XXVII. Negarlo

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El aire fresco de la mañana se colaba entre los árboles mientras caminaba hacia la casa de Max. Había recibido un audio suyo esa misma mañana, su voz sonaba más seria de lo habitual, como si algo lo estuviera incomodando profundamente. Me había pedido que lo viera cuanto antes, así que, sin pensarlo demasiado, me vestí rápidamente y salí de casa, con la preocupación rondando mi mente.

A medida que me acercaba a su casa, mi estómago comenzó a revolverse, aunque no entendía del todo por qué. Habíamos pasado por tantas cosas juntos, y aunque a veces nuestras conversaciones tocaban temas profundos, este mensaje tenía algo distinto. Sabía que algo importante estaba por venir.

Al llegar a su puerta, respiré hondo antes de llamar. La casa de Max siempre había sido un refugio para mí, un lugar donde podía ser yo mismo sin sentirme juzgado. Sophie me abrió con una sonrisa cálida, como siempre, pero noté cierta preocupación en sus ojos. Me indicó con la cabeza hacia el estudio, donde Max solía pasar la mayor parte de su tiempo.

-Está esperando allí,- dijo suavemente antes de desaparecer por el pasillo.

Empujé la puerta del estudio, y allí estaba Max, sentado junto al piano, su postura ligeramente encorvada, lo que delataba que algo lo tenía en tensión. Me acerqué despacio, sin hacer ruido. Él giró su cabeza hacia mí, aunque no hacía falta. Sabía que podía sentir mi presencia a pesar de todo.

-Maxie, ¿qué pasa? -le pregunté, sentándome en la silla junto a él.

Hubo un silencio incómodo antes de que finalmente hablara, su voz baja y algo temblorosa.

-Kelly... -comenzó, tomando una pausa como si estuviera buscando las palabras correctas- Ella quiere pasar su primer celo conmigo.

Mi cuerpo se tensó de inmediato. Sentí un tirón extraño en el pecho, como si algo dentro de mí se comprimiera sin previo aviso. No podía entender del todo la razón detrás de esa reacción, pero ahí estaba, pulsando en el fondo de mi ser. Traté de mantener la calma, de aparentar neutralidad.

-¿Y qué piensas de eso? -logré preguntar, intentando que mi voz sonara tan casual como fuera posible.

Max suspiró, alzando las manos hacia su cabello, enredando sus dedos en los rizos oscuros que caían sobre su frente. Estaba claramente conflictuado.

-No lo sé, pecas. Ella es buena... amable, y hemos pasado tiempo juntos. Todo parece indicar que sería lo correcto, pero no puedo evitar dudar. No estoy seguro si debería hacerlo... si de verdad quiero hacerlo.

Me quedé en silencio, observándolo. Ver a Max así, vulnerable y sin la certeza que normalmente tenía, era desconcertante. Siempre había sido alguien que mantenía sus decisiones claras, pero en este caso, algo lo frenaba.

Por un segundo, un pensamiento cruzó mi mente, algo que me asustó. Quería decirle que no lo hiciera. Quería pedirle que no pasara ese momento con Kelly, que lo pensara mejor, que esperara... Pero ¿por qué? No tenía razones válidas, y además, ¿quién era yo para interferir en algo tan personal?

Tragué saliva y aparté la mirada hacia el suelo, tratando de despejar esa maraña de pensamientos confusos.

-Max, tienes que hacer lo que sientas correcto -dije, aunque mi voz sonaba más neutral de lo que me hubiera gustado-. Si no estás seguro, tal vez debas tomarte más tiempo para pensarlo.

Max asintió lentamente, aunque parecía más atrapado en sus pensamientos que escuchándome del todo.

-Eso es lo que me preocupa... que no lo sé -admitió, sus dedos tocando suavemente una tecla del piano sin hacer ruido.

El silencio que se formó entre nosotros fue denso, pero no incómodo, solo cargado de emociones que ninguno de los dos parecía estar dispuesto a enfrentar del todo. Yo, por mi parte, seguía sintiendo esa presión en el pecho, ese impulso irracional de decirle que no lo hiciera, que se mantuviera lejos de Kelly, que no compartiera un momento tan íntimo con ella. Pero las palabras no salieron. En su lugar, solo me quedé allí, escuchándolo.

¡Hey Pecas! || ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora