Trio diamante

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Max y Alec estaban sentados en el pequeño apartamento que compartían, las luces tenues creando un ambiente tenso pero acogedor. Elettra había llegado poco después de su encuentro con Carl, y la inquietud en su rostro no pasó desapercibida. Ambos amigos la miraron con preocupación.

—Oye, Elettra, ¿estás bien? —preguntó Alec, rompiendo el silencio. Su tono era suave, pero había un aire de urgencia en su voz.

Elettra se dejó caer en el sofá, sintiendo el peso de la noche anterior sobre sus hombros. La imagen de Carl la miraba fijamente en su mente, su preocupación por ella evidente en cada palabra. No sabía cómo enfrentar esa situación, y ahora, más que nunca, necesitaba hablar de lo que había sucedido.

—No lo sé, chicos... —dijo Elettra, dejando escapar un suspiro cansado—. Lo vi en sus ojos. Carl está asustado por lo que pasó. Y tiene razón. Soy un peligro para él.

Max se inclinó hacia adelante, su mirada seria.

—Elettra, lo que hiciste esa noche fue una cuestión de supervivencia. No puedes culparte por eso. No eres la única que ha estado en situaciones difíciles. Pero lo que Carl siente por ti es real, y no debes alejarlo.

Ella levantó la vista, y la confusión se reflejaba en sus ojos.

—¿Pero cómo puedo estar cerca de él después de lo que sucedió? ¿Cómo puedo permitirle que se involucre más en este caos? No quiero arrastrarlo conmigo.

Alec intercambió una mirada con Max antes de responder.

—Mira, Elettra, sabemos que tienes miedo. Pero eso no significa que debas apartarlo. Carl ha estado a tu lado en las buenas y en las malas. Su deseo de ayudarte no se desvanecerá porque hayas cruzado una línea. Al contrario, probablemente lo haga sentir aún más fuerte por ti.

Max asintió.

—Alec tiene razón. Estás tratando de protegerlo, pero al hacerlo, también te estás alejando de él. Eso solo causará más dolor. Lo que necesitan ahora es enfrentar esto juntos. No te olvides de lo que han compartido.

Elettra se cruzó de brazos, sintiendo el conflicto dentro de ella. La idea de perder a Carl era aterradora, pero también lo era dejarlo entrar en su mundo.

—¿Y si se lastima? —preguntó, su voz temblorosa—. ¿Y si se convierte en otro objetivo? Ya he perdido tanto, no puedo soportar perderlo a él también.

Alec se acercó y le puso una mano en el hombro.

—Lo que le pasó a Carl no es tu culpa. Tienes que confiar en que él puede manejar esto. Es fuerte, Elettra. Y tú también lo eres.

Max asintió en acuerdo, sus ojos fijos en Elettra.

—¿Recuerdas lo que te dije sobre el poder de la conexión? Ustedes tienen algo especial, algo que puede superar la oscuridad. Si te alejas, solo lo harás más vulnerable. Estar lejos de él podría empeorar las cosas. Lo que ambos necesitan es enfrentarse juntos a esta realidad.

Elettra cerró los ojos por un momento, sintiendo las palabras de sus amigos resonar en su interior. La lucha entre su deseo de proteger a Carl y su necesidad de estar con él la estaba consumiendo.

—Pero, ¿y si no puedo volver a ser quien era? —susurró—. ¿Y si nunca puedo liberarme de esta sombra que llevo?

Max se inclinó hacia ella, su expresión llena de empatía.

—No tienes que volver a ser quien eras. Eres una persona nueva, pero eso no significa que no puedas ser feliz. Aprenderás a vivir con lo que ha pasado, y Carl querrá estar a tu lado mientras lo haces. No lo dejes ir, Elettra. Lucha por él, y por lo que ambos podrían tener.

Alec agregó, con una sonrisa de apoyo.

—Si realmente te importa, ve y habla con él. No dejes que el miedo te aleje. A veces, la única manera de enfrentar la oscuridad es iluminando el camino juntos.

Elettra sintió una chispa de determinación encenderse en su interior. Sus amigos tenían razón. No podía seguir huyendo ni permitirse perder a Carl. Había una conexión entre ellos que valía la pena luchar.

—Está bien —dijo, finalmente—. Hablaré con él. No quiero perderlo.

Max sonrió, aliviado.

—Eso es todo lo que necesitamos escuchar. Estamos aquí para apoyarte en lo que necesites.

Alec asintió, dándole un ligero golpe en el hombro.

—Tienes esto, Elettra. No estás sola en esto.

Después de la intensa conversación, el ambiente en la habitación comenzó a relajarse. Max, Alec y Elettra sabían que habían pasado por un momento crucial, pero también que era necesario un respiro, una pausa para recordar lo que los mantenía unidos a pesar de todo. Alec, siempre el primero en buscar una salida a la tensión, fue quien sugirió cambiar de tema.

—Oye, hablando de todo esto... —dijo con una sonrisa astuta mientras se inclinaba hacia la mesa—. Creo que hace mucho no hacemos algo juntos que no involucre problemas o estrés. ¿Qué tal si organizamos una fiesta este fin de semana?

Elettra levantó una ceja, intrigada, mientras Max soltaba una carcajada.

—¿Una fiesta? —preguntó Max—. ¿Después de todo lo que ha pasado?

—Exactamente —respondió Alec, con una mirada traviesa—. Es lo que necesitamos. Nada de peleas ni de problemas. Solo nosotros, música, y una noche para olvidarnos de todo. Vamos, ¿cuándo fue la última vez que hicimos algo divertido juntos?

Elettra no pudo evitar sonreír un poco. Después de todo, Alec tenía razón. Habían estado lidiando con demasiadas cosas últimamente, y un momento para despejar la mente era justo lo que necesitaban. Miró a Max, buscando su reacción.

—¿Qué dices, Max? —preguntó, sintiendo que el ánimo empezaba a cambiar.

Max se encogió de hombros, una sonrisa burlona asomando en su rostro.

—¿Por qué no? —respondió—. Ya es hora de que el 'trío de diamante' regrese a lo grande. Como en los viejos tiempos.

La mención del "trío de diamante" trajo una oleada de nostalgia. Ese era el apodo que se habían dado años atrás, cuando todo parecía más simple. Ellos tres, siempre inseparables, hacían todo juntos. Habían pasado por muchas cosas, pero su vínculo seguía siendo inquebrantable.

Elettra asintió, contagiada por el entusiasmo de sus amigos.

—Está bien —dijo finalmente—. El trío de diamante está de vuelta. Vamos a organizar la mejor fiesta que esta ciudad haya visto.

Alec levantó su puño en el aire, animado.

—¡Así se habla! —exclamó, mirando a Max—. Esto va a ser épico.

Max rió y sacó su teléfono para comenzar a planear los detalles. Mientras los tres se sumergían en la organización, las tensiones del pasado comenzaban a desvanecerse. Era como si, por un momento, volvieran a ser los mismos chicos de antes, aquellos que podían enfrentarse al mundo juntos sin importar lo que sucediera. La promesa de la fiesta era más que solo una celebración: era un símbolo de que, a pesar de todo, ellos siempre encontrarían la manera de estar juntos.

La conversación fluía con bromas y comentarios ligeros mientras discutían la lista de invitados, la música, y hasta los juegos que podrían hacer. El ambiente se sentía más relajado, como si la fiesta fuera una promesa de que aún podían encontrar algo de luz entre tanta oscuridad.

—Esto va a ser legendario —dijo Alec, guiñando un ojo a Elettra—. El trío de diamante está de vuelta, y esta vez no vamos a dejar que nada nos detenga.

Elettra sonrió, sintiendo una chispa de emoción por primera vez en mucho tiempo.

 𝒮𝒶𝓉𝒶𝓃 𝑜𝓇 𝒶𝓃𝑔𝑒𝓁 - Carl Gallagher Donde viven las historias. Descúbrelo ahora