Capítulo 2:

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El sonido de un reloj llenaba la pequeña habitación mientras Seungmin repasaba los últimos detalles del plan. Frente a él, un plano de la mansión donde se celebraría la fiesta de la mafia de Christopher Bahng estaba lleno de anotaciones en rojo. Jisung y Félix observaban en silencio, esperando que Seungmin les diera el visto bueno final.

—Entonces, todo listo, ¿verdad? —preguntó Jisung, inclinándose hacia la mesa. Había tensión en su voz, pero también una emoción palpable. Robar en una fiesta de la mafia más poderosa de Corea no era cualquier cosa.

Seungmin asintió lentamente. —Sí. Sabemos que el comprador va a llegar a las nueve en punto. La transacción se realizará en una sala privada, así que solo tendremos una pequeña ventana para actuar.

—¿Cuántas salidas tenemos? —preguntó Félix, mientras se servía una taza de café. Su voz era despreocupada, pero sus ojos seguían los movimientos de Seungmin atentamente.

—Tres —respondió Seungmin, señalando varios puntos en el plano—. La principal por donde entraremos, una de emergencia que sale al jardín trasero, y una tercera en los pasillos internos, cerca de la cocina. Si algo sale mal, usamos la segunda o tercera.

—Perfecto. Y en cuanto al equipo de seguridad... —continuó Jisung, pero Seungmin ya había previsto la pregunta.

—No es un equipo cualquiera. Este es el grupo personal de Christopher Bahng. Sabemos que Minho estará a cargo de la seguridad, y él es tan frío como eficiente. Tenemos que ser rápidos y precisos, cualquier error podría costarnos más que el collar.

Jisung y Félix intercambiaron una mirada rápida. El nombre de Bahng y su equipo traía consigo Un una reputación temible. Pero Seungmin parecía imperturbable.

—Confiad en mí —dijo Seungmin, mirándolos a ambos—. Lo hemos hecho antes. Y lo haremos de nuevo. El collar estará en nuestras manos.

Félix, con una sonrisa, levantó su taza de café. —Por el collar y por no morir en el intento, entonces.

Jisung se rió, aliviando momentáneamente la tensión, pero Seungmin se mantenía serio. Sabía que esta vez el reto era mayor que cualquier cosa que hubieran hecho antes. Robar a la mafia Bahng no era un simple golpe, era un juego de alto riesgo, y cualquier error podría hacer que todo se desmoronara.

 Robar a la mafia Bahng no era un simple golpe, era un juego de alto riesgo, y cualquier error podría hacer que todo se desmoronara

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La noche de la fiesta llegó más rápido de lo esperado. La mansión estaba llena de invitados, hombres de negocios, miembros de la mafia y guardias vigilando cada rincón. El ambiente era lujoso, con luces suaves que iluminaban las paredes adornadas con arte caro. La seguridad era estricta, pero gracias a los contactos de Jisung, Seungmin y Félix lograron entrar como simples invitados, mezclándose entre la multitud.

Seungmin, vestido con un traje elegante y un antifaz como los demás invitados, escaneaba la sala con calma. Podía sentir la presión, pero no lo mostraba. Sabía que, en menos de una hora, tendrían que moverse con precisión. Jisung estaba oculto en la sala de control, listo para desactivar las cámaras en el momento exacto, mientras Félix estaba cerca de la cocina, listo para crear una distracción si fuera necesario.

El reloj marcaba las ocho y cincuenta y cinco. Seungmin se movió entre los invitados, localizando a su objetivo: el comprador del collar, un hombre de mediana edad con un traje negro impecable, escoltado por dos guardias personales. El collar, escondido en una caja de cuero en sus manos, sería entregado a Bang Chan esa misma noche.

Todo estaba en su lugar. El plan estaba en marcha.

Pero, lo que Seungmin no sabía, es que Christopher ya había recibido una advertencia sobre un posible intento de robo en la fiesta. Desde su posición elevada en el balcón, Chris observaba a la multitud con una mirada afilada, acompañado por Minho y Changbin. Estaba alerta, y algo en la actitud de Seungmin le llamó la atención.

—Ese tipo de allí... —dijo Christopher en voz baja, señalando discretamente a Seungmin—. Hay algo en él. Mantén los ojos abiertos.

Minho asintió, pero no dijo nada. Sabía que cuando Chris sospechaba de algo, generalmente tenía razón.

El reloj marcó las nueve en punto, y el comprador comenzó a dirigirse hacia la sala privada. Era ahora o nunca.

 Era ahora o nunca

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Jipijipi.  😸

Beneath of Shadows   |ChanminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora