XXX. No me ignores

345 64 29
                                    


No había podido ir a la casa de Max desde que pasó el celo de Kelly. No podía soportar la idea de lo que había sucedido entre ellos, y cada vez que me llegaba un mensaje de Max, lo ignoraba. Solo ver su nombre en la pantalla de mi teléfono hacía que el nudo en mi garganta se apretara más, y las lágrimas no tardaban en aparecer. Estaba siendo un cobarde, lo sabía, pero no tenía la fuerza para enfrentarme a lo que, en mi mente, ya era una realidad: Max y Kelly estaban unidos de por vida.

Suspiré, limpiando mis lágrimas con la manga de mi suéter, frotando mis mejillas rojas de tanto llorar. Estaba cansado, física y emocionalmente. Quizás Sebastian tenía razón; quizás debería decirle a Max cómo me sentía para sentirme mejore. Pero, ¿de qué serviría ahora? Si Max ya había marcado a Kelly, si ya eran una pareja de por vida, mis sentimientos no cambiarían nada. Serían solo una sombra, algo que llegaba tarde, cuando ya no importaba.

La puerta de mi habitación se abrió de repente, y mi corazón dio un brinco. No quería que nadie me viera en ese estado.

—Ya voy, mamá, solo voy al baño— dije rápidamente, sin levantar la vista. Sabía que si la miraba, las lágrimas en mis ojos delatarían lo mal que estaba. Ya la había preocupado bastante en los últimos días, con todas esas excusas para no bajar a cenar.

—Soy yo, pecas—, dijo una voz que me hizo congelarme.

Max.

Levanté la mirada de inmediato, y ahí estaba él, parado en la puerta de mi habitación. Su bastón estaba apoyado contra la pared, y él tenía una expresión mezcla de confusión y preocupación en su rostro. El silencio que siguió fue sofocante; podía escuchar mis propios latidos en los oídos, y no sabía qué hacer. Todo lo que había evitado confrontar estaba de pie justo frente a mí.

—¿Por qué no contestas los mensajes, pecas? ¿Me estás ignorando?— preguntó Max, su voz calmada pero cargada de algo que me hizo sentir aún peor. No estaba enojado, pero había decepción en sus palabras.

Me quedé sin saber qué decir, desviando la mirada para evitar la suya, aunque él no pudiera verme directamente. Respiré hondo, intentando pensar en cómo salir de esta situación. No podía decirle la verdad, no podía simplemente soltar todo lo que sentía. Entonces, decidí desviar la conversación.

—Lo siento… no era mi intención… solo—, empecé a hablar atropelladamente, buscando cualquier excusa. —Solo quería… darte tu espacio, ya sabes… después de lo de Kelly—, añadí, frotando mi nuca con nerviosismo. —Felicidades, por cierto—, continué, forzando una sonrisa que sabía que él no podría ver. — Imagino que la marcaste, ¿no?

Las palabras salieron de mi boca como veneno. Intenté sonar neutral, pero el dolor era palpable, incluso para mí mismo. Max se quedó en silencio unos segundos, y mi corazón se detuvo, esperando su respuesta. Cuando habló, lo que dijo me dejó paralizado.

—¿Qué? No… no pasó nada de eso—, dijo, frunciendo el ceño como si no pudiera creer lo que acababa de escuchar. —No la marqué, Checo. Al final, no lo hice. Ni siquiera pasamos su celo juntos.

Mi cabeza daba vueltas. No entendía. —¿Cómo que no lo hiciste?— pregunté, sin poder disimular mi sorpresa. —Creí que… ya sabes… tu y ella...

Max suspiró, bajando la cabeza por un momento antes de volver a hablar. —Pensé que era lo correcto, pero cuando llegó el momento… me di cuenta de que no era lo que quería. Kelly es genial, pero… al final no lo hice. No me sentía bien haciéndolo. Me di cuenta de que lo que sentía por ella no era suficiente, porque hay alguien que me interesa de verdad.

El aire en la habitación parecía desaparecer. Mi mente procesaba sus palabras lentamente, y cada segundo que pasaba me hundía más en la confusión. ¿Alguien? ¿Quién? ¿Cómo no me había dado cuenta antes?

¡Hey Pecas! || ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora