Capítulo 19: Recupera el aliento

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●19

La puerta se cerró tras ella. Afuera, el sonido del cigarro de Nikolay quemándose en el pasillo se colaba bajo la rendija de la puerta, recordándome que él seguía allí, esperando.

Sentía su presencia como un peso, como si me vigilara a través de las paredes. Su respiración lenta y profunda retumbaba en mi cabeza. Era imposible escapar de su sombra. Mi cuerpo temblaba, no solo por el frío, sino por el miedo y el asco que me invadían.

Mientras estaba aquí temblando mi mente vagaba inconscientemente unas horas antes. Lo que pasó cuando me negué a elegir, mi padre me miró con una furia contenida. Sin decir una palabra, su mano se levantó y la bofetada resonó en todo el vestíbulo, dejándome un sabor metálico en la boca. El golpe fue tan fuerte que tambaleé, pero me mantuve de pie, temblando.

—Si no puedes hacerlo, lo haré yo por ti —dijo con desprecio. Me miró con esa sonrisa cruel, disfrutando de mi humillación. Se acercó a las mujeres y, sin dudarlo, señaló a una de ellas; a la más joven del grupo.

—Tú —ordenó, señalando con la
barbilla—. Harás de mi hijo, un jodido hombre, esta noche.

La mujer se levantó con una tranquilidad que me asqueaba, como si esto fuera solo una tarea más. Mientras ella caminaba hacia mí, todo en mi interior gritaba.

—Solo relájate —susurró, mientras sus dedos recorrían mi piel, trayéndome de nuevo a la realidad. Sentía su toque como fuego. Quemaba.

Mis manos se cerraron en puños. Quería desaparecer, borrar este momento de mi vida. Pero no podía. Mi padre estaba afuera, esperando, escuchando, asegurándose de que no fallara en convertirme en lo que él creía que debía ser.

—Podrías mentir... —susurré en una súplica, apenas encontrando mi voz—. Podrías decirle que lo hicimos.

La mujer se detuvo un momento y, por primera vez, me miró a los ojos. Había algo en su mirada... quizá lástima. Pero sobre todo, miedo.

—Chico, lamento que tengas que vivir con ese monstruo,  pero... lo siento, no pondré mi vida en peligro por ti —dijo sin ninguna compasión—. Nikolay es un cliente frecuente. ¿Sabes qué pasó con la última que le dijo que no? Murió una semana después en un hospital. Tu padre es un golpeador de mujeres, un sádico, y todos lo saben.

Sus palabras me atravesaron como un cuchillo. No había escapatoria. El mundo era suyo. La realidad de su poder me aplastaba, dejándome sin aire.

Afuera, el cigarro de Nikolay se consumía, y su risa se filtraba por la puerta. Era como si disfrutara de mi sufrimiento, como si supiera que cada segundo aquí me robaba una parte más de mi alma.

—Vamos, Viktor, termina con esto de una puta vez. No me hagas entrar ahí y sacarte en faldas como el marica que tu madre pretende que seas —Su voz atravesó la puerta como un látigo. Mis piernas temblaban, y el miedo subía por mi garganta.

La mujer se inclinó hacia mí, desabrochando mis pantalones. Quería gritar, quería correr, pero mi cuerpo no respondía. Me quedé allí, inmóvil, mientras todo ocurría como en una pesadilla de la que no podía despertar.

Cada toque era una quemadura, una marca que quedaría conmigo para siempre. Sentía cómo mi cuerpo reaccionaba de formas que no podía controlar, y eso lo hacía aún peor. Sentía confusión, asco, miedo. Todo mezclado en un torbellino que me arrancaba de mí mismo.

—Hazlo ya, Vik, o te juro que te voy a enseñar lo que es ser un hombre a golpes. Creeme que hasta ahora he sido muy paciente, pero si me sigues probando… —La amenaza de Nikolay era un golpe más. No había escapatoria. Solo él y su maldita exigencia de que yo cumpliera con su versión torcida de ser un hombre.

Bajo la superficie del CEO [Libro #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora