Capítulo 12

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Nyssa los llevó por los pasillos oscuros del castillo con una sonrisa ligera en los labios, guiándolos uno por uno hasta sus respectivas habitaciones. Las antorchas en las paredes apenas iluminaban los espacios, dejando sombras que danzaban a cada paso que daban. Fiamma y Seraphina caminaban en silencio, pero Theodore no pudo evitar notar que los ojos de Nyssa se posaban en él de manera diferente.

—Esta es tu habitación, Lady Fiamma —dijo Nyssa con una pequeña reverencia. Fiamma asintió en silencio, manteniendo siempre una distancia prudente entre ellas. Sabía perfectamente que no podía confiar en la hija de Malakar. Tras un rápido intercambio de miradas, Fiamma entró en la habitación, y Nyssa continuó con su recorrido, dejando a Seraphina en su alcoba. Finalmente, solo quedaban Nyssa y Theodore caminando por el largo pasillo de piedra.

Theo se sintió más incómodo a medida que el silencio crecía, y Nyssa, a su lado, no dejaba de mirarlo de reojo con esa expresión seductora que lo hacía sentir fuera de lugar.

—Esta es la tuya, Theo —dijo Nyssa al detenerse frente a una puerta de madera oscura.

—Gracias —murmuró Theo, sin saber qué más decir. Estaba a punto de entrar cuando sintió una mano suave en su brazo.

—¿No me vas a invitar a pasar? —preguntó ella con una sonrisa ladeada, su voz un susurro que parecía deslizarse en el aire con una intención clara.

Theo se detuvo, mirando hacia la habitación y luego de vuelta a Nyssa. Su instinto le decía que aquello no era una buena idea, pero al mismo tiempo, no podía negar que se sentía intrigado por su presencia. La manera en que lo miraba, el toque suave en su brazo... le hacían sentir cierta curiosidad.

—Claro, pasa... si quieres —respondió finalmente, sin poder ocultar un leve nerviosismo en su voz.

Nyssa entró en la habitación sin perder la sonrisa, caminando con elegancia hacia la cama, donde se sentó lentamente, cruzando una pierna sobre la otra con gracia. Sus ojos no se apartaban de Theo, estudiándolo con detenimiento, como si fuera un juguete interesante que acababa de encontrar.

Theo se aclaró la garganta y dio un par de pasos hacia la ventana, tratando de aliviar la tensión que se sentía en el aire. 

— Así que... —dijo Nyssa, manteniendo su voz baja y melosa— ¿Cómo ha ido el viaje?

Theo sonrió incómodo, sin apartar la vista del exterior.

— Bien, supongo.

 — Espero que mi querido hermano Caden no los haya incomodo demasiado. Tiende a ser algo... cascarrabias.

—No sé si esa sería la palabra que usaría para describirlo...—respondió con una ligera risa.— De igual forma, no le he prestado tanta atención. Mi cabeza da vueltas en otros asuntos.

Nyssa se levantó lentamente de la cama y se detuvo a su lado. Miró también por la ventana, aunque su atención estaba claramente más enfocada en Theo.

—¿Asuntos? —repitió, como si la palabra la entretuviera—. Me imagino que sí, después de todo, los herederos de casas poderosas siempre tienen responsabilidades... Pero dime, ¿Cómo llevas todo eso? Las presiones, las expectativas, la guerra... No debe ser fácil.

Theo se sorprendió por la pregunta. No esperaba que Nyssa mostrara interés en ese tipo de cosas. Pero, de algún modo, también sentía que sus palabras estaban cuidadosamente seleccionadas, como si solo quisiera mantener la conversación para otros fines.

—Es... complicado, claro. Especialmente cuando tu familia ha sido... desplazada, por decirlo suavemente —dijo, su tono más serio. Se cruzó de brazos—. ¿Y tú? Debes saber sobre las responsabilidades familiares. Tu padre es... bueno, ya sabes.

Heraldo de Brasas (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora