Capítulo 15: Bajo la superficie

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●15

Desperté con una extraña sensación de paz, una que me pareció irónica considerando lo que había sucedido la noche anterior. El sol se filtraba débilmente a través de las cortinas bañando la habitación con una luz cálida y suave. No estaba en la habitación donde había experimentado la intensidad de anoche; esta era la habitación donde había dejado mis cosas al llegar a la casa en la isla. Me encontraba sola, envuelta en una sábana que apenas cubría mi cuerpo desnudo.

Todo mi cuerpo se sentía pesado, como si la energía hubiera sido completamente drenada, y al mismo tiempo, experimentaba una especie de euforia residual, una sensación desconocida que me resultaba tan intrigante como perturbadora. Al moverme, un leve dolor recorrió mis músculos, recordándome la intensidad de cada momento.

Mi mente, como si se tratara de una cinta repetitiva, empezó a reproducir las imágenes de lo que había sucedido la noche anterior. Una parte de mí quería alejar esos pensamientos, pero era inútil. Volví a ese instante en que estaba inmovilizada, con las manos y los pies atados. Podía sentir la frustración creciendo dentro de mí, la desesperación de no poder moverme, de no poder tocarlo, aferrarme a algo. Pero, para mi sorpresa, esa sensación no fue del todo desagradable. Era como si, a través de esa incapacidad, hubiera descubierto un nuevo nivel de placer, uno que jamás había imaginado. Recordé cómo sus manos, habían jugando con mis pezones y sus dedos largos y delgados dentro de mí se deslizaron suavemente por mis pliegues, como si estuviera explorando cada rincón con una curiosidad paciente hasta el punto de mi desesperación. Sus caricias fueron ligeras aunque a veces dejaba entrever como si se estuviera conteniendo, casi como un susurro contra mi piel, provocando una oleada de calidez que se extendía por todo mi cuerpo.

Sin embargo, esos pensamientos placenteros fueron rápidamente silenciados por una oleada de frustración.

—¡Esa rata traicionera de Víktor Arlov!
—exclamé para mí misma en voz alta, sintiendo como la ira se mezclaba con una atracción que no podía negar—. ¿Cómo se atrevió? Exigirme que hiciera la pregunta que habíamos acordado en el contrato justo allí, justo en aquella situación, justo con sus dedos dentro de mi. Pero me va a oír…. 

Me obligue a levantarme, a pesar del peso de mis extremidades. Cada movimiento me recordaba lo que había pasado, pero me aferre a esa determinación, a esa necesidad de no permitir que Víktor viera cuánto me había afectado. Me dirigí al baño y me di una ducha rápida, dejando que el agua caliente aliviará un poco la tensión en mis músculos.

Cuando bajé al comedor ya se encontraba allí. Estaba sentado con una actitud relajada mientras leía el periódico y tomaba su café. Me senté frente a él, con indiferencia.

—Buenos días —dije, tratando de sonar casual.

—Buenos días —respondió sin levantar la vista del periódico. Luego, con un tono que parecía tan desinteresado como siempre—: ¿Dormiste bien?

Me sonrojé involuntariamente al recordar lo que había pasado. No, espera, Lina, estás aquí para tener una conversación seria con este malvado ser, no para sonrojarte, y tal vez podrías desayunar todo se ve apetitoso y estamos hambrienta.

—Sí, gracias —respondí con desinterés, con una energía que no sentía en absoluto.

Víktor despegó el periódico de sus ojos por un momento, y me miró, mostrando una chispa de diversión.

¡Ah! ¿Así que mi actitud te divierte? Bien, yo también puedo jugar en las frías aguas de la indiferencia.

—¿Cómo llegué a mi cama?
—pregunté, incapaz de evitar el tono curioso.

Él levantó una ceja, un gesto que parecía decirlo todo. Con una sonrisa irónica respondió:

—Santa Claus lo hizo, Lina.

Bajo la superficie del CEO [Libro #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora