La luz del sol empezaba a molestar sus ojos, por lo cual los abrió, algo confundido.
Estaba acostado en una de las ramas del árbol sagrado. Con lentitud, se sentó en esta, bostezando y estirándose para quitarse la pereza. Miró a todos lados, no recordando como llegó allí, hasta que los sucesos del día anterior lo golpearon como nunca.
Él, Meliodas, el beso.
Se sonrojo al recordarlo todo. Tocó sus labios, no creyéndose que lo que había pasado haya sido real, es decir, ¿En serio?
Puso su mano sobre su pecho, sintiéndose... bien.
Le había gustado la experiencia y el hecho de que Meliodas haya correspondido, pero también recordaba la manera tan tosca en la que el rubio se separó y se fue sin decir mucho, como si se hubiera arrepentido de todo.
Lo entendía, y él también en parte se sentía culpable, pero no podría estar todo el día lamentándose por lo que pasó. Fue un beso, y creía que, si eran personas maduras, podrían hablar de ello con tranquilidad.
De todas maneras no despreciaba el hecho de que la relación de ambos a partir de ese momento cambiase, y que quizás Meliodas ya no quisiera pasar tanto tiempo con él.
O quizás podría ser todo lo contrario y eso solo haría que su relación fuera más solida. No lo sabía, y estaba ansioso por buscar al rubio para hablar.
Se bajó de la rama flotando hasta el suelo. Tenía hambre, así que primero iría a buscar frutas para desayunar.
—¿Debería llevarle a Meliodas algunas? —se pregunto a si mismo, pero al final optó por tomar algunas para el ojiverde también— Últimamente... el bosque ha estado algo silencioso para mí...
Miró sus alrededores, sintiendo que algo, o alguien le faltaba en ese momento, siguiéndolo a todos lados como si fueran pollitos.
—Esos chiquillos... desde que se atrevieron a salir del bosque, ya casi no suelen pasar conmigo... —susurro, recordando a Daiki y a Rizette— Bueno, quizás cuándo regresen con Helbram podríamos divertirnos como hacíamos antes, sin tener que pensar en el mundo humano todo el tiempo.
Una vez que tenía las frutas necesarias, tomo rumbo a su habitación dentro del árbol sagrado, la cual compartía con el demonio.
Suponía que estaba dormido, pues no sentía su presencia, por lo que se apresuró más, queriendo hacerle una broma.
—¡Arriba, rubio! —exclamo entrando en el cuarto, pero algo ahí le extrañó— No está...
Miró por todo el lugar, confundido. No estaba ni si quiera la espada que llevaba a todos lados, por lo que algo más preocupado, se dirigió hacia la persona que creía, sabría dónde estaba su amigo.
—¡Elaine! —la mencionada, dejando de mirar el paisaje, volteo a ver a su hermano.
—Oh, hola Harlequin, buenos días.
—Elaine... dónde... ¿dónde está Meliodas?
—¿Meliodas? ¿Paso algo malo? —cuestiono con preocupación— No lo he visto desde ayer, ¿No se suponía que iban a celebrar o algo así?
—Si, lo hicimos, pero...
Harlequin se quedó callado, sin saber que decirle. Pudo ver cómo su hermana lo miraba con el ceño fruncido, por lo que rápidamente quiso impedir lo que quería hacer.
—¡Oye, no te atrevas a leer mis...!
—¡Se besaron! —exclamo a los cuatro vientos, y Harlequin le tapó su boca, avergonzado.
ESTÁS LEYENDO
Reencarnado en King (Yaoi)
De Todo¿Crees en las reencarnaciones? Puede sonar una pregunta algo tabú, y más si quizás eres de una cierta religión. Para mí, la respuesta era más que obvia: Es imposible reencarnar después de morir. Sin embargo, después de vivirlo en carne propia, no c...