ELETTRA
Había pasado una semana desde que Alec llegó, y los tres habíamos pasado todo el tiempo juntos. Nos entendíamos sin necesidad de hablar, compartiendo risas y momentos que, por un segundo, hacían que todo lo oscuro desapareciera. Era como si, cuando estábamos juntos, el resto del mundo dejara de existir.Un día, al salir de clase para el descanso, íbamos caminando los tres, cuando una voz nos hizo girarnos.
—Hey, Marcus, ¿sabes? Estoy empezando a pensar que eres gay, claro, como solo pasas con mujeres, lo más lógico —dijo un chico molesto con trenzas.
Alec se tensó inmediatamente. Vi cómo su expresión cambiaba de relajada a rígida en cuestión de segundos. Para él, ese tipo de comentarios traían consigo recuerdos que prefería no desenterrar. Lo noté al instante, así que, sin dudarlo, me acerqué para tomar control de la situación.
—Oh, sí. Nuestra relación va más allá de lo común, ¿sabes? No sé si me comprendes —dije, con una sonrisa burlona y mirada desafiante.
Max y Alec entendieron al instante lo que tenía en mente. Me acerqué a Alec y lo besé, un beso lo suficientemente intenso como para que nadie sospechara que estábamos jugando. Luego me giré hacia Max y repetí el beso. Finalmente, los tres nos unimos en un beso que dejó a Carl, quien observaba la escena desde lejos, completamente sorprendido. No dijo nada, solo se marchó en silencio, mientras nosotros, al verlo alejarse, explotamos en carcajadas. Ese tipo de bromas era algo que solíamos hacer para incomodar a la gente.
(...)
Al día siguiente, cuando llegamos al colegio, notamos que las miradas estaban más intensas de lo normal, especialmente dirigidas hacia mí. Al principio pensamos que era por la broma del día anterior, pero pronto nos dimos cuenta de que había algo más. Mientras caminábamos hacia la primera clase, alguien se interpuso en nuestro camino.
—Dominik, por favor, hoy no estoy de humor —dijo Max, visiblemente molesta.
—No estoy aquí para ti, zanahoria —respondió Dominik con desdén, y luego se giró hacia mí—. Hey, Milkovich, ¿qué se siente que tu propio padre te haya violado?
Las palabras me golpearon como un puño en el estómago. Sentí que todo el aire me abandonaba, y por un segundo, el mundo dejó de girar. ¿Cómo demonios sabía eso? Mis ojos buscaron una respuesta, y entonces lo vi. Carl. Ahí estaba, sonriendo de manera burlona, como si lo que acababa de ocurrir no tuviera peso alguno. Fue él. Lo supe de inmediato.
—Fue él... —susurré, con la voz rota.
Alec reaccionó antes que yo. Se lanzó hacia Carl, gritando:
—¡Oh, estás jodidamente muerto, Gallagher!
Max, que siempre había sido la más tranquila, también explotó.
después de que Max amenazara a Carl, que no escuche realmente lo que dijo, mis oídos pitaban lo ultimo que escuche fue:
—¡Di que lo entiendes, imbécil! ¡Dilo! —le gritó, acercándose.
Pero yo no podía soportarlo más. No podía seguir allí. Antes de que mis amigos pudieran detenerme, salí corriendo. Los profesores gritaban órdenes, pero no me importaba. Mis pies se movían por pura inercia, mientras mis pensamientos me ahogaban. Corrí hasta llegar a casa, donde me derrumbé. Las lágrimas caían sin parar mientras aquellos recuerdos, que tanto había luchado por enterrar, volvían a invadirme. Me sentía débil, rota. Pero, después de llorar hasta sentirme vacía, algo más comenzó a crecer dentro de mí: la rabia. La furia me consumía, y solo había una cosa que deseaba en ese momento: venganza.
Me levanté, temblando de la ira, y agarré la motocicleta de Alec. A lo lejos, lo escuché gritar, preguntando a dónde iba, pero no me importaba. Max, comprendiendo lo que iba a hacer, saltó a su coche para intentar seguirme, pero sabía que no podría alcanzarme.
ELETTRA
Llegué a la casa de los Gallaghers y vi a la persona que más deseaba encontrar. Mis ojos estaban negros por la dilatación de las pupilas, mis labios rojos de tanto morderlos. Mi rostro era un desastre, hinchado y enrojecido por todas las lágrimas. Pero no me importaba.
—Hey, Elettra, ¿qué haces aq...?
Antes de que Ian pudiera terminar su frase, le solté un puñetazo. Luego otro. Y otro. No podía detenerme. Cada golpe era una pequeña descarga de la rabia que llevaba dentro. Cuando finalmente paré, su cara estaba completamente cubierta de sangre. No me sentía mejor, pero no podía parar.
—¿Qué demonios está pasando aquí? —escuché la voz que más odiaba. Carl.
Max llegó justo en ese momento, gritando mi nombre, pero no me detuve. No pensaba detenerme. Todos los Gallaghers estaban allí, excepto Lip y Frank, observando la escena en shock. Me separé del cuerpo inconsciente de Ian y dirigí mi mirada a Carl. Sin dudarlo, saqué mi navaja y lo empujé contra la pared. Podía sentir su respiración temblorosa contra la hoja. Su miedo era palpable, y eso solo me hacía querer presionar más.
—Elettra, para. Tendremos nuestra venganza, pero no así. Relájate —la voz calmada de Alec me hizo girar.
Lo miré, luego a Carl, pero no aflojé el agarre. Solo cuando Alec y Max me sacaron a rastras de la casa, quitándome la navaja de las manos, pude detenerme. No quería hablar. No quería ver a nadie. Y sabía que ellos lo entendían.
(...)
Una semana había pasado desde aquel día, y Mandy, Mi hermana, había querido confrontarme por cómo lo había dejado. Me reclamó, pero terminó igual, si no peor que Ian. Alec y Max tuvieron que llevársela.
Hoy, decidí no quedarme encerrada. Necesitaba salir. Tomé una manzana y le pedí a Max su auto. Conduje hasta el lado sur, hasta una tienda familiar.
—Hey, Fezco, cuánto tiempo sin verte —lo saludé, con una sonrisa.
—Mierda, ¿Elettra? Pensé que habías muerto, ya no supe nada de ti ni de tu hermano —respondió él, sorprendido.
—Ya sabes lo que dicen: "yerba mala nunca muere". ¿Está él aquí?
—Sí, ya sabes dónde. Entra, seguro le alegrará verte.
Entré y vi a Ashtray. Su reacción me hizo reír.
—Mierda, ¿tanta marihuana me jodió el cerebro? Estoy viendo muertos.
—No, Ashtray, soy yo. La mejor amiga que podrías tener. Necesito hablar contigo.
—Dime, estoy para servirte.
—Bueno, ya que lo dices, ¿sabes dónde puedo encontrar a Jughead Jones?
—No hablarás en serio, ¿verdad?
—¿Me ves cara de bromear?
Suspiró, resignado.
—Joder... Vale, te doy su dirección.
Fui directamente al lugar que me indicó. En cuanto me abrió la puerta, me reconoció.
—Elettra, ¿qué te trae por aquí?
—Quiero hacer las pruebas.
—Bien, ¿te parece mañana en esta dirección? —me dio una tarjeta con la dirección.
—Ahí estaré —le guiñé un ojo y me fui.
Al regresar a casa, ya era de noche. Había estado drogándome con Ashtray, y cuando llegué, los chicos me bombardearon con preguntas. Estaban preocupados, pero yo simplemente los ignoré. Estaba demasiado colocada como para darles una respuesta creíble. Me tumbé en la cama, sabiendo que el día siguiente sería largo.
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𝒮𝒶𝓉𝒶𝓃 𝑜𝓇 𝒶𝓃𝑔𝑒𝓁 - Carl Gallagher
Fiksi Umum¿Que pasara en la vida de los gallaghers si una nueva Milkovich aparece? ...