Capítulo 12: El costo de la tensión

129 23 4
                                    

●12

Desperté temprano en el departamento del diablo, el sentimiento de incomodidad me envolvía mientras trataba de escapar sin hacer ruido. Mi cabeza estaba nublada y, para mi desesperación, no encontré mi teléfono en el bolso.

—Genial, Lina, ¿dónde diablos has dejado tu teléfono? ¿Tal vez lo olvidaste en ArlovTech? No, no puede ser, recuerdo que lo tenía ayer cuando vine aquí. Bueno, está bien, Lina, una cosa a la vez, una cosa a la vez... —me dije tratando de calmarme—. Solo salgamos de aquí antes de que esto se haga más incómodo y de algún modo resulte más retorcido. Obviamente, nos encontraremos en ArlovTech, pero si saca a relucir el tema, objetaré demencia. Justo eso haré, porque cuando acepte, realmente estaba loca...

Mientras me deslizaba sigilosamente por el pasillo, mi estómago se retorcía de nervios. Me preguntaba cómo había aceptado esto. Solo por  ayudarlo, Lina. Que esto te sirva de lección, nunca ayudes a un hombre poderoso, qué por lo visto podrías herir su enorme ego.

Al llegar a la sala, observé la cocina y Víktor estaba allí, sudoroso y en ropa deportiva, como si acabara de terminar una intensa rutina de ejercicios. Su cabello desordenado y sus músculos tensos formaban una imagen que no me dejaba indiferente, ¿pero qué diablos me está pasando? Deja de estar ensimismada y muévete, Lina, muévete.

Es todo culpa de Kat y sus ideas absurdas sobre follar con Víktor Arlov; pensar que me había desnudado ante él, que había aceptado hacerlo con una maldita facilidad que me desconcertaba, me hacía sentir que mi dignidad se redujo a escombros. Al menos debí decirle que debíamos de enrollarnos, así ambos nos sentiríamos igual de incómodos.

Debo acelerar el paso, tal vez no me haya visto aún. La libertad está a tan poca distancia que siento los latidos de mi corazón en mi oído. Joder, se me va a dar un paro aqui mismo. Cuando finalmente mis dedos se posaron sobre el pomo de la puerta, lo escuché:

—Buenos días. ¿Vas a algún lado, Lina?

Me quedé paralizada un momento, incapaz de ocultar mi creciente estado de vergüenza. Finalmente, me volví hacia él lentamente, dando pasos pesados y con una mente tumultuosa.

—Yo... —titubeé, mientras sentía cómo mi cuerpo temblaba como gelatina—. Debo ir a casa a cambiarme... Debo ir a trabajar… No quisiera… no quiero llegar tarde al trabajo por el que se me está pagando...

Viktor sonrió, con una expresión que no pude descifrar del todo.

—Tu jefe lo entenderá si llegas un poco tarde —dijo en tono bromista, con una sonrisa poco habitual e inquietante. ¿Desde cuándo sabes sonreír así?—. Ven, acércate —señaló un plato y una taza de café que había puesto en la encimera—. Te hice el desayuno.

—¿Me hiciste el desayuno? —pregunté con desconfianza, mientras me acercaba lentamente tratando de entender su motivación detrás de este gesto. Mi cabeza seguía girando alrededor de la noche anterior. Viktor me observaba fijamente, y me costó un esfuerzo considerable sentarme—. Gracias —dije, sintiendo que el color rojo en mi rostro probablemente competía con el del café que había servido.

—¿Cómo va tu salud? —preguntó, y casi me atraganté con el primer sorbo de café. Y él me miró con una preocupación que parecía sincera—. Deberías comer un poco más. De ahora en adelante, cocinaré para ti, estás un poco delgada.

—¿Cocinarás para mí? —repetí, confundida por su ofrecimiento. ¿Pero qué diablos le estaba pasando a ese hombre?

—Solo es comida, Lina. No voy a envenenarte... —bromeó con una sonrisa simpática, pero sus palabras no lograron calmar mi inquietud—. No es para tanto, ArlovTech lleva varias fundaciones y una de nuestras causas es ayudar a alimentar a los más desprotegidos en albergues y eso…

Bajo la superficie del CEO [Libro #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora