Capítulo 1: El encuentro

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Nueva York, un martes de abril

Me estiré en mi silla, apartando el flequillo de mi cara. Había pasado las últimas dos horas revisando notas y preparando preguntas para la entrevista más importante de mi carrera: Víktor Arlov, el enigmático y reservado CEO de ArlovTech. Después de casi un año intentando, finalmente accedió a hablar conmigo, y no iba a dejar pasar esta oportunidad.

—Vamos, Lina, tú puedes hacerlo
—murmuré para mí misma, ajustándome la blusa y cogiendo mi grabadora.

Mientras caminaba por las oficinas de la revista, Daniels Morgan, mi editor en jefe, me detuvo.

—¿Lista para enfrentar al dragón?
—bromeó Daniels, con una sonrisa en su rostro.

—Si por “dragón” te refieres a Víktor Arlov, entonces sí —respondí con una sonrisa, aunque mis nervios eran evidentes.

—Recuerda, Lina, este tipo es conocido por ser una pared de hielo. No te frustres demasiado si no obtienes mucho.

—Me conformo con que se enamore locamente de mí y me proponga matrimonio —repuse en tono sarcástico. Vamos, como si esas cosas pudieran pasar en la vida real.

—Y que se lleve a mi mejor periodista… —respondió con un fingido tono alarmado.

—Aunque me lo podría pensar si me das ese jugoso aumento.

—Oh, podría cruzar los dedos para que te encuentre horrorosa —dijo, y en sus ojos verdes, expresivos y cálidos, se encendió una chispa juguetona.

Mi jefe me dio una palmada en el hombro, tratando de infundir confianza. Aunque me decía que Víktor era una persona normal. Bueno, relativamente normal, sabía que en el fondo esas palabras no surtirían efecto. Asentí y salí del edificio.

Una coche de lujo, negro, esperaba para llevarme a la sede de ArlovTech. Sin dudas, eso era una muestra clara de su poder. ¿Está tratando de intimidarme, señor Arlov?

Ese CEO, conocido por ser despiadado, calculador, reservado y por tener ojos de halcón tan filosos para los negocios. Había amasado una gran fortuna a una edad tan joven, triplicando el patrimonio familiar de los Arlov. Se dice mucho sobre Víktor Arlov, pero ninguna mujer ha puesto en duda que él es un hombre encantador. Al llegar, fui recibida por una joven secretaria, impecablemente vestida y con una sonrisa profesional, aparentemente sin emociones.

—Señorita Taylor —expresó de inmediato—. Por aquí, por favor. El señor Arlov la espera. La voz de la secretaria era suave, casi robótica.

La seguí, intentando mantener la calma. El edificio era impresionante, con techos altos y una decoración moderna y minimalista. Finalmente, llegamos a una puerta de madera maciza. La secretaria la abrió, revelando una oficina espaciosa y lujosa. El señor Arlov, estaba sentado detrás de su escritorio de cristal, su mirada fija en una pantalla de ordenador.

—Señor Arlov, la señorita Lina Taylor está aquí —anunció la secretaria.

Él levantó la vista, sus ojos azules perforando los míos. Se levantó y caminó hacia mí, extendiendo la mano.

—Señorita Taylor, un placer conocerla
—dijo con una voz profunda y controlada. Y por alguna razón, se me saltó un latido.

—El placer es mío, señor Arlov
—respondí, apretando su mano firmemente. Su piel estaba fría, como si su temperatura corporal reflejara su reputación.

—Por favor, tome asiento —Víktor hizo un gesto hacia una silla frente a su escritorio.

Me senté y saqué mi grabadora, colocándola frente a la mesa.

—Espero que no le importe que grabe nuestra conversación —dije, encendiendo el dispositivo. Tratando de mantener un tono profesional y relajado.

—Para nada. Adelante —se recostó en su silla, cruzando las piernas. Sus movimientos eran precisos, casi calculados.

Respiré hondo y comencé con las preguntas más básicas, tratando de establecer una conexión. Sin embargo, las respuestas de Víktor eran breves y superficiales. Estaba empezando a frustrarme cuando decidí cambiar de táctica.

—He leído que usted tiene un gran interés por la historia, especialmente la época de los zares. ¿Es cierto?
—pregunté, esperando captar su atención.

Él levantó una ceja, claramente sorprendido. Si, señor Arlov, he hecho mi tarea.

—Sí, eso es correcto. La historia de los zares siempre me ha fascinado
—Su tono se tornó un poco más cálido, o al menos eso me pareció.

Eso me facilitó explorar un poco su rostro. Víktor Arlov era el epítome de la belleza masculina, una visión que dejaba sin aliento a quienes tenían la suerte de cruzarse en su camino; su rostro, de rasgos cincelados, combinaba la fuerza y la elegancia de una manera hipnotizante. Una mandíbula fuerte y bien delineada, pómulos altos y unos labios que, aunque firmes, prometen suavidad.

Espera, ¿por qué me he desviado hacia sus labios? Tranquilízate, Lina.

—¿Le resulta inspirador, quizás? ¿La forma en que manejaban el poder y las intrigas de la corte? —Sonreí, inclinándome hacia adelante ligeramente. Y por un momento sentí que me encaminaba a algún lado.

—En cierto modo, sí. Aunque espero no ser tan despiadado como algunos de ellos —Él sonrió levemente. Aquello era una rara muestra de emoción.

Aproveché el momento para profundizar más en su vida personal.

—Su padre debió estar orgulloso, se ha convertido en alguien poderoso, igual que un gran zar…

Al escuchar mi comentario, Víktor rápidamente volvió a su actitud reservada.

—Señorita Taylor, tengo otra reunión en breve. ¿Alguna pregunta final? —dijo, claramente señalando el final de la entrevista.

Me sentí derrotada, pero no iba a ser humillada tan fácil.

—No, creo que con esto es suficiente. Gracias por su tiempo, señor Arlov
—Me levanté y recogí mi grabadora.

Víktor me acompañó hasta la puerta.

—Espero que haya obtenido lo que buscaba —dijo, su tono nuevamente frío, y por un segundo me volví a perder en esos ojos inexpresivos.

—Fue… esclarecedor —Trataba de mantener la compostura.

Al salir de la oficina, me sentí abrumada por una mezcla de frustración y curiosidad. Víktor Arlov era más difícil de descifrar de lo que había imaginado.


Bajo la superficie del CEO [Libro #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora