El cielo estaba salpicado de estrellas, una manta de luz que envolvía los jardines del castillo, donde las sombras jugaban entre los árboles y las flores. Theo caminaba despacio, sus pensamientos enredados entre si. La fiesta de compromiso con Devi era mañana, un evento que, por tradición, debía ser una celebración de alegría y unión. Sin embargo, Theo sentía una opresión en el pecho que no lograba sacudirse.
Devi era perfecta: amable, dulce, y además, extremadamente hermosa. Su risa melodiosa y su amabilidad lo habían conquistado desde el principio. Entonces, ¿por qué se sentía así? ¿Por qué, en lugar de anticipar la felicidad del día siguiente, se encontraba caminando solo bajo la luna, buscando respuestas en el silencio de la noche?
El aire estaba frío, pero no lo suficiente como para distraerlo de sus pensamientos. Se detuvo bajo un árbol antiguo, sus ramas extendiéndose como brazos protectores sobre él. Cerró los ojos, intentando encontrar una calma que le resultaba imposible.
Fue entonces cuando escuchó unos pasos. Los suaves crujidos de las hojas bajo unos pies ligeros lo sacaron de sus pensamientos. Abrió los ojos y, al girarse, la vio: Nyssa. La joven avanzaba con pasos rápidos, casi como si quisiera pasar desapercibida. Al notar su presencia, se tensó de inmediato, su postura rígida como si hubiera cometido un error al cruzarse con él.
Theo tragó saliva, su mente aún enredada.
—Nyssa...— la llamó suavemente.
Nyssa se detuvo en seco, pero no lo miró a los ojos.
—Ya me iba— respondió con frialdad. Su tono, como siempre, era distante, pero Theo podía notar el dolor detrás de su voz.
Sin embargo, no estaba dispuesto a dejar que esta conversación terminara antes de empezar.
—No te vayas— dijo, y aunque no alzó la voz, su tono fue firme, lo suficiente para detenerla.
Nyssa se giró lentamente, mirándolo con los ojos entrecerrados.
—¿Qué quieres, Theodore?—. Su voz seguía siendo cortante, pero no del todo indiferente.
Theo dio un par de pasos hacia ella, vacilando solo un segundo.
—Quería...— respiró hondo, sus ojos buscando los de ella. —Quería disculparme. Por lo que te dije aquella vez. No tenía derecho a hablarte así.
Ella lo observó, su mirada endureciéndose aún más.
—¿Ahora te disculpas? ¿Por qué? ¿Por qué sientes culpa justo antes de tu fiesta de compromiso?— escupió, cruzando los brazos.
Theo sacudió la cabeza con un suspiro.
—No. Es porque me equivoqué. No tenía derecho a juzgarte de esa manera. Las cosas que dije...— se detuvo, bajando la mirada hacia el suelo antes de volver a levantarla. —Simplemente, no fue justo.
El rostro de Nyssa seguía siendo impenetrable, aunque sus ojos brillaban.
—Los Ashborne siempre creen que pueden venir y tener derecho a tomar lo que quieran—, dijo en voz baja, con amargura, y Theo supo que sus palabras no solo estaban dirigidas a él.
—¿A qué te refieres?— preguntó, frunciendo el ceño. El tono de Nyssa era el de una acusación que él no entendía del todo.
Nyssa apartó la mirada.
—No importa...— murmuró, claramente molesta consigo misma por haber dicho demasiado.
Pero Theo no podía dejarlo pasar.
—No, dime— insistió, tratando de conectar las piezas de lo que Nyssa estaba sintiendo.
—Lo que quiero decir es que...— su frustración la hizo detenerse y sus labios temblaron. —No me interesa oír tus disculpas. — dijo al final, su voz volviendo a sonar cortante, como una barrera que levantaba a su alrededor.

ESTÁS LEYENDO
Heraldo de Brasas (1)
FantasyEn un reino desgarrado por la guerra, el nombre de Seraphina Ashborne es recordado como una sombra del pasado. Se creía que la hija del Fénix había caído en la batalla, pero su destino no terminó allí. Exiliada en las tierras de Pyros, decide volver...