Capítulo 29: ¿Qué somos?

69 19 0
                                    

●29

Es domingo, no hay llamadas perdidas, no hay más eventos familiares, estoy en mi departamento y por fin tengo algo de paz. El sonido suave de la música fluyendo a través de mis auriculares mientras me concentro en lavar la ropa. Es una actividad mundana, pero extrañamente relajante. La normalidad se siente bien después de la tormenta que ha sido mi vida en las últimas dos semanas. Lo sé,  yo me metí en esto voluntariamente,  pero aún así…

—Tengo que volver a enfocarme. Profesionalismo, Lina, profesionalismo. No pierdas el rumbo —me repito a mí misma mientras separo las prendas—. Lo que pasó en la isla se queda en la isla. No puedo seguir cruzando la línea con Víktor Arlov.

Trato de convencerme mientras doblo una camiseta.

—Eso sería jugar con fuego, y lo sé. Me voy a quemar... me voy a consumir completamente.

No es como si no hubiera atracción. Claro que la hay. Víktor es jodidamente hermoso y sexy, no hay otra manera de decirlo. Pero no puedo permitirme seguir en esta montaña rusa emocional.

—No soy lo que él necesita —me digo—. Y probablemente, él no es lo que yo necesito ahora.

Mientras intento convencerme de todo eso, el sonido insistente de golpes en la puerta me saca de mis pensamientos. Me quito uno de los auriculares, suspirando mientras camino hacia la entrada.

—¿Quién demonios...?

Abro la puerta y allí está. La tentación rusa.

¿Qué diablos hace aquí? Levanto una ceja, sorprendida y algo descolocada por su presencia. No esperaba verlo hoy. De hecho, no esperaba verlo en absoluto.

—¿Qué haces aquí? —pregunto, con más sorpresa que enojo en mi voz.

Él simplemente entró sin esperar una invitación, como si mi departamento fuera suyo. Me tomo por sorpresa, y antes de que pueda decir nada, se acomoda en mi sillón, estirando los brazos y las piernas, invadiendo mi espacio con su presencia abrumadora.

—Solo te extrañaba —responde con esa voz profunda y segura. Y aunque sus palabras suenan tan casuales, algo en su tono me inquieta.

¿Qué? Lo miro, completamente desconcertada. Hace solo unos minutos estaba convencida de que este hombre era incapaz de sentir algo por nadie. Y ahora... dice que me extraña. Vamos, Víktor, tienes cámaras aquí.

Me quedo ahí, parada en silencio, sin saber exactamente qué decir. Sus palabras son lo último que esperaba.

—¿Qué? —es todo lo que alcanzo a decir.

—Oh, ¿qué? —repite, burlándose ligeramente—. No es tan difícil de entender, ¿verdad? —me mira con esos ojos que parecen leerme el alma—. Te extrañaba. Así de simple.

Estoy a punto de responder algo sarcástico cuando él vuelve a hablar, interrumpiendo mis pensamientos.

—Pero... parece que alguien fue atropellada por un camión —dice, con esa sonrisa irónica mientras observa mi atuendo.

Miro mi reflejo rápidamente: auriculares, un broche ancho en el cabello y una camiseta de casa. Perfecto.

—La gente normal hace cosas los domingos, como lavar ropa —respondo, intentando mantener la calma, aunque por dentro ya estoy empezando a sentir cómo se forma un nudo en mi estómago.

Él levanta una ceja, visiblemente divertido.

—¿Normal? ¿Por qué? ¿Por qué eres pobre? ¿Por qué no tienes a alguien que lo haga? ¿Quieres qué contrate a alguien para que lo haga por ti? —Su tono está cargado de esa arrogancia sutil que solo él sabe manejar. Luego me mira de pies a cabeza, evaluándome—. Lina Taylor, por Dios.

Bajo la superficie del CEO [Libro #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora