Había pasado una semana desde todo lo sucedido, y aunque los días se sentían largos, algo en Elettra no dejaba de latir más rápido de lo que quisiera. A pesar de estar entre los suyos, con Max y Alec siempre cerca, sentía que parte de ella estaba empezando a alejarse del lugar que una vez fue su refugio: las Serpientes. Amaba a su familia; cada uno de ellos tenía un lugar en su corazón, pero había algo más que la mantenía en la casa de los Gallagher. Quizás era el eco de la risa de Fiona cuando se ponían al día, o tal vez las conversaciones profundas con Carl, que, aunque no quería admitirlo, le hacían sentir cosas que no podía describir del todo.Esa mañana, se despertó temprano, más inquieta que de costumbre. El amanecer la envolvía en tonos suaves, pero por dentro, una tormenta se agitaba. Se vistió con algo atrevido, un top amarillo con un escote profundo y una falda que dejaba ver más de lo que quizás debería. Las letras en su falda decian "Don't Touch". Se colocó la chaqueta de las Serpientes, símbolo de todo lo que era, pero al mirarse al espejo, se preguntó si aún seguía siendo aquella chica fuerte e imparable, o si había algo más, algo vulnerable, que comenzaba a florecer en su pecho.
Bajó al comedor. Fiona la miró con esa sonrisa de hermana mayor, aunque con un aire de preocupación.
—¿Con quién vas? —preguntó Fiona, en un tono más inquisitivo que de costumbre.
Elettra forzó una sonrisa, aunque su mente seguía enredada en sus propios pensamientos.
—Voy con Ashtray. Hoy es día de las Serpientes —respondió, intentando sonar más segura de lo que realmente estaba.
La verdad es que algo dentro de ella no quería ir. Últimamente, pasar el tiempo con Carl había sido algo más que una rutina; sentía que había una conexión creciendo entre ellos, algo que nunca antes había experimentado, algo que temía perder si seguía distanciándose. El vínculo con las Serpientes era fuerte, pero su corazón ahora también tenía otro anclaje.
Al salir, Carl la estaba esperando afuera. Sus ojos la recorrieron de arriba abajo, y se mordió el labio, claramente sorprendido por lo que veía. Elettra lo notó. Lo notó todo. La forma en que él la miraba, como si estuviera viendo algo que le pertenecía pero que no podía tocar. Sentía esa tensión entre ambos, la química palpable, y aunque quería quedarse con él , sabía que debía cumplir con su deber.
—Hey, Carl... —dijo, evitando sus ojos—. Hoy voy con las Serpientes, no quiero que piensen que las abandoné.
Carl no dijo nada. Solo la miró con una mezcla de decepción y algo más profundo, algo que ella no pudo identificar del todo. Tal vez era el mismo miedo que ella sentía: el miedo a perder algo que apenas estaban empezando a entender.
Se subió a la moto de Ashtray, el viento frío golpeándole los muslos desnudos por la corta falda, pero eso no la distraía del vacío que sentía al dejar a Carl atrás. Mientras avanzaban hacia el bar, el sonido de la moto rugiendo bajo ellos, su mente no paraba de girar. ¿Por qué se sentía así? Nunca antes le había importado lo que los demás pensaran. Nunca antes se había sentido atada a alguien que no fuera parte de su familia serpiente. Pero Carl... Carl le hacía sentir cosas que la aterraban, como si el suelo bajo sus pies ya no fuera tan firme.
Al llegar al bar, todas las Serpientes la recibieron como a la reina que era. La corona que llevaba puesta, un símbolo de poder, de respeto, pero también de una carga pesada. La respetaban, la admiraban... pero, ¿qué pasaba con ella? ¿Seguía siendo la misma persona que antes? O algo dentro de ella estaba cambiando, a pesar de sus intentos por aferrarse a quien solía ser.
Después de un rato en el bar, el destino la llevó a un lugar oscuro. Ashtray y ella terminaron en la casa de Fezco, donde Mouse, un tipo con el que nunca había querido cruzarse, estaba allí. Algo en el ambiente cambió, como si el aire se hubiera vuelto denso, tóxico. Mouse la miró de una manera que hizo que su piel se erizara, pero no de la forma en que Carl lo hacía. Era peligroso.
—¿Esta es tu perra? —preguntó Mouse, con una sonrisa torcida que no prometía nada bueno.
Fezco intentó calmar las aguas, pero Mouse no era alguien fácil de manejar. Elettra sintió el miedo subir por su columna cuando la obligó a inhalar ese polvo que sabía que traería consecuencias. No quería hacerlo. Todo su ser se rebelaba, pero por alguna razón, el miedo la paralizó. La vida en las Serpientes a veces te ponía contra la pared, y esta vez, Elettra no encontró la manera de escapar.
Ashtray, con el rostro lleno de culpa, trató de disculparse después. Lo veía en sus ojos el dolor de haberla puesto en esa situación. Pero Elettra no podía culparlo. Ambos estaban atrapados en ese mundo, un mundo donde las decisiones se volvían una cuestión de vida o muerte.
Al día siguiente, en la escuela, la punzada en su pecho volvió cuando vio a Carl hablando con Dominik. Era una sensación nueva, algo que la incomodaba profundamente. Nunca había sentido celos, no de esa manera. No sabía por qué, pero últimamente, cada vez que lo veía con otra persona, ese miedo a perderlo crecía. La idea de perder a Carl la aterrorizaba, y eso la hacía sentir vulnerable, como si por primera vez en mucho tiempo, hubiera algo más grande que su orgullo, algo que realmente la importaba.
No lo podía evitar. Él la hacía sentir viva, pero también expuesta, y eso era lo que más temía.
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𝒮𝒶𝓉𝒶𝓃 𝑜𝓇 𝒶𝓃𝑔𝑒𝓁 - Carl Gallagher
General Fiction¿Que pasara en la vida de los gallaghers si una nueva Milkovich aparece? ...