ELETTRAHoy era el gran día de Fiona, el día de su boda. Me había invitado a ser una de sus madrinas, algo que me llenaba de orgullo. Llevaba puesto un vestido de satén rojo vino, con un escote en forma de corazón y una abertura en la pierna que me hacía sentir poderosa. Mi acompañante era Ashtray, y también invité a Max y Alec para la celebración. Todo estaba listo, o al menos eso creíamos.
El ambiente en la iglesia era solemne, pero en cuanto el padre preguntó:
—¿Quién va a entregar a la novia?
Las manos de Ian y Lip se levantaron de inmediato, pero una voz conocida rompió el silencio.
—¡Yo! —gritó Frank desde el fondo—. Soy su padre, ¿no? Aquí estoy para entregar a mi hija.
La expresión de Fiona cambió al instante.
—¡Frank, no! —dijo con desesperación, mientras Ian y Lip intentaban llevárselo a rastras—. No hoy, no arruines esto.
—¡Basta! —gritó Frank, resistiéndose como podía—. ¡Tengo el deber de entregar a mi hija al altar! Es lo que hace un padre.
—¡Dios, Frank! ¡Estás drogado! —Fiona estaba al borde del colapso.
Mientras tanto, mi cabeza empezaba a dar vueltas. Las drogas que había consumido me estaban afectando más de lo que había anticipado. Traté de concentrarme, pero la realidad se hacía borrosa.
—Bueno, sí —respondió Frank con esa mezcla de desfachatez que solo él tiene—, pero eso es irrelevante.
Sean, que estaba ya fuera de sí, intervino:
—¡Nadie te quiere aquí, Frank! ¡Vete ya!
Frank lo ignoró por completo y siguió con su arenga, dirigiéndose directamente a Fiona:
—Puede que no haya sido un buen padre, Fiona, pero soy TU padre. Y te voy a acompañar al maldito altar, te guste o no.
La tensión se palpaba en el aire. Fiona, frustrada y dolida, intentaba mantener el control, pero era inútil.
—Frank, no te quiero aquí —le dijo, con lágrimas en los ojos.
El caos estalló. Lip e Ian trataban de sacarlo a rastras, mientras Frank seguía con su discurso moralista.
—Ah, la familia... tan moralista, tan perfecta —dijo sarcásticamente—. ¿Quién puede arrojar la primera piedra? —citando, para colmo, las escrituras—. Lip, eres un borracho. Ian, una reina bipolar. Debbie, tuviste un bebé a los quince. Y Carl... Carl, rompiste lo que tenías con Elettra.
Ese comentario fue como un puñal para mí, pero antes de reaccionar, el mareo me dominó. Traté de acercarme a Frank para sacarlo yo misma, pero mis piernas fallaron. Ashtray se dio cuenta y me sostuvo antes de que cayera.
—Y ahora te casas con Sean... ¡Sean! —continuó Frank—. Me sorprende que no seamos amigos, Sean. Después de todo, somos más parecidos de lo que crees. Ambos adictos. Deberías mostrarle a Fiona lo que tienes escondido en tu oficina. ¿Cuántas veces te inyectaste hoy para soportar esta boda?
El rostro de Fiona se descompuso. Me miraba a mí, luego a Sean, confundida y rota.
—¿Es cierto? —le preguntó con la voz quebrada.
Frank sonrió con malicia.
—Oh, sí, Fiona. Sean es un adicto. Igual que tú, igual que yo, igual que Elettra.
El mundo a mi alrededor se derrumbaba. Quería gritar, pero mi cuerpo no respondía. El odio hacia Frank crecía en mi pecho, pero estaba demasiado débil para hacer algo.
Finalmente, no pude más. Con las últimas fuerzas que me quedaban, le lancé un puñetazo a Frank en la cara, justo antes de que todo se volviera negro y cayera inconsciente.
Lo último que escuché antes de desmayarme fue a Fiona llorando y a Veronica y Svetlana corriendo tras ella.
Cuando desperté, estaba fuera de la iglesia. Ashtray estaba a mi lado, sosteniendo un algodón con alcohol bajo mi nariz. Carl se acercó, preocupado.
—¡¿Esta es tu solución, Ashtray?! —le gritó—. ¡Drogarla más! Está así por tu maldita culpa.
—Yo no la obligo —respondió Ashtray, calmado pero firme—. Y no voy a obligarla a dejarlo. La acepto tal como es, Carl. No la presiono para cambiar.
Carl apretó los puños, pero no dijo nada. Yo, aún aturdida, sabía que mi vida estaba tomando un camino sin retorno.
CARL
El caos dentro de la iglesia seguía resonando en mi mente, pero no podía concentrarme en nada más que en Elettra. Fiona estaba destrozada, Sean había salido corriendo tras su hijo, y Frank había logrado una vez más lo que mejor sabía hacer: arruinar la vida de todos los que lo rodeaban. Pero nada de eso me importaba en ese momento. Mi mirada seguía fija en ella, tambaleante, apoyada en Ashtray mientras la sacaba del lugar.
Los seguí, manteniéndome a cierta distancia. No sabía exactamente qué esperaba encontrar, pero mi mente no dejaba de dar vueltas. Sabía que las cosas entre Elettra y yo estaban rotas desde hacía tiempo. Había sido yo quien lo había arruinado todo al abrir la boca con Dominik, exponiendo su vida, traicionando su confianza. Pero incluso sabiendo eso, no podía dejar de sentir que tal vez, solo tal vez, aún había algo que podría salvarse.
Salí de la iglesia y los vi detenerse en un rincón algo apartado, donde nadie más podía verlos. Mi primer instinto fue acercarme, asegurarme de que estaba bien, pero me quedé congelado. Lo que vi me detuvo en seco. Ashtray la sostenía con firmeza, apoyándola contra la pared, y por un momento, pensé que solo estaba ayudándola a mantenerse de pie. Pero algo en la forma en que la miraba, en la intensidad de su mirada, me hizo darme cuenta de lo que realmente estaba sucediendo.
Y entonces sucedió.
Sus labios se encontraron de manera intensa, como si el mundo a su alrededor dejara de existir. Fue un beso desesperado, cargado de pasión, de algo mucho más profundo que solo atracción. Ashtray la sostenía como si ella fuera lo único que importara, y Elettra, por su parte, se aferraba a él como si no hubiera mañana. No era solo un beso cualquiera. Era un beso de esos que lo dicen todo, que muestran lo que realmente hay entre dos personas. Algo que yo, ahora me daba cuenta, había perdido hace mucho tiempo.
Sentí que el aire me faltaba de repente, como si alguien me hubiera golpeado en el pecho con fuerza. Todo el mundo a mi alrededor se volvió borroso. Mi mente quería apartar la mirada, marcharme de ahí, pero no podía. Estaba clavado en el lugar, mirando cómo Ashtray y Elettra se besaban sin preocuparse por nada más.
No eran celos lo que sentía, aunque una parte de mí intentaba convencerme de que sí. Era algo mucho más profundo, una mezcla de dolor y pérdida. Había sido yo quien lo había estropeado todo, lo sabía, pero verlo frente a mis ojos, de esa manera tan cruda y definitiva, era demasiado. Ashtray siempre había estado ahí para ella de una forma en que yo nunca pude estar. Yo había pensado que, quizás, podría enmendar mi error, que ella tal vez me perdonaría. Pero al verlos juntos, me di cuenta de que ya no había vuelta atrás. Ese beso lo decía todo.
Mis manos se apretaron en puños, pero no por la rabia de verlos juntos. Era más bien por la impotencia de saber que lo había perdido todo. Cada fibra de mi cuerpo me gritaba que hiciera algo, que interrumpiera, que lo golpeara o le gritara a Elettra. Pero, ¿qué derecho tenía yo? Yo la había traicionado, yo había sido quien destrozó lo que teníamos. No podía hacer nada más que quedarme ahí, observando cómo ella encontraba en Ashtray lo que yo ya no podía ofrecerle.
Finalmente, aparté la mirada. No podía soportarlo más. Me di la vuelta y comencé a alejarme, cada paso más pesado que el anterior. Mientras lo hacía, el sonido de sus besos seguía retumbando en mi cabeza, como un eco que no podía ignorar. Sabía que eso era el final. Entre ellos había algo real, algo que yo nunca entendí del todo y que, aunque me doliera admitirlo, nunca podría recuperar.
El vacío dentro de mí crecía con cada paso. Los había perdido a ambos.
![](https://img.wattpad.com/cover/376860746-288-k523058.jpg)
ESTÁS LEYENDO
𝒮𝒶𝓉𝒶𝓃 𝑜𝓇 𝒶𝓃𝑔𝑒𝓁 - Carl Gallagher
General Fiction¿Que pasara en la vida de los gallaghers si una nueva Milkovich aparece? ...