Capítulo 48: Comodo en la oscuridad

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Me quedé donde Víktor me había dicho que esperara. Desde esa esquina del salón, podía observar todo el evento, pero sentía que no pertenecía a ese mundo. Una cosa era estar en el para observar cada detalle, y otra participar activamente. Todo a mi alrededor era lujo, poder y falsas sonrisas, aunque mi mente no era como que estaba muy presente. Estaba atrapada en los recuerdos de la noche anterior, reviviendo cada detalle, cada golpe, cada palabra.

Entonces, lo vi. Daniels se acercaba de nuevo pero esta vez junto a Alberth, el fotógrafo.

—Lina, quiero llevar a Daniels a casa, pero se niega a dejar que lo haga —dijo Alberth, mientras Daniels se inclinaba ligeramente hacia mí, tratando de estabilizarse—. Dile tú, a ti te escucha —añadió, resignado.

Suspiré, sabiendo que tendría que ser yo quien lo convenciera. Le puse una mano en el brazo, y lo miré a los ojos, tratando de hacerlo entrar en razón.

—Daniels, no puedes conducir si has bebido mucho. Deja que Alberth te lleve a casa.

Él me sonrió, esa sonrisa que siempre intentaba suavizar cualquier situación.

—Lina, estoy bien. Solo estoy un poco mareado, pero no borracho, Alberth está dramático… —Su voz era ligera, pero podía sentir su cansancio. Alberth suspiró a mi lado, y juntos empezamos a caminar hacia la salida del salón.

Cuando finalmente cruzamos las puertas y el aire frío de la noche nos envolvió, Alberth se adelantó para buscar el coche de Daniels.

—Alberth —dijo Daniels, haciendo que se detuviera—. Eres mi hombre de confianza. Tus fotos son jodidamente surrealistas, pero si rayas mi coche, te mato —repuso, bromeando.

Albert rió mientras se alejaba hacia el estacionamiento.

—Cállate, borracho.

Daniels soltó una carcajada y se inclinó más cerca de mí. El ambiente se sentía más cargado que antes, y pude ver cómo la expresión de su rostro cambiaba. Algo en él estaba diferente.

—Lina, realmente te extraño —susurró, su voz más suave, como si intentara romper una barrera invisible—. Volvamos a ser nosotros.

Lo miré, sin saber cómo responder. Me sentía dividida, atrapada entre dos realidades que no podían coexistir. Daniel era amable, constante, pero... todo con él se sentía muy forzado, mecánico.

—Daniels, no. Es el alcohol hablando
—intenté disuadirlo, pero él negó con la cabeza, acercándose más a mí.

—No, Lina. No es el alcohol. Es que te amo —dijo de repente, sus palabras cayendo como un golpe inesperado.

Su mano se levantó hacia mi mentón, tratando de inclinarse para besarme. Lo detuve colocando mi mano en su pecho, con suavidad, pero firme.

—Daniels, no —le dije, intentando no herirlo.

Y entonces lo sentí. Un torbellino de energía a nuestro alrededor. Antes de que pudiera reaccionar, el puño de Víktor conectó con el rostro de Daniels, enviándolo al suelo con una fuerza que me dejó atónita.

—¡¿Qué demonios te pasa, Víktor?!
—grité, agachándome de inmediato para ayudar a Daniels a levantarse. Alberth apareció justo a tiempo para ayudarlo también, levantándolo del suelo con cuidado.

Él se tambaleaba, su mano cubriendo el golpe, pero lo primero que hizo fue preocuparse por mí.

—¿Estás bien? —me preguntó, ignorando completamente su propia situación.

—Sí, Daniels. Estoy bien. Pero tú deberías preocuparte por ti mismo. Ve a casa y ponte hielo o algo —respondí, mi voz saliendo más fuerte de lo que esperaba, intentando mantener el control de la situación.

Bajo la superficie del CEO [Libro #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora