<<Prefiero un "hasta pronto", Mel.>>
Esas son las cuatro palabras que llevan en bucle en mi cabeza desde hace más de dos semanas. Capullo. Con lo que sobrepienso todo, ¿no podía ser normal, decir adiós y que cada uno siguiera por su camino? Cada día he revisado su perfil de Instagram, lo cual ha sido básicamente una tortura griega. ¿Sabéis esa tortura llamada el Toro de Bronce? Encerraban a la víctima dentro de un toro de bronce, encendían una hoguera debajo y la persona era asada viva. El diseño del toro hacía que los gritos se amplificaran y sonaran como rugidos.
Pues bien, eso no es nada comparado con ver a Silvia y Antonio en Disneyland París, de la manita, súper felices y siendo la pareja perfecta.
Mientras tanto, aquí estoy yo: con un moño de dos días que parece más bien un nido de pájaros, en pijama con el dibujo de un aguacate con ojos, una mancha de vino, y unas ojeras que se ven desde Cancún.
Quizás he dramatizado un poco, pero mis traumas, mis chistes.
Lo primero que hicimos al llegar al pueblo fue ir a la policía con todas las pruebas. A los dos días, fueron a donde se alojaba Teo para explicarle que tenía que irse y que, si volvía a acercarse a mí o a Silvia, tendría serios problemas. Además, si otra mujer volvía a denunciarlo, acabaría en la cárcel. Así que, victoria.
Eso sí, el trauma que me ha dejado es importante. No conocemos a nadie del todo; las personas solo nos muestran lo que quieren que veamos.
Después de cerrar este capítulo de mi vida, titulado "Más gafe y no naces", seguí con mi rutina. De lunes a viernes, del trabajo a casa, y los fines de semana con las chicas para tomar algo. Nada de salir de fiesta, a las doce como mucho en casa. Necesitaba un poco de tranquilidad, tiempo para mí y para meditar sobre todo lo ocurrido.
Desde que se emitió la orden de alejamiento, Mateo ha desaparecido. No lo he vuelto a ver, y aunque lo echo de menos, es lo mejor. Después de que se pusiera celoso por Antonio, creo que lo más sano es darnos un poco de espacio, para no confundir más las cosas.
Ayer hice un experimento, inútil, pero un experimento al fin y al cabo. Puse una de esas películas vainilla, llena de escenas románticas, además ambientada en Nueva York. Pensé: ¿Con quién te gustaría vivir esto? Al principio me dije que con nadie, porque eso de tener un poco de chocolate en la nariz y que me la chupen (la nariz mal pensados) para quitármelo... Qué asco. Pero luego, lo de ver un atardecer desde el Empire State y pasear por Central Park de la mano, viendo ardillitas... ¿Sabéis en quién pensé? Yo tampoco.
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Los pedazos que (me) dejaste [✅]
Teen FictionMel es una chica de diecinueve años que está un poco perdida. En el pasado le rompieron el corazón y ahora es incapaz de volver a confiar en nadie. Junto a su mejor amiga, Ro, deciden tomar un viaje que cambiará sus vidas. ¿Encontrará la felicidad q...