dolor

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ELETTRA

El camino hacia la casa de Terry, mi padre, siempre me provocaba un nudo en el estómago. No importaba cuántos años hubieran pasado, esa casa seguía siendo un símbolo de todas las cicatrices que cargaba. Sabía que ir allí era una pésima idea, pero después de recibir la noticia de la muerte de mi tía Jessy, la única persona que alguna vez intentó protegerme, algo dentro de mí se rompió. El dolor, la rabia, la soledad... todo se mezcló hasta volverse insoportable. Y entonces decidí enfrentar a Terry.

Aparqué el coche frente a su sucia y desgastada casa. La misma fachada vieja y gris, como si el tiempo hubiera olvidado ese rincón de mis pesadillas. Bajé del auto con el corazón acelerado y los puños apretados. Mientras caminaba hacia la puerta, una parte de mí quería huir, pero otra, la parte que había guardado años de ira y resentimiento, me impulsaba a seguir adelante. Tenía que hacerlo. Tenía que enfrentarlo, aunque no estuviera segura de lo que eso significaba.

Toqué la puerta con fuerza, los golpes resonando en el silencio del vecindario. Escuché pasos pesados desde dentro, y cuando la puerta se abrió, ahí estaba él: Terry. Su rostro envejecido y marcado por el abuso de la vida, pero esos ojos... Esos malditos ojos no habían cambiado. Me observaban de la misma manera que cuando era una niña. Esa mirada depredadora que me hizo querer desaparecer durante años.

Terry: "Mira quién ha vuelto. La princesita rebelde. ¿Qué haces aquí, Elettra?"

Su tono burlón me revolvió el estómago. No había visto a Terry en años, y la repulsión que sentía por él solo había crecido. Estaba ahí, de pie, mirándome con la misma arrogancia de siempre. Como si nada hubiera pasado. Como si no fuera un monstruo.

No le respondí. Entré sin esperar su permiso, empujando la puerta con más fuerza de la necesaria. Mi presencia ya había causado una reacción en él. Pude notar su desagrado por mi actitud desafiante, pero eso solo me dio más fuerzas. Cerré la puerta tras de mí y lo encaré, mis manos temblaban ligeramente, pero traté de ocultarlo.

Elettra: "Vine a terminar algo que debí haber hecho hace mucho tiempo."

Terry frunció el ceño, confundido al principio, pero luego soltó una risa seca y cínica. Esa risa me hizo estremecer, pero no retrocedí. No podía permitírmelo.

Terry: "¿Terminar? ¿De qué hablas, niña? No tienes idea de lo que dices."

El sonido de su voz encendió algo dentro de mí. Esa voz que había escuchado tantas veces cuando era una niña, esa voz que había susurrado palabras horribles mientras me destruía. Sin pensarlo dos veces, lancé un puñetazo directo a su rostro. Mi mano impactó su mandíbula, y el dolor recorrió mis nudillos, pero no me importó. Necesitaba sentirlo. Necesitaba hacerle daño.

Terry se tambaleó hacia atrás, sorprendido por mi ataque. Me miró con furia en los ojos, y por un momento supe que había despertado algo mucho más oscuro en él. Pero no me importó. Todo lo que sentía era una rabia acumulada durante años, una furia que no podía contener más.

Terry: "¡Maldita sea, Elettra! ¿Qué demonios te pasa?"

Se lanzó hacia mí, su corpulencia haciéndolo más peligroso de lo que había anticipado. Me empujó contra la pared, y por un segundo, el aire se escapó de mis pulmones. Su mano se cerró en torno a mi cuello, apretando con fuerza mientras su rostro se acercaba al mío.

Terry: "¿Crees que puedes venir aquí y golpearme? ¿Después de todo lo que he hecho por ti?"

Su mano comenzó a bajar por mi cuerpo, y de repente, todos esos recuerdos volvieron como una pesadilla. El terror que había sentido cuando era niña, su peso sobre mí, su aliento asqueroso. Todo regresó de golpe. Mi cuerpo reaccionó instintivamente, luchando por liberarme, pero su fuerza era abrumadora. Me tiró al suelo, y en su mirada vi el mismo deseo enfermo de siempre.

Terry: "¿Recuerdas esto, Elettra? ¿Recuerdas cómo solía ser?"

Su voz era un susurro viscoso que me revolvió el estómago. Durante un momento me congelé, aterrorizada, como la niña que una vez fui. Sentí cómo sus manos intentaban despojarme de mi dignidad, igual que lo había hecho tantas veces antes.

Pero esta vez era diferente. Yo ya no era una niña indefensa.

La rabia comenzó a crecer nuevamente, más fuerte que el miedo. Grité con todas mis fuerzas, mi cuerpo luchando con una furia que ni siquiera sabía que tenía. Le di un rodillazo en la entrepierna, lo que lo hizo soltar un gruñido de dolor y aflojar su agarre. Aproveché ese momento para golpearlo de nuevo, esta vez con todas mis fuerzas.

Conseguí zafarme de su control y me levanté de un salto. Vi la confusión en su rostro cuando me incorporé, llena de adrenalina. Lo golpeé en el rostro una y otra vez, hasta que cayó al suelo, sangrando y jadeando. No me detuve. Lo seguí golpeando, descargando años de odio y rabia en cada puñetazo. El sonido de mis puños contra su carne resonaba en la habitación, pero no me importaba. Solo quería que sufriera como yo había sufrido.

Cuando finalmente se quedó inconsciente, me detuve, jadeando. Mi cuerpo temblaba, cubierto de sudor y lágrimas. Lo miré, tirado en el suelo, vulnerable, una imagen completamente distinta del monstruo que había sido en mi mente durante tanto tiempo. Me sentí más fuerte, más libre. Pero al mismo tiempo, vacía.

Me arrodillé junto a él, respirando con dificultad. Sabía que este enfrentamiento no borraría el pasado, pero al menos, por primera vez en mucho tiempo, sentía que había recuperado un poco del control que él me había arrebatado.

Me levanté, con la sensación de victoria y derrota mezcladas. Sabía que esto no era el final de mi lucha, pero al menos era un comienzo.

Elettra apenas podía mantenerse en pie mientras caminaba tambaleándose hacia su auto. El enfrentamiento con Terry la había dejado agotada, física y mentalmente. El aire frío de la noche parecía golpearla con más fuerza de lo normal. Justo cuando pensó que podría llegar a su coche, un grupo de chicos se acercó. Sus miradas eran las de depredadores.

Antes de que pudiera reaccionar, la golpearon. Elettra sintió los puños caer sobre ella, llevándola al suelo. Los recuerdos oscuros de Terry volvieron a inundar su mente cuando uno de ellos intentó tocarla. Con el poco control que le quedaba, se levantó, empujando con todas sus fuerzas para liberarse. El miedo la impulsó a correr hacia su auto. A duras penas logró subirse, arrancó y se dirigió directamente a casa de los Gallaghers.

Al llegar, apenas pudo salir del coche. Sus piernas ya no la sostenían. Gritó desesperada, golpeando la puerta antes de que todo se volviera oscuro. Se desmayó justo en la entrada después de escuchar la voz de Carl decir cosas dolorosas para ella. continuo tocando con la esperanza de que alguien la encontrara antes de que fuera demasiado tarde.

 𝒮𝒶𝓉𝒶𝓃 𝑜𝓇 𝒶𝓃𝑔𝑒𝓁 - Carl Gallagher Donde viven las historias. Descúbrelo ahora