
La puerta se abrió con un chirrido, y la figura de uno de los hombres de Soobin apareció en el umbral. Su mirada fría se fijó en Seungmin, y una sonrisa torcida se dibujó en su rostro.
"Te has metido en un juego peligroso", dijo con voz ronca, avanzando hacia él. "Y ahora vamos a ver cuánto puedes soportar."
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