Capítulo 19: Perder el control

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●19

Víktor no dejó de caminar con determinación hasta que llegamos a la habitación. La puerta se cerró con un golpe suave, pero la fuerza de su presencia llenaba el espacio. Mi corazón latía desbocado en mi pecho, más por la anticipación que por la adrenalina de ser cargada de esa manera. Todo en él era una contradicción. Brutal, pero cuidadoso. Frío, pero terriblemente seductor. No sabía dónde me encontraba en esa encrucijada.

—Víktor, en serio, ¿qué piensas hacer? —intenté sonar firme, pero mis palabras salieron más entrecortadas de lo que esperaba. Intenté liberar mis manos, pero estaban firmemente atadas con su camisa.

Él no respondió al principio, simplemente me dejó sobre la cama. Se inclinó sobre mí, sus ojos oscuros capturando los míos. Algo en su mirada me hizo sentir pequeña, pero no de una manera negativa. Era como si yo fuera su mundo en ese momento, y el peso de ese pensamiento me hizo estremecerme.

—Lina, sabes perfectamente lo que vamos hacer —susurró, su voz era suave, pero cargada de autoridad—. No puedes provocarme y luego pretender que no pasará nada.

Se inclinó aún más, sus labios rozando mi cuello, dejando un rastro de besos ligeros que enviaban descargas eléctricas a través de mi piel. Mis manos estaban atrapadas, incapaces de moverse, y eso solo intensificaba la sensación de vulnerabilidad. Pero lo que me sorprendía aún más era lo mucho que mi cuerpo respondía a esa vulnerabilidad. Había una parte de mí que lo quería, que lo necesitaba.

—Esto es ridículo, Víktor —intenté decir, pero mi voz se quebró a medida que sus labios bajaban lentamente por mi clavícula.

—Ridículo... pero necesario
—replicó, su aliento cálido contra mi piel. Entonces, sus manos comenzaron a deslizarse por mi cuerpo, explorando cada rincón como si fuera la primera vez. Y por mucho que intentara resistirme, mi respiración comenzó a volverse más pesada.

Él sabía lo que hacía, lo sabía demasiado bien.

—¿No crees que deberíamos hablar sobre esto? —intenté sonar racional, pero las palabras se desvanecieron tan rápido como llegaron.

—No creo que tu cuerpo quiera hablar, Lina —murmuró, sus labios rozando los míos, apenas un toque, lo suficiente como para hacerme desear más— Lo que debes hacer en este momento es solo sentir... y aprender.

Las palabras que había dicho resonaban en mi mente, y aunque intentaba resistirme, había una parte de mí que se dejaba llevar. Me perdía en cada uno de sus toques, en la forma en que me hacía sentir, como si me estuvieran tocando por primera vez. Era una sensación peligrosa, pero también embriagadora.

Él bajó sus manos, deslizándose sobre mis caderas, y una parte de mí quería gritarle que se detuviera. No porque no lo deseara, sino porque sabía que, cuanto más me dejara llevar, más difícil sería volver atrás. Pero entonces, sus manos encontraron el borde de mi traje de baño, y la lógica desapareció.

Víktor desató el nudo lateral del bikini sin esfuerzo, como si hubiera estado esperando ese momento desde que me lo puse. Mi respiración se detuvo por un segundo mientras sentía cómo el tejido se aflojaba y quedaba a su merced.

—Víktor... —intenté decir algo, pero él no me dejó terminar. Sus labios se apoderaron de los míos con una intensidad que no esperaba, un beso demandante, posesivo.

Y ahí estaba de nuevo, esa chispa que siempre encendía algo dentro de mí. Era imposible ignorarlo, imposible escapar de ello. Cada vez que sus labios encontraban los míos, era como si mi cuerpo se rindiera, como si todas mis defensas se desmoronaran.

Sentí el peso de su cuerpo sobre el mío, su piel rozando la mía, el calor creciendo entre nosotros. Y, aunque todavía estaba enfadada con él, había algo más fuerte que esa ira: el deseo. Era un fuego que él sabía exactamente cómo avivar.

Bajo la superficie del CEO [Libro #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora