Los pedazos que (me) dejaste [✅]

Capítulo 25: Donde empezó todo

Ha sido una semana horrible. Sigo en shock por todo lo que ha pasado y sigue ocurriendo; es como si todo esto no me estuviera pasando a mí. Cuesta asimilar que la persona de la que estuve tan enamorada, con quien compartí mi vida, mi cama, y que en su momento me apoyó tantas veces, resulte ser alguien tan violento, casi irreconocible. Cada día me despierto esperando que todo sea solo una pesadilla de la que pronto voy a despertar. Pero no lo es. Esto es real.

Lo más irónico es que en medio de todo este caos, quien me está ayudando a sobrellevarlo es Mateo. Mateo, el primer amor que me rompió el corazón cuando éramos unos críos jugando a ser adultos. Viene todos los días a ver cómo estoy. Le contamos todo lo que pasó en el parque, y aunque se enfadó un poco por no haber contado con él, lo entendió. No queríamos que Teo fuera a por él. Después de eso no se separa de mí, parece mi guardaespaldas.

Y aunque sé que ahora no es el momento para pensar en estas cosas, en el fondo de mi mente, una pequeña parte de mí no puede evitar preguntarse: ¿y si...? ¿Y si volviéramos a intentarlo? No sé si es porque me siento segura cuando él está a mi lado o si es porque, a pesar de todo, hay algo de lo que tuvimos que sigue ahí, latente. Con tanto caos a nuestro alrededor, prefiero aparcar la idea para más adelante, pero... ¿y si esta vez fuera diferente? ¿Y si la vida nos está dando una segunda oportunidad, justo cuando menos lo esperábamos?

Lo único que sé, y que Ro no ha dudado en comentar cada tres segundos, es que lo miro diferente. Ya no me acuerdo ni del daño que me hizo, porque lo cierto es que una vez que lo perdoné, me sentí tan bien conmigo misma, que todo el dolor del pasado se disipó.

Volviendo al presente, estoy con Mateo, Sebas y Ro en un vuelo dirección Málaga. Eso es. Aunque desde luego las sensaciones no tienen nada que ver con la última vez que fui. Creo recordar que fue un mes antes de que Teo me pusiera los cuernos y lo dejáramos. Íbamos a ver a su familia y algunos amigos, fue genial. Teo y yo nunca discutíamos, que irónico todo. En principio solo íbamos a ir Ro y yo, pero Sebas no quería dejarnos solas y claro, Mateo no se separa de mí ni tres segundos, así que nada. Estos hombres... Pero estoy muy agradecida de tenerlos a los tres, me siento mucho más tranquila. Aunque es raro, volver al lugar donde todo empezó, para esta vez, hacer que termine para siempre.

La pareja de Antonio (aún no asimilo esta gracieta de la vida), se llama Lucía. Hicimos videollamada, ya que creí que era un tema delicado como para hablar por mensajes. Debo de admitir, que es completamente perfecta. No me extraña que Antonio se fijara en ella. Además, como no, es un amor de persona. Le expliqué toda la situación, y ella nos contó con pelos y señales el infierno que tuvo que vivir. Finalmente, decidimos que lo más justo era que yo fuera a Málaga, ya que era yo la que necesitaba la información, Lucía ya hacía bastante volviéndose a meter en este follón y teniendo que volver a recordar todo lo vivido.

La fase dos de nuestro plan contra Teo es clave: grabar el testimonio de Lucía y reunir más pruebas. Ella aún conserva los mensajes que Teo le enviaba cuando la acosaba, y lo más perturbador es que, al compararlos con los que yo recibo, son prácticamente idénticos. Teo sigue usando las mismas estrategias de manipulación y amenazas, como si tuviera un patrón predecible, pero no menos peligroso.

Desde el incidente en el parque, no hemos tenido más contacto directo con él, pero sé que sigue en el pueblo. Mis amigos lo están vigilando, y sabemos en todo momento dónde está, pero la sensación de inquietud no desaparece. Siento que está planeando algo, y esperando al momento oportuno.

Con la humillación que sufrió, su ego de macho alfa quedó herido y eso lo hace aún más impredecible. Algo está tramando, puedo sentirlo. Por eso necesito más pruebas, si logramos sumar el testimonio de Lucía a todo lo que ya tenemos, será más fácil conseguir que Teo se marche y no vuelva jamás.