Caden despertó con una sensación extraña en el pecho, como si hubiese estado flotando entre el sueño y la realidad durante días. Al abrir los ojos, lo primero que vio fue el techo de piedra de la enfermería. Intentó mover un brazo, pero el dolor lo recorrió de inmediato. Su cuerpo dolía, cada músculo tenso como si hubiera estado luchando por días sin descanso. Mientras trataba de ubicarse, una pequeña voz alegre rompió el silencio de la habitación.
—¡Caden! —Zara gritó emocionada, y en un segundo estuvo abrazando su brazo—. ¡Estás despierto! ¡Estás bien!
Caden hizo una mueca, aunque no de dolor, sino por la energía de su hermanita. Le costaba hablar, pero no quería decepcionarla.
—Hola, Zara... —murmuró, su voz rasposa.
Zara, sin contener su alegría, lo abrazó con fuerza y luego dio saltitos, llenando la habitación de su risa contagiosa.
—Estaba tan preocupada. No te despertabas... ¡Pero sabíamos que te pondrías bien!
A su lado, en una silla cercana, Nyssa observaba la escena con una expresión más calmada. Cuando Caden la miró, ella alzó una ceja.
—Bueno, parece que al fin volviste al mundo de los vivos. Estuviste dormido por cinco días —comentó, cruzándose de brazos—. Malakar me envió todos los días a revisar si habías despertado.
—¿Cinco días? —repitió Caden, incrédulo. Su memoria era confusa, pero vagamente recordaba los golpes de las bestias Devoraluz, el fuego, y la imagen borrosa de una figura corriendo hacia él. Su cabeza palpitaba al intentar recordar más detalles.
—Cinco días enteros —reiteró Nyssa—. Zara ha estado aquí más tiempo que yo, esperando que abrieras los ojos.
Zara asintió rápidamente, sin dejar de sonreír.
—Me aseguré de que nadie te molestara, pero... hubo alguien que vino todos los días a verte, solo para asegurarse de que estabas bien —dijo Nyssa con tono burlón.
Caden notó el énfasis en las palabras de su hermana y sintió un ligero aumento en su ritmo cardíaco. Su pecho se agitó con esa mención, como si ya supiera quién era.
—¿Quién? —preguntó, aunque la respuesta ya era evidente.
—¡Seraphina! ¡Vino todos los días! —La niña se levantó de un salto—. ¡Voy a buscarla ahora mismo! ¡Va a estar tan feliz de verte despierto!
Sin esperar respuesta, Zara le plantó un beso rápido en la mejilla a Caden antes de correr fuera de la habitación. El sonido de sus pasos resonó por el pasillo, dejando a Caden solo con Nyssa. La sola idea de que ella hubiera estado pendiente de él todos esos días, viniendo sin falta, le revolvió el estómago.
—No debería sorprenderte tanto —comentó Nyssa, interrumpiendo sus pensamientos—. Aunque a veces no pueda soportarte, eres mi hermano. Sé que hay personas que te valoran más de lo que crees.
Caden se rio suavemente, aunque el gesto le dolió.
—¿Tú, siendo tierna? Esto sí que es una sorpresa.
Nyssa lo fulminó con la mirada, pero una sonrisa traviesa jugó en sus labios.
—No me hagas arrepentirme, Wolfram. Sabes que puedo volver a mi estado habitual en un segundo.
Caden levantó una ceja, aún sonriendo, disfrutando del momento ligero entre ellos. Sin embargo, Nyssa cambió de tono y su expresión se volvió más seria.
—Caden, hay algo que está pasando —dijo, bajando un poco la voz, como si las paredes pudieran escuchar—. Algo en las sombras está moviéndose, y lo que pasó con los Devoraluz es solo una muestra de lo que viene. Las criaturas oscuras parecen estar multiplicándose.
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Heraldo de Brasas (1)
FantasyEn un reino desgarrado por la guerra, el nombre de Seraphina Ashborne es recordado como una sombra del pasado. Se creía que la hija del Fénix había caído en la batalla, pero su destino no terminó allí. Exiliada en las tierras de Pyros, decide volver...