Capítulo 13

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Caden caminaba por los pasillos oscuros del castillo, con un pensamiento no dejaba de rondar su mente; una sospecha que había iniciado el día que vio a Seraphina desatar su poder

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Caden caminaba por los pasillos oscuros del castillo, con un pensamiento no dejaba de rondar su mente; una sospecha que había iniciado el día que vio a Seraphina desatar su poder. Las llamas que la rodeaban, el aura de pura destrucción que emanaba de ella... todo aquel poder, en un solo ser, era tan destructivo y admirable en partes iguales.

 Había acudido a la biblioteca ese día con la intención de encontrar respuestas entre las páginas de los libros polvorientos. Sin embargo, el desafortunado encuentro con Seraphina había hecho que se marchara mucho antes de lo previsto, más irritado de lo que había llegado.

Ahora era de noche, y la soledad del castillo amplificaba el eco de sus pasos firmes sobre el mármol. Las sombras se alargaban a lo largo de las paredes, como si el propio castillo lo acechara, observando su avance. La luna se colaba a través de las vidrieras, iluminando tenuemente los corredores. Estaba decidido a volver a la biblioteca, esta vez sin interrupciones.

El poder de Seraphina lo inquietaba profundamente. Había visto esas llamas antes. No era solo el fuego, sino esa aura de pura destrucción que parecía emanar de su interior, como si una fuerza mucho más antigua que ella misma estuviera despertando en su sangre. Y ahora, su única certeza era que encontraría la respuesta en la biblioteca.

Empujó las grandes puertas de madera que conducían a la sala de libros, y el aroma a pergaminos antiguos lo envolvió. Las estanterías, altas y repletas de tomos olvidados, lo miraban desde sus rincones polvorientos como si aguardaran ser redescubiertos. La luz de las antorchas parpadeaba, proyectando sombras sobre los libros encuadernados en cuero, cuyos títulos se habían desvanecido con el tiempo. 

Caden sabía exactamente lo que estaba buscando: el libro de las profecías, un volumen que casi todos en el reino habían olvidado, pero que él recordaba bien gracias a los antiguos relatos de su padre. Él solía advertirle que las profecías, aunque enigmáticas, no eran simples supersticiones. Eran advertencias, susurros de lo que estaba por venir. 

Avanzó entre los estantes, sus ojos recorriendo las filas de libros en busca del volumen que había quedado perdido en el tiempo. Recordaba las palabras de su padre sobre la Profecía del Vacío, un augurio temido por todos aquellos que lo conocían. Decían que era la advertencia final de una catástrofe que amenazaba con devorar todo, y que solo un poder oscuro y antiguo podría detenerlo... o desatarlo. La única forma de descifrar su significado era encontrar el libro y buscar las palabras exactas, los detalles que podrían darle las respuestas que necesitaba.

Sus dedos recorrieron los lomos de los libros. El polvo se elevaba a su alrededor cada vez que tocaba uno de los viejos tomos, y el silencio era casi absoluto. Solo su respiración pesada y el leve crujido de los libros interrumpían la quietud de la noche.

Finalmente, se detuvo cuando sus dedos rozaron un libro de cuero oscuro, su cubierta casi desintegrada por el paso del tiempo. Lo sacó con cuidado, observando la portada descolorida. Lo abrió despacio, dejando que el polvo se esparciera en el aire. Las páginas amarillentas crujieron bajo su toque mientras hojeaba hasta llegar a lo que buscaba.

Heraldo de Brasas (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora