Capítulo 26: No quiero que esto acabe

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●26

Bajo del avión y el frío de Nueva York me golpea de inmediato. Después del calor de la isla, el cambio es brutal, pero bienvenido. Esta ciudad tiene su propio ritmo, su propio caos, y me gusta pensar que puedo controlarlo. Pero ahora, lo único que quiero controlar está justo a mi lado.

Lina baja detrás de mí. Le extiendo la mano de manera automática, como si fuera parte del protocolo, como si ya esto fuera un maldito hábito. Ella duda por un segundo, pero la toma. Ese contacto, esa chispa sutil, me electriza de nuevo. No es incómodo. En la isla, su tacto me anclo a una realidad que apenas podía manejar. Ahora es distinto. Tocar su piel me hace sentir mejor, mucho más que eso, tal vez. Me recuerda que hay algo más allá de la lucha por el control constante en mi vida. Algo que me hace sentir humano. Me recuerda que tengo un corazón en mi pecho que tal vez, solo tal vez, puede sentir. Y no me gusta del todo.

Cuando ella retira su mano apenas toca el suelo, siento una especie de tirón regresar. Esa maldita sensación que siempre está ahí, esperando. No lo muestro, pero me carcome. Me doy cuenta de que, de alguna forma, ella lo cambia todo. Y eso me asusta más de lo que estoy dispuesto a admitir.

Alexei ya nos espera al lado del coche. Subimos en silencio. El vehículo avanza por las calles iluminadas de Nueva York, pero mis pensamientos están lejos de las luces y del ruido de la ciudad. Miro de reojo a Lina mientras observa distraída por la ventana. Esa distancia que mantiene. Me irrita y me intriga al mismo tiempo. Quiero saber qué pasa por su mente. Quiero desmenuzar cada pensamiento que cruza por su cabeza. Pero no puedo simplemente preguntarle. Debo jugarlo bien. Siempre debo ser el más inteligente.

—Así que... mencionaste un compromiso en la isla cuando te dije que volvíamos a Nueva York. Algo me dice que no quieres asistir del todo
—digo, mi tono neutral, casual, no quiero mostrar cuánto me quema la curiosidad.

—Sí, algo así —responde sin mirarme. Su voz es tranquila, casi indiferente, lo que me molesta aún más.

¿Por qué esa calma? ¿Qué es lo que tanto quiere ocultar? Siento que tiene que ver con Daniels Morgan. ¿Cómo no va a ser él? Su estúpido jefe. Lo he visto antes, en uno que otro evento social. Tiene esa sonrisa de niño bueno. No me fío de los pelirrojos. Son muy… coloridos. Él ha estado en su vida mucho más tiempo que yo. Pero eso va a cambiar. Va a cambiar pronto.

Miro por la ventana, las luces de neón reflejándose en el cristal, pero no puedo sacarme esa idea de la cabeza. Ella y ese sujeto... Me provoca un maldito sin sabor de boca.

—¿Con Daniels Morgan? —pregunto finalmente, cuidando que mi tono suene suave, casi desinteresado. Sutil. Siempre sutil.

Ella me mira, y puedo ver un destello de sorpresa en sus ojos.

—¿Daniels? —pregunta, y su expresión se endurece un poco—. ¿Qué tiene que ver Daniels aquí?

No termina la frase, pero sé lo que está pensando. ¿Por qué demonios de la nada lo menciono?

—Tu jefe de la revista, ¿cierto?
—respondo con naturalidad, sin darle importancia—. Después de todo, tienes dos jefes ahora. Aunque, te recuerdo que una de las cláusulas del contrato que firmaste conmigo deja claro que no puedes trabajar para nadie más mientras dure nuestro acuerdo.

Ella parpadea, procesando mis palabras. Esa confusión en su mirada me satisface más de lo que debería. La idea de que no pueda mantener sus propios secretos me reconforta.

—Mi asunto no tiene que ver con Daniels, o la revista —responde finalmente, desviando la mirada hacia la ventana.

Me detengo antes de insistir. El silencio se apodera del coche, pero mi mente sigue trabajando. Sé que tiene que ver con Daniels, aunque ella lo niegue. Esa sombra está ahí, acechando, y por mucho que lo entienda, no voy a permitir que interfiera con lo que estoy construyendo. No voy a permitir que se interponga entre lo que es mío.

Bajo la superficie del CEO [Libro #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora