Estaba sentado en la sala de espera del consultorio del doctor una vez más, pero esta vez no estaba solo. Max estaba a mi lado, sosteniendo mi mano firmemente, ofreciéndome el apoyo silencioso que tanto necesitaba. Mi corazón latía con fuerza mientras miraba el sobre sellado que contenía los resultados de los estudios. Apenas podía mantener la calma, mis pensamientos girando en todas las direcciones posibles. Max, aunque sereno por fuera, también parecía sentir la tensión. Su mano apretaba la mía ligeramente, como si con ese simple gesto me transmitiera su fuerza.—Todo va a estar bien, pecas —susurró Max en voz baja, intentando tranquilizarme, pero no era suficiente para apagar los nervios que sentía. Asentí con la cabeza, aunque en mi mente las preguntas no dejaban de arremolinarse. ¿Y si el doctor tenía razón? ¿Y si realmente estaba embarazado?
La puerta del consultorio se abrió, y la enfermera llamó mi nombre. Sentí un nudo formarse en mi estómago mientras Max y yo nos poníamos de pie. Caminamos juntos hacia la puerta, mis pasos un poco más pesados por la ansiedad. Max, siempre consciente de todo a su alrededor, mantuvo su mano en mi brazo, asegurándose de que yo no me sintiera solo.
Nos sentamos frente al escritorio del doctor, y yo, con manos temblorosas, le entregué el sobre con los resultados. El silencio en la habitación se volvió abrumador mientras el doctor lo abría y comenzaba a revisar los papeles. Cada segundo parecía una eternidad.
Sentí el pulso de Max acelerarse junto al mío. Aunque no podía ver los resultados, sabía que él estaba tan ansioso como yo. El doctor frunció el ceño un momento, sus ojos moviéndose de un lado a otro sobre el papel, antes de alzar la vista hacia nosotros.
—Bueno... —dijo, su voz calmada y profesional, pero con un toque de sorpresa. —Parece que las sospechas eran correctas. Sergio... estás embarazado.
El mundo se detuvo.
Las palabras resonaron en mi cabeza, pero por un momento, no podía procesarlas. Embarazado. Lo había escuchado de su boca, pero me parecía irreal. Miré a Max, quien tenía el rostro relajado, sin poder ver lo que ocurría frente a nosotros, pero sintiendo mi mano apretarse más fuerte contra la suya.
—¿Embarazado? —repetí en un susurro, mi voz apenas audible.
—Sí —confirmó el doctor, asintiendo. —Si quieres, podemos hacer una ecografía ahora mismo para confirmar las semanas del bebé exactamente.
Sentí que mi corazón se aceleraba aún más, ahora con una mezcla de emoción y miedo. Asentí, incapaz de decir nada más, y Max, al sentir mi nerviosismo, se acercó un poco más, colocando su mano en mi espalda como si pudiera aliviar el peso de todo lo que sentía.
El doctor nos guió hacia la camilla en el consultorio, y con un poco de torpeza, me acosté. Max se quedó a mi lado, aferrándose a mi mano, y aunque no podía ver, sabía que estaba presente en cada momento. El sonido del gel frío tocando mi piel me hizo estremecer, pero el toque cálido de Max me mantenía firme.
El doctor encendió el aparato y comenzó a mover el transductor sobre mi vientre, en busca del pequeño ser que, de alguna manera, ya había comenzado a formar parte de nuestras vidas. El cuarto se llenó con el zumbido bajo de la máquina, un sonido que parecía amplificar la tensión en el aire.
Entonces, de repente, algo rompió el silencio. Un suave y rápido golpeteo, como un tambor lejano pero claro. Me tomó un segundo darme cuenta de lo que estaba escuchando, y cuando lo hice, mis ojos se llenaron de lágrimas.
—Ese... —mi voz se quebró—, ese es... ¿es el corazón?
El doctor asintió con una sonrisa cálida. —Sí, ese es el latido del corazón de tu bebé. Por lo que deberías estás en tu sexta o séptima semana aproximadamente.
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¡Hey Pecas! || Chestappen
Fanfiction"No necesitas ver el mundo, porque en cada palabra y cada gesto me has mostrado más belleza de la que jamás podría imaginar."