XXXV. Charla

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Estaba sentado en mi cama, mirando el calendario con el ceño fruncido. Cada día que pasaba se acercaba más la fecha marcada, y con ella, mi primer celo. La ansiedad y el miedo se arremolinaban en mi estómago. Sabía que sería un proceso doloroso e intenso, algo que todos experimentan al cumplir 18, y aunque había escuchado historias sobre cómo es, la realidad siempre se sentía abrumadora.

Mis pensamientos se entrelazaban mientras contemplaba si debería hablar con Max sobre ello o si sería mejor pasar por esto solo. La idea de enfrentar todo ese dolor sin su apoyo me aterraba, pero también me asustaba la posibilidad de involucrarlo en algo que podría ser tan abrumador. ¿Estaría listo para eso? ¿Estaría dispuesto a estar a mi lado en un momento tan vulnerable?

Mientras continuaba en mis pensamientos, escuché la voz de mi madre desde abajo, regañándome con una mezcla de preocupación y cariño.

—Querido, ¿qué pasa? Te oigo desde abajo dando vueltas y vueltas.

—Nada —respondí rápidamente, cerrando el calendario y guardándolo en mi cajón, pero sabía que había sido un movimiento torpe, porque mi madre había visto lo que estaba haciendo.

Entró en mi habitación, con esa mirada sabia y perspicaz que siempre tenía cuando sospechaba que algo me preocupaba. Su expresión cambió de curiosidad a seriedad.

—Checo, creo que es hora de que tengamos una charla. —dijo, sentándose en el borde de mi cama.

Mi corazón se aceleró. No quería tener esa conversación, pero sabía que era inevitable.

—¿Sobre qué? —pregunté, tratando de sonar desinteresado, pero no pude evitar la tensión en mi voz.

—Sobre tu primer celo. —dijo con suavidad, pero había una firmeza en su mirada que me hizo sentir un nudo en el estómago.

No estaba seguro de cómo reaccionar. A medida que ella comenzaba a explicarme los detalles del proceso, la incomodidad me envolvía como una manta pesada. Habló sobre las feromonas, los cambios hormonales, y cómo el cuerpo de un omega responde a todo eso. Sus palabras fueron clínicas, pero había un calor maternal en su tono que hacía que la conversación fuera más llevadera.

—Recuerda que no estás solo en esto —dijo, tocándome la mano. —Es una experiencia natural y necesaria, y sé que puede ser aterrador, pero es algo que todos enfrentan.

—Lo sé —respondí, avergonzado, mirando al suelo.

—¿Y has pensado si será con Max? —preguntó de repente, lo que me hizo levantar la vista de inmediato.

No tenía respuesta para eso. Max y yo habíamos estado juntos durante un tiempo, pero nunca habíamos hablado explícitamente sobre dar ese paso. La idea de hacerle eso a Max, de abrirle las puertas a mi vulnerabilidad, me hacía sentir inseguro.

—No estoy seguro, mamá. —dije finalmente, sintiendo cómo la duda me consumía. —No sé si estoy listo para eso.

Mi madre asintió con comprensión. —Es normal sentirse así, Checo. Es una decisión importante. Solo asegúrate de que sea con alguien en quien confíes, alguien que te respete.

—Sí, lo sé. —murmuré, pensativo.

—Lo más importante es que no te sientas presionado a hacerlo. Escucha a tu cuerpo y a tu corazón. Y si decides que quieres hacerlo con Max, asegúrate de hablar con él primero, de que ambos estén en la misma página.

Su voz era un ancla en medio de mi tormenta interna. Sus palabras resonaban, y aunque tenía miedo, sabía que eventualmente tendría que tomar una decisión.

¡Hey Pecas! || ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora