Final

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Había pasado un año y medio. Nuestra relación iba de maravilla, llena de altibajos y aventuras que solo nosotros podíamos entender. Salíamos con las serpientes y con su familia de vez en cuando, compartiendo risas y momentos que nos hacían sentir completos. Carl y Ashtray se habían vuelto inseparables, casi como hermanos de sangre, y me hacía gracia verlos juntos. Carl, irónicamente, había empezado a entrenar para ser policía, una decisión contradictoria teniendo en cuenta que su novia era la delincuente más buscada, pero también la de la cara menos conocida.

Esa noche me encontraba afuera de la casa de Eliza. ¿La recuerdan? La amiga de Dominik, la que siempre creí que podría salvarse gracias al dinero de sus padres. Pero esta vez, ni todo el dinero del mundo podía comprar compasión de mi parte. Habíamos sacado los cuerpos de sus padres y aún quedaba ella. Descubrí que Eliza era hermana de Cassidy y que juntas estaban planeando algo en mi contra. Pero yo siempre estoy un paso adelante.

Sonreí, egocéntrica, mientras arrastraba el cuerpo, dejando un rastro de sangre en el piso. La oscuridad era mi aliada y el silencio de la noche mi confidente. Subí el cuerpo al auto, y justo entonces vi un coche acercándose lentamente. Por la oscuridad de la calle, no distinguí quién era. Le ordené a Ashtray que mirara, y cuando me dijo que era una patrulla, mi corazón comenzó a latir más rápido. Subimos al auto y aceleramos, pero entonces vi algo que no me sorprendió en lo absoluto, era Carl. Iba en la patrulla con una mujer al lado, su supervisora o algo por el estilo. Él me vio y, cuando le guiñé un ojo, captó al instante. Comencé a tomar desvíos, girando por calles y callejones que solo nosotros conocíamos. A veces él maniobraba la patrulla para darnos ventaja y parecer que estaba ayudando, Ashtray y yo nos carcajeábamos, disfrutando de la adrenalina.

Carl miró por el retrovisor y Ashtray le hizo la señal. En un momento, los despistamos y escapamos, riendo sin parar hasta que llegamos debajo del puente, nuestro punto de encuentro habitual. Últimamente, hacer esto se había vuelto una especie de juego, algo que no solo nos confundía a las autoridades, sino que también le sumaba puntos a Carl en el trabajo. Pero, sobre todo, lo hacíamos por la diversión, porque sentirnos vivos y juntos era nuestra verdadera adicción.

Un rato después, Carl llegó caminando hacia nosotros. Hicimos nuestro saludo característico, y el eco de nuestras carcajadas se perdió en la noche.

—Eso fue divertido, ¿viste su cara? —dijo Ashtray, aún riendo.

—Oh, sí que la vi —respondió Carl—. Intentaba seguirles el paso, pero no tenía ni idea.

—Así que somos un trío de delincuentes, ¿eh? —dije, haciendo un puchero dramático.

Ashtray levantó las manos en broma, riéndose. —¡Oh sí! Policía Carl, no nos arreste, por favor.

Carl se rio, levantando su camisa para mostrar algunas armas que llevaba escondidas. —Sea lo que sea, ahora tenemos que cargar estas bellezas y celebrar como es debido.

Saqué mi pistola, y los tres juntamos nuestras armas, sonriendo como solo un trío de cómplices puede hacerlo.

...

Esa noche fue una de esas que se quedan grabadas en el corazón. No diría que nuestra vida estaba resuelta; al fin y al cabo, éramos un Gallagher y una Milkovich, y eso venía con más caos del que cualquiera podría imaginar. Pero éramos felices a nuestra manera. La vida en el lado Sur nunca dejaría de ser complicada, pero con anécdotas como esta, lo que nunca faltaría era la certeza de que, al final, todos nos teníamos los unos a los otros. Y esa era la único que importaba.

Fin

 𝒮𝒶𝓉𝒶𝓃 𝑜𝓇 𝒶𝓃𝑔𝑒𝓁 - Carl Gallagher Donde viven las historias. Descúbrelo ahora