Capítulo 20: veintidós

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—Ay, Mel, ¡que ya ha llegado el día! No puedo creer que te hayas hecho tan mayor... —dice Ro con una sonrisa nostálgica.

—Ro, solo eres tres meses mayor que yo. No me hables como si fueras una abuela —le respondí entre risas, rodando los ojos.

—Lo sé, lo sé, pero me hace tanta ilusión verte crecer y madurar tanto este último año... déjame ser una abuelita orgullosa por un rato, ¿vale? —contestó, haciéndose la dramática mientras me miraba con ojos tiernos.

—Está bien, abuela, pero ni pienses en empezar a tejerme calcetines —le dije, arqueando una ceja mientras ambas reíamos.

—Está bien, dejémonos de bromas, vamos a revisar que no nos dejemos nada —dice, frunciendo el ceño mientras mira su hoja.

—¿Has hecho una lista? —le pregunto, sorprendida.

—Claro, hay que ser previsoras —responde, como si fuera lo más obvio del mundo.

—¿Cuándo nos hemos cambiado las personalidades?

—Desde que decidimos que este iba a ser el mejor cumpleaños de nuestras vidas.

—¿De nuestras vidas?—le pregunto curiosa

—Bueno, de la tuya. Aunque somos un pack así que ya lo he dicho bien—replica, esbozando una sonrisa.

—Tienes razón. Si yo brillo, tú también brillas —le digo, haciendo un gesto dramático con las manos.

—Exacto, ¡brillamos juntas! —asiente, levantando su puño en señal de victoria.

—Entonces, ¡chupitazo para empezar la noche! —grito emocionada, sintiendo que la adrenalina de la celebración se apodera de nosotras

Ro suelta una risa contagiosa y se dirige a la cocina.

—Espero que no se nos suba demasiado rápido —dice mientras saca un par de vasos del armario.

—Otras veces nos emborrachamos sin contexto; al menos hoy tenemos excusa —respondo, llenando los vasos de un líquido rosa que no tiene muy buena pinta

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—Otras veces nos emborrachamos sin contexto; al menos hoy tenemos excusa —respondo, llenando los vasos de un líquido rosa que no tiene muy buena pinta.

—Toda la razón, amiga, toda la razón. Brindo por tu cumpleaños, por la mujer en la que te estás convirtiendo y por poder verte cumplir años toda la vida —dice mientras alza el vaso con una sonrisa sincera.

No puedo evitar sonreír ante sus palabras.

—Me vas a hacer llorar, idiota. Yo brindo por tener a la mejor amiga del mundo, porque se cumplan todas nuestras metas y porque hoy sea una noche memorable —replico, levantando mi vaso con emoción.

—¡Salud! —exclamamos al unísono, chocando nuestros vasos con fuerza. El líquido rosa salpica ligeramente, pero no nos importa.

Las dos nos bebemos los chupitos de un trago y hacemos una mueca de asco a la vez, pues estaba tan malo como parecía.

Los pedazos que (me) dejaste [✅]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora