CAP 2 T2

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—Rey hada Harlequin, por haber ignorado deliberadamente a un miembro de su clan, quien en contra de todo acto racional, asesino a un sinnúmero de personas durante cientos de años, mereces la pena máxima. Eres un rey perezoso, y por ello estarás destinado a morir, solo así podrás expiar tu pecado.

Bajé la cabeza, aceptando el castigo que se me fue impuesto.

Después de haber estado vagando durante años y de haberme separado de Diane, no esperaba que llegaran caballeros a mi captura. Fue inesperado cuánto menos, pero a decir verdad, estaba cansado de huir.

Necesitaba enfrentar las consecuencias de mis actos, sentir que mis acciones en verdad serían castigadas, y creo que con esto finalmente se hará justicia.

Siendo llevado por los caballeros hasta un calabozo, mientras esperaba el carruaje que me llevaría a la capital, es cuando me pregunto.

¿En qué falle?

Creo que mi primer error fue haber saltado, y lo que le sigue son solo los ecos de ese error.

No debí haber aceptado la propuesta del árbol sagrado, no debí haberme encariñado con todos, no debí haber dejado que mis amigos salieran del bosque, no debí conocer a Diane, no debí... enamorarme.

Si, admito que mi mayor error fue enamorarme, y es de lo que más me arrepiento. Esos malditos sentimientos me hicieron ver las cosas diferentes, de una manera que nunca pensé verlas.

Y lo odio...

Me he vuelto muy reflexivo últimamente, quien diría que estar en una celda sucia, con las manos atadas y con la esperanza de vida al mínimo era lo que necesitaba para reflexionar sobre mi vida.

Me pregunto cómo hubieran terminado las cosas si no hubiera hecho ninguna de esas cosas.

Si hubiera seguido viviendo, si hubiera dicho que no, si no me tomaba mis preocupaciones en serio ni me interesaba por los demás, si no me hubiera enamorado.

No lo sabía, y nunca lo sabré ahora, lo único que sé es que, en dos días sería mi ejecución, y eso es lo que actualmente me importa.

Miré por aquella única rendija que iluminaba el cuarto. Estaba anocheciendo por lo que parecía. Suspiré, dispuesto a dormir, o al menos a intentarlo.

Ni si quiera tenía a mi Chastiefol para usarlo como almohada, porque me lo habían quitado, pero ya que.

Cerré mis ojos, esperando caer en el mundo de los sueños.

***

—¡Arriba, escoria! Tu vehículo ha llegado a recogerte.

Abrí mis ojos, mirando a aquel guardia frente a mi. Lo miré por unos segundos, somnoliento, antes de asentir en comprensión a lo que me dijo.

Ni si quiera me dieron comida, aunque no puedo pedir más.

En el camino fuera de la celda, noté la mirada de los caballeros del lugar sobre mi. Me miraban con odio, como si hubiese cometido el peor pecado de todos. Les entendía, pero al mismo tiempo no, así que solo los ignore, no queriendo decir nada que me generase una golpiza.

Salimos del lugar, y tal como dijo el guardia, había un carruaje, o bueno, carruaje/prisión, por los barrotes y el hecho de que estaba en parte hecha de metal.

—¡Date prisa y sube! —me grito, dándome un golpe en la espalda.

Solo lo miré, intentando ignorar aquel hecho. De todas formas, en tan solo un día ya nada importaría.

A paso lento y con la cabeza gacha entre al vehículo. No quiero ver a nadie, y ya me da igual todo en este punto. Solo quiero descansar.

—¡Oye, desgraciado, presta atención cuando te están hablando! —me grito uno de los que estaban ahí, sacándome de mis pensamientos. ¿Me estaban hablando?

Reencarnado en King (Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora