El sol se filtraba a través de los grandes ventanales de los aposentos de Fiamma, iluminando la habitación con una luz dorada que hacía brillar las telas y los adornos con los que trabajaban. La costurera ajustaba con precisión el vestido tradicional Hartwood que Devi había elegido, y la joven novia observaba su reflejo en el espejo con una sonrisa tímida.
El vestido era una obra de arte en tonos rojos profundos, dorados y bordados intrincados. Las telas pesadas caían elegantemente, adornadas con perlas diminutas y finos hilos de oro que recorrían todo el atuendo. Una parte superior ajustada realzaba la esbelta figura de Devi, mientras que la falda se expandía en un círculo amplio.
Fiamma, observando con ojos críticos pero llenos de orgullo, se acercó para tocar la fina tela.
—Devi, querida, no podría haber elegido un vestido más hermoso.— ella sonrió, dándole una pequeña palmadita en el brazo.
—Estoy tan agradecida de que me hayan permitido seguir las tradiciones de mi casa—, dijo Devi sonriendo. —Es importante para mí, y más ahora que me uniré a su familia.
—Lo único que deseo para ti es felicidad—, agregó Fiamma, observando cómo la costurera hacía los últimos ajustes en el vestido. —Y Theo... bueno, está claro que él también será muy feliz.
—Yo me encargaré de que su sonrisa dure por siempre.— contestó Devi con picardía.
Seraphina, quien había estado en silencio, observando todo, se acercó para examinar más de cerca el vestido. Era bellísimo, y le quedaba estupendo. Se vería espectacular en la fiesta de compromiso; y ni hablar de en la boda.
—Devi, deberías considerar llevar el cabello recogido en un moño alto—, sugirió con una sonrisa leve. — Con las joyas que llevarás, le daría un toque de elegancia.
Se refería a los collares de oro, con piedras preciosas incrustadas, que ya estaban cuidadosamente dispuestos sobre la mesa cercana.
—Es una excelente idea, Sera. Sabes mucho más de esto que yo, al parecer.— respondió Devi, devolviéndole la sonrisa.
Seraphina sintió una calidez en el pecho ante el comentario, aunque junto a cierta melancolía. Tal vez todo el asunto de la futura boda le recordaba a que la suya sucedería pronto. O quizás porque nunca había asistido a una antes, solamente sabía por las cosas que su madre le había contado.
En ese momento, las puertas se abrieron de golpe y Theodore entró con una gran sonrisa en el rostro, pero apenas puso un pie dentro, tanto Fiamma como Seraphina gritaron al unísono: —¡No puedes ver el vestido de la novia!
Theo levantó las manos en señal de rendición, divertido por la reacción de ambas.
—¿Pero qué es lo que dicen? ¡Solo vine a ver cómo estaban!— Sus ojos se llenaron de picardía. —Además, ¿desde cuándo seguimos esas reglas tan estrictas?
Devi se rio suavemente y levantó la mano en un gesto de calma:— No te preocupes, en mi casa eso no es tradición. Puedes verlo si lo deseas
Fiamma, sin embargo, no cedió tan fácilmente.
—Tal vez en tu casa no sea tradición, pero en esta familia seguimos ciertos principios, jovencito. Vete, haz algo útil— lo reprendió con un tono bromista, mientras lo empujaba suavemente hacia la puerta.
—Está bien, está bien. Pero no olviden que aún necesito ayuda para escoger el vino para la cena—. Y con un guiño hacia Devi, añadió: —Confío en que mi futura esposa me ayudará con eso.
Devi asintió entre risas. —Por supuesto, pero hasta entonces, ¡fuera!
Después de que Theodore y Fiamma se fueron, la habitación quedó en silencio por unos momentos. Seraphina aprovechó la tranquilidad para acercarse a Devi y tocar el borde del atuendo.
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Heraldo de Brasas (1)
FantasyEn un reino desgarrado por la guerra, el nombre de Seraphina Ashborne es recordado como una sombra del pasado. Se creía que la hija del Fénix había caído en la batalla, pero su destino no terminó allí. Exiliada en las tierras de Pyros, decide volver...