La sala de mi casa estaba sumida en una calma casi desesperante. El sonido del televisor encendido de fondo apenas me distraía del torbellino de pensamientos que tenía en la cabeza. Era el día del baile, y mientras mis amigos estaban seguramente ocupados con sus preparativos y parejas, yo estaba aquí, hundido en el sofá con mi teléfono en mano, viendo cómo las historias de Instagram pasaban una tras otra.
Vi las fotos de Lance con Fernando, ambos sonriendo mientras se preparaban. Luego estaban las de Sebastian y su cita, riéndose de algo mientras se tomaban una selfie. Incluso Max, con Kelly, ambos luciendo increíblemente felices. Sonreí, pero había una tristeza innegable detrás de esa sonrisa.
Lando nunca me había pedido ir al baile con él, y aunque al principio intenté no darle importancia, el día de hoy todo se sentía más pesado de lo que me gustaría admitir. El sentimiento de estar olvidado, de no ser suficiente, comenzaba a llenar cada rincón de mi mente.
Estaba tan absorto en mis pensamientos que ni siquiera noté cuando mi mamá se sentó a mi lado. Su presencia era siempre reconfortante, pero hoy me sentía perdido.
—¿Te quedarás aquí? —, me preguntó suavemente, rompiendo el silencio. Su tono no era de reproche, sino de una suave preocupación, como si estuviera intentando entender qué pasaba por mi cabeza. —Es tu primer baile como omega cortejable, bebé.
Sentí cómo su mano se posaba en mi frente, apartando algunas de las mechas de cabello que caían desordenadas. El gesto me hizo sentir un poco mejor, pero seguía habiendo un vacío en mi pecho.
—¿Ir solo? —, pregunté, mi voz apenas un murmullo abatido. La idea de presentarme al baile sin un alfa a mi lado me parecía desalentadora. Era como si hubiera una regla no escrita que dictaba que debía estar acompañado para ser válido.
Mi mamá me miró con una sonrisa que irradiaba confianza, esa que siempre admiraba en ella. —¿Por qué no? —, replicó con naturalidad. —Checo, ¿desde cuándo has necesitado un alfa?
La pregunta me tomó por sorpresa. Me quedé mirándola, intentando procesar sus palabras. ¿Cuándo fue que empecé a creer que necesitaba a alguien más para sentirme completo o disfrutar de momentos importantes? Siempre me había considerado fuerte, independiente. ¿Cómo había llegado a este punto?
Mi mamá se levantó y, por un momento, pensé que me había dejado solo con mis pensamientos, pero sus palabras seguían resonando en mi cabeza. Me quedé mirando al techo, reflexionando sobre lo que me había dicho. "¿Desde cuándo has necesitado un alfa?" Y tenía razón, ¿desde cuándo? No había razón para que yo no fuera al baile por mi cuenta, y mucho menos para que me sintiera menos por no tener a alguien a mi lado.
Me levanté del sofá de un salto, como si de repente todo se hubiera alineado en mi mente. No iba a quedarme en casa lamentando algo que no dependía de mí. Era mi noche también, y no iba a desperdiciarla.
En ese momento, mi mamá regresó, como si hubiera sabido exactamente lo que estaba pensando.
—Tienes razón —, le dije con una sonrisa genuina, sintiéndome más decidido que nunca.
—Eso es lo que me imaginé —, respondió ella, extendiéndome un pequeño ramillete de flores. —Aquí tienes, algo para que lleves contigo esta noche.
Tomé el ramillete, sintiendo un nudo en la garganta por el gesto. No necesitaba un alfa para llevarme al baile, pero mi mamá siempre supo cómo hacerme sentir querido y apreciado. La abracé con fuerza, agradecido por su apoyo incondicional.
—Gracias, mamá —, le dije antes de subir corriendo las escaleras hacia mi cuarto.
Al llegar, busqué mi mejor atuendo. No iba a dejar que este día se desperdiciara.
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¡Hey Pecas! || Chestappen
Fanfiction"No necesitas ver el mundo, porque en cada palabra y cada gesto me has mostrado más belleza de la que jamás podría imaginar."