Todo con Leo es perfecto. Estos últimos meses hemos seguido teniendo citas, cada una mejor que la anterior. La última fue la semana pasada: me llevó a un viñedo, donde hicimos una cata de vinos. Salí de ahí dando volteretas y, aunque no sea lo más correcto decirlo... también lo hicimos detrás de una viña, cuando nos alejamos del grupo. No sé, todo con él es tan sencillo, justo como siempre había deseado. Sin mentiras, sin secretos, siempre siendo sinceros el uno con el otro.
Se lleva de maravilla con las chicas y siempre se apunta a todo; no tiene una pizca de masculinidad frágil. Si se trata de pintar, hablar de cotilleos o ver películas pastelosas con mascarillas en la cara, él está ahí, disfrutando. Ya lo dicen: después de un Teo, llega un Leo. Acabo de darme cuenta de que solo cambia una letra entre ambos nombres... como si la vida se estuviera riendo de mí otra vez.
El caso es que me siento increíblemente bien con él, pero aún no somos oficialmente pareja. Llevamos así unos cuatro meses, y aunque me lo ha insinuado en varias ocasiones, todavía no quiero precipitarme. Ro dice que soy una tonta, que al final es solo una etiqueta, y sé que tiene razón. Pero hay algo dentro de mí que me dice que espere. Además, si realmente cree que valgo la pena, no le importará esperar, ¿verdad?
Cada día me conoce mejor, y lo que más me gusta es que me ayuda a no sobrepensar las cosas. Solo con verme la cara ya sabe que le estoy dando demasiadas vueltas a algo, y con eso le basta para explicarme lo mismo una y otra vez hasta que no me quedan dudas. Ha sido una calma para mi ansiedad, de verdad, es un sol. Le he contado absolutamente todo sobre Mateo y Teo, porque no quiero ocultarle nada. Aún no tengo noticias de Mateo; es como si hubiera desaparecido de la faz de la Tierra. Espero que esté bien. Le mandé un par de mensajes, pero no respondió. Quizás se enteró de que estoy quedando con Leo y ha preferido desaparecer.
Hoy me espera una tarde aburrida. Por la mañana salí a desayunar y pasear por la playa con Ro y Sebas. Empieza a hacer buen tiempo, así que nos hemos convertido en tres viejas. Nos ponemos frente a la orilla, mojándonos los pies y con los brazos en jarra, charlando de la vida. Ahora que todo está tranquilo, valoro mucho más estos momentos. Qué paz.
Ahora estoy en el mostrador de la floristería. Con lo que ya tengo ahorrado, decidí dejar el trabajo en la cafetería, porque me estaba destrozando la vida social. Aquí no entra ni un alma, como siempre. Así que saco el móvil y me pongo a jugar al Brawl.
De repente, recibo un mensaje: es Leo. Si vierais la cara de boba que se me pone cada vez que hablo con él, os partiríais de risa.
''¿Cómo le va la tarde a la morena más guapa del pueblo?''
Ah sí. Me he teñido de morena. Teo solía llamarme ''rubia'' y, cada vez que alguien me llamaba así, aunque sé que no lo hacía con mala intención, sentía un escalofrío recorrerme el cuerpo. Hace un par de semanas tuve una pesadilla relacionada con él. Fue tan real que, al despertarme, lo único que quería era borrar esa sensación de encima. Así que lo primero que hice al día siguiente fue ir al supermercado y comprarme un tinte marrón chocolate.
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Los pedazos que (me) dejaste [✅]
Dla nastolatkówMel es una chica de diecinueve años que está un poco perdida. En el pasado le rompieron el corazón y ahora es incapaz de volver a confiar en nadie. Junto a su mejor amiga, Ro, deciden tomar un viaje que cambiará sus vidas. ¿Encontrará la felicidad q...