Capítulo 26

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Theo miró su reflejo en el espejo con las manos ligeramente temblorosas. Vestía un traje hecho a medida para este momento, y a pesar de que se veía impecable, no podía evitar estar nervioso. Quería pensar que tan solo era una reunión, convencerse a si mismo, pero no era cierto.

Iba a ver a Devi Hartwood, por primera vez a solas. Aunque la había visto el día del Consejo del Cielo, apenas habían intercambiado algunas miradas fugaces. Había sido suficiente para que la imagen de ella se quedara grabada en su mente: sus ojos grandes y marrones, su cabello negro azabache que caía como una cascada de seda por su espalda, y su piel morena que parecía reflejar la luz de una manera suave.

Devi era hermosa, mucho más de lo que Theo había imaginado. Sus ropas tradicionales, adornadas con detalles dorados, y el aire de serenidad que la rodeaba la hacían destacar. Theo había escuchado sobre su habilidad para sanar y su conexión con la naturaleza, pero nada lo había preparado para lo que sintió cuando la vio en persona: un nudo en el estómago y una extraña mezcla de ansiedad y anticipación.

Sin embargo, debía ser fuerte. Por él, y por su casa.

Se dirigió a la puerta, listo para salir. Pero en cuanto abrió la puerta, una presencia inconfundible lo hizo detenerse en seco. Nyssa se encontraba de pie frente a él. Sus ojos, de un tono esmeralda profundo, lo miraban con una intensidad que siempre lograba descolocarlo.

—¿Vas a algún lugar? —preguntó con una sonrisa juguetona.

Theo tragó saliva, incapaz de esconder su nerviosismo.

—Sí, estoy... tengo que... —se interrumpió, incómodo—. Tengo una reunión.

—Una reunión —repitió Nyssa, haciendo que las palabras sonaran como si estuviera hablando de algo mucho más emocionante—. ¿De verdad? ¿Qué clase de reunión?

Antes de que Theo pudiera responder, ella dio un paso hacia él. Aunque Theo no estaba seguro de cómo reaccionar, su cuerpo se tensó instintivamente. Nyssa no pidió permiso, simplemente entró y dejó la puerta ligeramente abierta, como si no le importara si alguien los veía o no.

—Es sobre el Consejo... y otras cosas —dijo Theo, tratando de apartar la mirada de los labios de Nyssa, que se curvaban en una sonrisa pícara.

—El Consejo... —Nyssa alargó las palabras mientras caminaba lentamente hacia él. Estaba peligrosamente cerca ahora, y Theo podía sentir su fragancia envolviéndolo.— Debes estar emocionado. Es un honor formar parte.

Theo intentó mantener su compostura, aunque sentía que su corazón latía más rápido de lo normal.

—Sí, es un gran honor —dijo con un hilo de voz, tratando de apartarse un poco de ella—. Pero también estoy un poco nervioso. Es mucho lo que está en juego.

Nyssa sonrió con suavidad y se acercó aún más. Ahora estaban tan cerca que podía sentir el calor de su cuerpo contra el suyo. Sus dedos rozaron ligeramente su brazo, provocando un escalofrío que recorrió la columna de Theo. Quería alejarse, quería decirle que se detuviera, pero no lo hizo.

—No deberías estar nervioso, Theo. Eres más fuerte de lo que crees —le susurró, mientras su mano se deslizaba hacia su pecho, deteniéndose justo en el broche de la Casa Ashborne—. Y además, tienes mucho que ofrecer.

El roce de sus dedos sobre su piel a través de la tela lo hizo estremecerse. Theo sabía que debería detenerla, que esto no estaba bien, pero sus palabras parecían hechizarlo. Su mente estaba atrapada entre el deseo y la culpa.

Nyssa se inclinó hacia él, sus labios rozando apenas la comisura de su boca, dejando un pequeño rastro de calor. Fue un toque suave, pero encendió el deseo dentro de Theo. Por un breve momento, cerró los ojos, dejándose llevar por la sensación... hasta que de repente, su mente se aclaró.

Heraldo de Brasas (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora