En un mundo de sombras y secretos, Seungmin, un ladrón huérfano con un pasado turbulento, y Christopher Bahng, el despiadado líder de la mafia más poderosa de Corea, están destinados a enfrentarse. Seungmin y sus amigos planean el golpe perfecto: ro...
El aire en la mansión se sentía cargado de una tensión que parecía ahogar a todos. Desde la desaparición de Seungmin, cada segundo parecía estirarse interminablemente, y el silencio se llenaba de una sensación de impotencia que a Christopher le resultaba insoportable.
Christopher estaba sentado en su oficina, con las luces bajas, revisando una vez más los informes, las grabaciones de cámaras, los movimientos de la mafia Choi... cualquier cosa que pudiera darles una pista. Changbin, Hyunjin, y Minho estaban fuera, recorriendo los puntos que habían identificado como posibles escondites de Soobin, pero hasta ahora, no había habido señales.
Mientras miraba el monitor frente a él, con los ojos ardiendo por el cansancio, un nudo de frustración se formaba en su pecho. Seungmin estaba en algún lugar, y él no tenía idea de dónde. No podía dejar de culparse por haber permitido que lo secuestraran. Había sido un error, y ahora Seungmin estaba pagando las consecuencias.
"¿Dónde demonios estás?" murmuró Christopher, apretando los puños. Sentía que estaba al borde de perder el control.
Changbin, Hyunjin y Minho irrumpieron en la habitación y observaban a Christopher desde el otro lado de la sala. Sabían que su amigo estaba al límite, pero no se atrevían a interrumpir el frágil equilibrio que mantenía para no desmoronarse. Christopher siempre había sido fuerte, pero todos tenían un punto de quiebre, y parecía que el suyo estaba cerca.
—Tiene que haber algo que no hemos considerado —dijo Christopher en voz baja, más para sí mismo que para los demás.
Minho se acercó lentamente, colocando una mano en su hombro.
—Lo encontraremos, Chris. Pero no podemos hacer esto solos. Necesitamos aliados.
Christopher asintió, apretando los labios. Sabía que Minho tenía razón, pero la idea de depender de alguien más le resultaba insoportable.
—¿Y si recurrimos a la mafia Manobal? —sugirió Hyunjin de repente, rompiendo el silencio que se había formado entre ellos. Su tono era frío, pero había una chispa de esperanza en sus ojos.
La mención de la mafia Manobal hizo que Christopher levantara la cabeza. Los Manobal no eran precisamente amigos, pero tampoco eran enemigos. Eran una fuerza neutral en el submundo del crimen, conocidos por su información precisa y sus conexiones en lugares imposibles de alcanzar.
—¿Estás diciendo que confiemos en ellos? —preguntó Christopher, escéptico.
—No digo que confiemos —respondió Hyunjin, cruzando los brazos—. Digo que los usemos. Ellos saben cosas que nosotros no. Si alguien tiene pistas sobre dónde podría estar Seungmin, son ellos.
Minho y Changbin intercambiaron una mirada. Sabían que era arriesgado, pero la desesperación empezaba a nublar el juicio de todos.
—Está bien —accedió Christopher, con el ceño fruncido—. Contactemos con los Manobal.
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