Capítulo 21: En el umbral

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El reloj sobre el escritorio marca casi la media noche. Mis manos recorren los papeles esparcidos frente a mí, pero aunque mis ojos siguen las líneas, mi mente no está del todo aquí. Los documentos sobre la construcción son importantes, mañana los inversionistas llegan a la isla, y todo debe estar listo. Eso es lo que importa, o debería importar.

—¿Lina, ya cenó? —pregunto, aún sin apartar la vista del papel.

El ama de llaves, siempre discreta, responde desde el umbral.

—Comió muy poco, señor Arlov. Pero sí, cenó.

Asiento, aunque la respuesta no me satisface del todo. Por alguna razón, la idea de que haya apenas tocado la comida me provoca una ligera incomodidad, una que no debería estar presente. Respiro hondo, enfocándome en lo que puedo controlar. Eso es lo único que siempre ha sido constante para mí, lo que me mantiene enfocado.

Hoy no la vi. Después de lo que pasó, no quería. No aún. Aunque sé que he estado en su mente tanto como ella ha estado en la mía. El ama de llaves me ha dado un reporte del día sin entrar en demasiados detalles, lo suficiente para saber que Lina ha estado ocupada. Pero el simple hecho de que apenas haya comido... eso no debería importarme.

El ama de llaves hace un amago de retirarse, pero antes de que cruce el umbral, la detengo.

—¿Está despierta? —pregunto, manteniendo el tono neutral.

—Está tomando un baño, señor
—responde, con su habitual calma, antes de desaparecer detrás de la puerta.

Mis ojos vuelven a los papeles, pero algo en el aire se siente diferente esta noche. Me obligo a seguir trabajando, a no dejarme arrastrar por pensamientos que no me llevarán a ningún lugar útil.

Los papeles frente a mí se vuelven borrosos. No puedo concentrarme, a pesar de que mañana es un día complicado. Esa debería ser mi prioridad, pero mi mente sigue vagando hacia Lina. No soy un cobarde, lo sé, pero no verla durante todo el día fue una decisión consciente. No porque quisiera escapar, sino porque... lo que ocurrió esta mañana necesita ser abordado con precisión. Lina es una situación que debe manejarse con cuidado, no puedo permitirme perder el control de lo que sucede a mí alrededor.

Dejo los documentos a un lado. El reloj avanza sin tregua, y sé que debo actuar ahora, antes de que la situación se complique. Lina no puede quedarse con la impresión equivocada. Debo encauzar las cosas de nuevo. Me levanto de la silla, ajustando mi camisa que está arremangada por el calor sofocante de la isla. Dos botones permanecen desabrochados, permitiendo que el aire circule por mi pecho. Mi cabello, un poco desordenado, refleja mi falta de atención a detalles menores.

El cielo está gris, pero el calor no cede. Aquí, en el Caribe, es un contraste con el frío que llevo en la sangre. Camino hacia el baño, mis pasos suaves por los pasillos. La puerta está entreabierta, el sonido del agua me indica que Lina aún está en la bañera. Empujo la puerta, abriéndola lo suficiente para verla sin hacer ruido. Me detengo en el umbral, observándola.

Su cuerpo está sumergido en el agua, el cabello recogido, la cabeza apoyada contra el borde. Está relajada, con los ojos cerrados, completamente ajena a mi presencia. Algo en su fragilidad me llama la atención, aunque no se lo diría a nadie, ni siquiera a mí mismo. Ha habido muchas antes que ella, muchas que aceptaron el contrato sin dudarlo, y sin embargo... hay algo en Lina. No es que sea diferente, pero... hay algo que me obliga a quedarme un segundo más, mirando.

Sus pechos apenas están cubiertos por el agua, su piel brilla a la luz suave del baño. No puedo evitar sentir una excitación recorriéndome, pero me obligo a mantenerme sereno. No es el momento de perderme en ese deseo. Hay algo que debo controlar aquí, algo que necesita volver a estar bajo mis términos.

Bajo la superficie del CEO [Libro #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora