Funeral

225 14 0
                                    

POV Carl

Bajé las escaleras apresuradamente, empujado por los gritos y sollozos que llenaban la casa. ¿Qué carajos estaba pasando? Sentí el pecho apretado, como si algo malo estuviera a punto de explotar delante de mis ojos.

—¡Mierda, Fiona! ¿Por qué gritan tanto? —solté, sin poder ocultar la frustración. Pero cuando vi sus rostros, supe que algo iba realmente mal. Todos estaban llorando, pero ninguno se atrevía a mirarme. La angustia se apoderó de mí, de golpe.

—Carl... cálmate, por favor —dijo Lip, tratando de tranquilizarme mientras me empujaba suavemente hacia el sofá. Sentí su mano temblorosa sobre mi hombro.

—Estoy calmado —respondí, aunque mi voz delataba todo lo contrario—. Solo dime... ¿qué mierda está pasando?

Lip tragó saliva, evitando mi mirada. Lo vi dudar, vi el dolor en sus ojos.

—Es Elettra... ella... —comenzó, pero no podía terminar la frase.

Mi corazón se detuvo. ¿Elettra? ¿Qué le pasó? Mi mente ya estaba gritando respuestas, pero mi boca no lograba formar las preguntas.

—¿Qué pasa con ella? —dije, mi voz quebrada—. ¿Está bien? ¡¿Qué le pasó?!

Lip cerró los ojos un momento, como si su silencio pudiese protegerme de lo que iba a decir. Entonces, lo soltó:

—Ella murió, Carl.

Sentí como si el suelo se desvaneciera bajo mis pies. ¿Qué? No, no, no... Esto no podía estar pasando. ¡No podía ser real!

—¡No! ¡No me jodas con eso, Lip! —grité, intentando aferrarme a cualquier posibilidad de que esto fuera solo una broma de mal gusto—. ¡Dime que no es cierto!

Lip negó con la cabeza, lágrimas cayendo de sus ojos. El silencio a mi alrededor era ensordecedor. Vi cómo Fiona y Ian también lloraban, y la verdad se clavó en mi pecho como una daga.

—¿Dónde está? —mi voz se rompió—. Por favor, dime que es mentira...

Pero no lo era. No había mentiras en esos ojos tristes, no había consuelo posible en los abrazos que me envolvieron. Sentí que me asfixiaba, como si todo el aire se hubiera escapado de mis pulmones. Elettra... ya no estaba. Y nunca más tendría la oportunidad de disculparme, de arreglar las cosas entre nosotros. La culpa me golpeó con tanta fuerza que casi no podía respirar. Había cometido un error, uno terrible, y ahora... era demasiado tarde.

—Esta noche será el funeral, Carl... prepárate —dijo Fiona en voz baja, pero apenas la escuché.

La tristeza se había apoderado de mí. Estaba vacío. Perdido.

El Funeral

La noche cayó rápido, envolviendo todo en una oscura tristeza. La pequeña capilla estaba llena de gente, pero el aire estaba tan pesado que apenas podía moverme. Las lágrimas corrían sin control por las mejillas de todos, y aunque intenté mantenerme firme, me derrumbé por dentro. ¿Cómo era posible que Elettra, esa chica llena de vida, tan fuerte, tan hermosa, ya no estuviera?

Fiona estaba al frente, su rostro cubierto de lágrimas, mientras Ian y yo estábamos a su lado, compartiendo el mismo dolor insoportable. No dejábamos de mirar el ataúd, como si en cualquier momento ella fuera a salir de allí, como si esto fuera solo una pesadilla. Pero no lo era. Elettra no volvería.

Los recuerdos me inundaban sin piedad. La había lastimado, y ahora, jamás tendría la oportunidad de arreglar lo que había roto. Sentí que el corazón me estallaba en mil pedazos. Había fallado. No solo a ella, sino a mí mismo.

Un hombre al frente comenzó a dar unas palabras, hablando de su vida, de su fuerza, de cómo tocaba a todos a su alrededor. Pero todo era un borrón en mi mente. Entonces, el chico de trenzas, uno de los más cercanos a ella, se levantó.

—Sé que muchos aquí me odian por lo que le hice —comenzó, con la voz rota—. Lo que le hice fue... imperdonable, y juro que pensaba disculparme cuando la viera de nuevo. Fue una tontería, un error... y ahora es demasiado tarde.

La sala estaba en silencio, cada palabra llenaba el aire con un dolor tangible.

—Elettra, si me estás escuchando... donde sea que estés, por favor, perdóname. —Hizo una pausa, tragándose las lágrimas—. Ahora eres un ángel, ¿verdad? El ángel más hermoso que este mundo pudo tener. No te merecíamos, ninguno de nosotros.

Su voz se quebró, y todos en la sala lloraron con él. Porque lo que decía era verdad. Elettra no era de este mundo. Y ahora, nunca más la volveríamos a ver.

POV Elettra

Flashback. Todo lo que veía eran sombras. Mis pupilas dilatadas, mis pensamientos desvaneciéndose, mientras imágenes de mi vida pasaban frente a mis ojos como un tráiler. Mi infancia, mis traumas, mis alegrías, los rostros de aquellos que amaba. Todo sucedió en un segundo eterno.

Abrí los ojos, jadeando, la luz blanca del hospital me cegaba.

—Nos diste un buen susto, eh —dijo Alec, mi mejor amigo, con una sonrisa cargada de alivio.

—¿Ya está todo listo? —pregunté, mi voz ronca pero firme.

Alec asintió, sabiendo lo que venía después. Me guiñó un ojo y supe que había llegado el momento. Había muerto.Pero ahora, estaba de vuelta, de una manera diferente.

Salí por la puerta trasera, donde Sweet Pea me esperaba. No iba a quedarme quieta, no ahora. El mundo pensaba que estaba muerta. Perfecto. Eso era lo que quería. Era lo que necesitaba para lo que vendría después.

Me dirigí a un lugar apartado y me miré al espejo. Agarré las tijeras sin dudarlo, corté mi cabello, me teñí algunos mechones de azul oscuro, y terminé con un nuevo tatuaje y piercings. Esa vieja versión de mí ya no existía.

Cuando entré al bar, donde las serpientes estaban reunidas en mi honor, sentí que todo el mundo se detuvo. Todos me miraron como si hubieran visto un fantasma. Y de cierta forma, lo habían hecho. Caminé con la cabeza en alto, sintiendo el poder de cada paso.

—Una serpiente nunca muere —murmuré, guiñándole un ojo a Ashtray.

—¡Joder, Elettra! ¡Estás loca! —dijo, corriendo hacia mí y abrazándome con fuerza, seguido de todas las serpientes.

Sabía que tenía que volver a la casa de los Gallaghers pronto. No los iba a dejar solos. Pero primero, tenía que mostrarle al mundo que Elettra Milkovich no estaba muerta.

Había renacido. Y la venganza... estaba por llegar.

 𝒮𝒶𝓉𝒶𝓃 𝑜𝓇 𝒶𝓃𝑔𝑒𝓁 - Carl Gallagher Donde viven las historias. Descúbrelo ahora