Capítulo 19

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En los aposentos de Fiamma Ashborne, una pequeña lámpara de aceite iluminaba la estancia, proyectando sombras danzantes sobre las paredes de piedra. Fiamma estaba sentada junto a una mesa de madera pulida, revisando mapas y pergaminos con la concentración que solo una líder nata podía tener. A su lado, Alaric Leostone, la observaba mientras ella trazaba líneas y anotaba posibles estrategias para sus próximos movimientos.

—La casa de Pegaso es clave —comentó Fiamma, apoyando el mentón en una mano mientras examinaba un mapa de la región—. Si podemos conseguir su apoyo, no solo tendremos el control de los cielos, sino que aseguraremos rutas de escape y ventaja en cualquier confrontación.

Alaric asintió, su rostro serio pero sereno.

—Lord Zephyr Windmane siempre ha sido leal a la causa de la justicia, pero es precavido. Necesitamos más que promesas para que se comprometa del todo.

Fiamma suspiró, asintiendo lentamente. Sabía que Zephyr no era un hombre fácil de persuadir, pero la idea de unir fuerzas con los Tíogar también podía influir en la balanza. Aún quedaban muchos cabos sueltos antes del Consejo del Cielo, que se llevaría a cabo en solo dos días. Cada movimiento contaba.

Unos golpes suaves en la puerta los interrumpieron.

—Adelante —dijo Alaric con voz grave, manteniendo la mirada en los pergaminos frente a él.

La puerta se abrió lentamente, revelando a Roland Leostone con una expresión seria en el rostro.

—Padre, Lady Ashborne. —dijo Roland inclinando la cabeza hacia ambos—. He recibido una carta de los Hartwood.

Los ojos de Fiamma se iluminaron al instante.

—¿De Lord Edmund? —preguntó, ya anticipando lo que venía, mientras hacía un gesto para que Roland le entregara la carta.

Roland asintió, extendiendo el pergamino sellado con el emblema del ciervo.

—Sí, parece que tienen respuesta sobre la propuesta de alianza.

Fiamma tomó la carta rápidamente, y sin perder tiempo, rompió el sello con un movimiento ágil. El silencio llenó la habitación mientras leía las líneas escritas. Poco a poco, su expresión se tornó más relajada y, al final, dejó escapar un suspiro de alivio.

—Aceptan —anunció Fiamma, mirando primero a Alistair y luego a Roland—. Lord Hartwood está de acuerdo con la alianza, pero hay una condición: su hija, Devi, debe aceptar casarse con Theo.

Alaric sonrió suavemente, complacido con la noticia.

—Es una buena señal. Los Hartwood son una familia honorable y tenerlos de nuestro lado será vital en los tiempos venideros.

Roland, quien se había mantenido en silencio mientras hablaban, se permitió un pequeño gesto de aprobación. Su rostro, por lo general serio y reservado, se suavizó al recordar a Devi Hartwood.

—Devi es una chica dulce y compasiva —comentó Roland, inclinando un poco la cabeza hacia su padre.—. Estoy seguro de que se llevará bien con Theo. Tiene un espíritu noble, pero también es práctica. Si alguien puede calmar el caos de Theo, es ella.

Fiamma sonrió ante la mención de su hijo menor.

—Theo es... una tormenta de energía y vitalidad. Pero también es un buen chico.

El silencio llenó el aire unos momentos mientras Fiamma meditaba sobre la propuesta. Sabía que este tipo de alianzas eran fundamentales para su causa, pero también era consciente de que su hijo no era fácil de controlar, y un matrimonio no debía ser solo una transacción política. Theo tendría que entender lo que estaba en juego.

Heraldo de Brasas (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora