𝒮𝓉𝒾𝓁𝓁... 𝒜𝓉 𝓉𝒽𝑒𝒾𝓇 𝓋𝑒𝓇𝓎 𝒷𝑒𝓈𝓉?

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Suspiré profundamente en cuanto acabé de desempacar la última caja en mi nueva casa. Se sentía abrumadoramente grande en comparación con mi piso en Nueva York. Me dejé caer sobre el sofá nuevo que era igual al de Matty y bebí limonada recién hecha en mi nueva cocina.

En ese momento enlazó FaceTime, y respondí inmediatamente. En un segundo tuve la imagen de Matty de pie en su camerino abotonando su camisa en la pantalla de mi celular.

— ¡Dios mío! — Exclamé. — Pudiste haber llamado hace tres minutos para ver ese abdomen.

Hizo su cabello hacia atrás con una sonrisa en el rostro. — En un par de días podrás lamerlo si quieres.

— Te ves muy guapo, Matty.

Negó con la cabeza. — Mientes.

— No, en serio, te ves tan guapo que siento celos hasta de la chica que vaya a rebajar tu botella de vino esta noche.

— ¿Cómo sabes que es una chica?

— Porque yo lo sé todo. Además, soy una celosa patológica. — Bromeé.

— No hay motivos para sentir celos, ¿quién además de ti querría salir con el tipo más odiado en internet estos días?

— Creo que no podría estar más enamorada del tipo más odiado en internet estos días.

— Te amo.

— También te amo.

Comenzó a peinarse con fijador para el cabello y gel, levantando sus rizos y peinándolos hacia atrás. — ¿Dónde estás?

— En mi nueva casa.

Tiró el frasco del fijador. — No te creo nada.

Sonreí y me puse de pie; tomando el celular comencé a girarlo lentamente para que pudiera apreciar cada detalle en la sala donde me encontraba.

— ¡NOOOOOO! — Gritó con emoción y cubrió su boca con ambas manos. — ¡Está increíble! Déjame ver tu piano.

Caminé hasta el salón continuo y le mostré el enorme piano blanco sobre una alfombra, los muros estaban cubiertos de esponja acústica y mi guitarra estaba sobre su soporte. En uno de los muros coloqué fotos y colgué trozos de papel con ideas para canciones que garabateaba a la mitad de la noche, o mientras miraba por la ventana intentando atravesar el tráfico. Me gustaba mi espacio. Era mío. Yo lo construí.

— Me encanta tu nuevo lugar, ojalá pueda ir allá pronto. — Se miró a sí mismo en la cámara y justo en ese momento comencé a recibir mensajes en mi teléfono para trabajo, uno tras otro, saturándolo del sonido de las notificaciones. — ¿Quién escribe tanto? — Preguntó.

— No lo sé. — Tomé el teléfono entre mis manos, timbró la puerta, no sabía a qué prestarle atención y Matty seguía en la llamada con expresión confundida.

Caminé para abrir y miré por el lente un repartidor con gorra azul que cargaba un enorme paquete redondo.

— Buen día, entrega para Maddison Sinn. — Saludó el mensajero.

— No estaba esperando nada.

— ¿No es usted Maddison Sinn?

— Sí, lo soy.

— Bueno, entonces lo enviaron para usted, de parte de Joseph Porter.

— ¿Joseph Porter? — Dijo Matty desde su lado de la línea.

— Se lo agradezco mucho, yo... — Miré en todas direcciones para dejar mi teléfono, pero al no encontrar nada cerca, lo puse sobre el piso, tomé el paquete con ambas manos para dejarlo sobre la mesa y volví para firmar la entrega y recoger mi teléfono.

Halley's Comet // Matthew HealyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora